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Esto se esconde tras la industria de la miel

Llevo varios días con una especie de gripe que hace que puntualmente tenga dolores de cabeza y malestar general en todo el cuerpo, seguramente por estos cambios tan bruscos de tiempo que incluso han acabado haciendo que el jueves y hoy viernes no pueda desarrollar mi trabajo limpiando los patios de colegio. Al preguntar en redes sociales que productos naturales libres de animales o derivados podía consumir, hay gente que todavía no sabe que las personas veganas no consumimos miel, la miel es un producto que viene de las abejas para las abejas y no tenemos ningún derecho a robárselo, pero además, como todo uso animal, la industria está basada en la crueldad y tiene gran impacto medioambiental.
Mucha gente, desde el desconocimiento, me ha recomendado productos que llevan miel, pero gracias a esto, les he podido explicar cómo funciona la industria y las alternativas que existen a este producto.

En condiciones normales, una abeja puede visitar hasta 1.500 flores para recolectar el néctar con el que después hace la miel. Lo ideal es que estas flores sean variadas, pero la existencia de monocultivos destinados principalmente a la anacrónica ganadería ha provocado que las abejas tengan menos disponibilidad de flores diversas, lo cual las debilita. Ese es, precisamente, uno de los motivos por los que estos animales se encuentran en peligro. Otro motivo es el uso de insecticidas, herbicidas o pesticidas que se utilizan en estos cultivos.

Una vez recolecta el néctar, el insecto lo chupa y lo almacena en uno de sus estómagos, donde se mezcla con enzimas, para después regurgitarlo y pasarlo de boca en boca a las demás abejas en la colmena. Estas lo van masticando con el fin de disminuir su humedad. Acto seguido, guardan la sustancia en las celdas de su panal y la secan gracias al movimiento de sus alas hasta que se convierte en miel. Después, los animales sellan cada celda con cera para mantener en ella la miel y alimentarse de ella más adelante. Un momento que nunca llega en la industria apícola, pues antes de eso el apicultor extrae la miel.

Esta industria, como el resto, busca siempre la máxima producción posible, y cuando hay animales de por medio, eso suele significar maltrato y prácticas crueles. Y a las abejas, el hecho de poder volar no las salva de ser esclavas. Tanto es así que la única del grupo que podría escapar y conducir al resto a otro lugar, la abeja reina, no puede hacerlo porque se le cortan las alas para evitarlo.

Es precisamente la abeja reina la que más maltrato sufre en la apicultura. Para que se reproduzca, habitualmente es inseminada artificialmente tras haber extraído el esperma de los machos. Así, el apicultor consigue que ponga huevos y haya más abejas productoras de miel. Pasados unos dos años, la puesta de huevos disminuye y la abeja reina es asesinada y sustituida por otra.

Dentro del sector, existe la compra-venta de abejas reina, así como existe un mercado de abejas en general que son transportadas entre países. Estos traslados pueden provocarles la muerte por estrés, sobrecalentamiento o frío. Las abejas también son transportadas hacia cultivos de determinadas zonas para polinizarlos.

COLMENAS DE ABEJAS

El transporte no es el único proceso que puede provocar la muerte a estos insectos, ya que este riesgo existe también en las propias colmenas. Durante la manipulación de los panales de miel para extraerla, algunas pueden morir aplastadas. También pueden sufrir amputaciones de patas o alas al ser agitadas por el apicultor para que se separen de los panales. En este proceso de extracción de la miel, las colmenas son rociadas con humo para asustarlas e impedir que los apicultores sufran picaduras por parte de los insectos al tratar de defenderse.

Al quitarles la miel o parte de ella, las abejas son alimentadas con un sustituto artificial que las acaba debilitando. También son tratadas con medicamentos y productos químicos en las colmenas.

Por si esto no fuera todo, la selección genética también afecta a las abejas explotadas, y se hace en función de lo que se pretenda conseguir: más producción de miel, de jalea real, de polen, mayor resistencia a enfermedades, un determinado comportamiento, etc.

La miel es producida por las abejas para ellas mismas, no para el ser humano. ¿O hay alguien tan ingenuo para pensar que estos insectos producen la miel altruistamente para que los humanos nos aliviemos un dolor de garganta o endulcemos el desayuno?

Por supuesto, este producto es completamente innecesario y muy fácil de abandonar, teniendo calcadas y más naturales alternativas veganas u otros productos que se encuentran incluso en supermercados, como podría ser el sirope de agave, que es lo que finalmente he acabado comprando.

Esta información está publicada en la web “La zona veggie”, una web que aporta información muy útil sobre la protección de los animales y que con el mismo nombre aparece en Instagram y Twitter (sigue la página).

Además, para lo que me pasa ayuda mucho un buen caldo casero de verduras, infusiones de cúrcuma o jengibre, algunas de las alternativas a la miel, zumo de naranja natural o por ejemplo, comer bastantes legumbres con verduras siempre te aporta buenísimos beneficios para la salud (puedes añadirle embutido vegano, pero así ya están buenísimas).

Con estos hábitos, tengo la certeza de que el lunes me voy a poder reincorporar a los colegios, lugares que por cierto son los que deben contar estas realidades a la infancia, para que no pierda la empatía tan pronto con las demás especies de animales por puro desconocimiento (jamás por falta de empatía porque lo he comprobado de primera mano).

IMPACTO MEDIOAMBIENTAL

La mayoría de las prácticas de la industria apícola sobre las abejas pasan desapercibidas para la mayor parte de la sociedad. Todos sabemos que las abejas se encuentran amenazadas y que su existencia es necesaria para la vida del resto de las especies. A muchas personas no les importan demasiado las abejas como individuos, si sufren o no, cómo son tratadas… Pero sí les importa mantenerlas por aquello que llaman «el bien común». Esta ha sido la principal justificación que ha utilizado la industria apícola en los últimos años para vender sus productos, omitiendo esas prácticas crueles.

La mayoría de la gente piensa que la industria apícola es necesaria para el mantenimiento de las abejas, pero no es así. Y no lo es porque si queremos conservar a una especie, lo peor que podemos hacer es provocarle sufrimiento y explotarla. A nadie se le ocurriría hacerlo con cualquier otra especie en peligro.

Sin embargo, el mercado de la miel ha crecido exponencialmente en los últimos años. Esta se vende como un producto salvador de la vida en el planeta, y no solo eso, sino que también se le atribuyen propiedades contra enfermedades o síntomas de estas, y se dice que es un producto natural. Y claro, cuando alguien escucha «natural», rápidamente piensa en «saludable«, aunque con la miel ha habido ya demasiados fraudes y mitos como para pensar que es saludable. Aún así, sigue habiendo quienes la consideran la alternativa sana al azúcar, algo más que desmentido por nutricionistas.

El antropocentrismo es la doctrina que, sitúa al ser humano como medida y centro de todas las cosas, y en el de la ética, defiende que los intereses de los seres humanos son aquellos que deben recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa. Así, la en naturaleza humana, sus condiciones y su bienestar –entendidos como distintos y peculiares en relación con otros seres vivos– serían los únicos principios de juicio según los que realmente deberían evaluarse los demás seres y en general la organización del mundo en su conjunto. Igualmente, cualquier preocupación moral por cualquier otro ser debería ser subordinada a la que se debe manifestar por los seres humanos.
Por eso mismo, esta mentalidad hace que a mucha gente no le importe lo que sufre una humilde abeja, pero si le importa que no desaparezcan porque esto sí que les afecta a ellos.

TE ANIMO A PROBAR ALTERNATIVAS

Además, la miel no es el único producto derivado de la apicultura. También se comercializa propóleo, polen, jalea real o cera, y estos están a veces presentes en cosméticos y en el caso de la cera de las abejas, también en chucherías que ya de por sí vienen de todos los desechos del matadero, pero hay alternativas veganas por todos lados con producto natural y mismo precio.
En consecuencia, el especismo discrimina por especie y las abejas son una víctima más, pero ahora que sabes que comprar miel provoca sufrimiento, hay otras alternativas naturales y efectivas para el malestar, el consumo de miel también está destrozando el planeta y que las alternativas son más saludables, espero que la próxima vez optes por alternativas naturales y éticas.
Como he dicho antes, existe la miel vegana, el sirope de Agave y muchas otras alternativas que puedes encontrar haciendo una simple búsqueda:
“Alternativas veganas a la miel”.
Igualmente, aprovechar para recordar todo el sufrimiento y miseria que millones de animales atraviesan durante estas fiestas navideñas y todo el año por elegir un producto y no otro, ya que tenemos alternativas más que de sobra en cualquiera de ellos.
Para terminar, te dejo este vídeo que he publicado en Instagram respecto al tema de las abejas:

https://www.instagram.com/reel/C01_mCEoDJo/?igshid=MzRlODBiNWFlZA== .

se esconde tras la industria de la miel

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Diego Nevado Martinez
Diego Nevado Martinez
Diego Nevado, Colaborador y Amante de los Animales, Información de manifestaciones en Diario Alicante para luchar contra el maltrato animal y Artículos de Interés.

1 COMENTARIO

  1. No sé si entenderás de veganismo, o de medioambientalismo, pero, desde luego, de apicultura muy poco. Soy Santi Cuerda, apicultor desde hace 5 años y activista medioambiental durante más de 30.
    Aunque, como toda actividad humana, si se hace de forma muy intensiva, puede provocar impactos, la mayoría de las veces, la huella ecológica de la actividad apícola es muy positiva, gracias al papel polinizador de las abejas (máxime, cuando ya hemos perdido más del 40% de los polinizadores silvestres). Gracias a las abejas comes tú frutos y verduras.
    El maltrato animal que describes no existe como tal. Para empezar, a las abejas se les dejan suficientes reservas de miel para pasar el invierno; si bien es cierto que, por falta de biodiversidad floral, hay épocas del año en las que es necesaria una alimentación suplementaria. También es cierto que hay que tratar a las colmenas contra algunas plagas y enfermedades, como el ácaro varroa. Pero, si no fuera por los apicultores, que sufrimos pérdidas de un 30% o más de las colmenas por la varroa (y también por los pesticidas, el cambio climático, etc.), cada año, y las recuperamos con mucho esfuerzo, no existirían las razas de abejas melíferas. Que, por cierto, son domésticas, desde hace unos 10.000 años.
    Prácticas como la de cortar las alas a las reinas (salvo algún gañán puntual, que de todo puede haber en la viña del Señor) yo no la conozco entre la mayoría de los apicultores. ¿Mueren algunas abejas en las manipulaciones de las colmenas? Evidentemente sí. Pero son poquísimas, comparadas con los millones de abejas que criamos cada año en nuestras colmenas. Para que el público se haga una idea: una abeja de primavera vive tan sólo 6 semanas, y las reinas ponen hasta 2.000 huevos al día. En una colmena puede haber entre 60.000-80.000 abejas (según en tipo que sea dicha colmena). Echad cuentas.
    No voy a entrar a desgranar más este artículo, porque me aburren desde hace mucho todas estas estupideces ligadas al veganismo. La opción vegana me parece perfecta para quien la quiera: pero os pasáis el día comiendo trampantojos; cosas de vegetales que se parecen a… hamburguesas, embutidos… ahora también a la miel. Y, para el colmo, pretenderéis llamar miel a ese sucedáneo que inventéis; si no, al tiempo.
    Por cierto: háblanos un día del impacto ambiental de los monocultivos de soja en latinoamérica (con la destrucción de selvas), para que tú te puedas comer tus hamburguesas “ecológicas” de soja, traída desde la otra punta del globo, como si eso no contaminara. O, sin ir más lejos, del sirope de ágave mejicano, de la foto que acompaña a tu panfleto, todo muy ecológico, y cultivado a miles de kilómetros de aquí.
    Deja en paz a quienes valoran un alimento natural y lleno de propiedades como es la miel, conocido desde el paleolítico, como una maravilla natural y medicinal. Y cómete tú los jarabes de azúcar que quieras.

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