Le tengo que reconocer algunos méritos a Xavi Hernández. Nadie se olvidé que ganó la liga del año pasado con un equipo con más palancas que jugadores. Y que, de un equipo de recortes, ha logrado, en algunos momentos de la temporada; simular ser grande. Pero todo lo que parecía un espejismo, está empezando a evidenciarse de una forma notoria. Esta temporada está siendo, para el barcelonismo, un calvario. Aun así, sigue luchando por la segunda plaza que le da derecho a participar en la Supercopa de España. Esa que Rubiales y Piqué le vendieron a Arabia Saudí hasta 2029. Es más, el Barça ya está descartado para el Mundial de Clubes con la sangrante pérdida de ingresos que ello conlleva.
La razón de escribir este artículo es la de oír, ayer, a Xavi despejar más balones que Araujo, Koundé y Cubarsí, todos juntos. «La culpa, de los jugadores que fallaron», vino a decir. Creo que sólo tiene razón, al hablar del balón que entregó Sergi Roberto para que el Girona comenzara una remontada histórica que le otorga plaza de Champions el año que viene. Yo soy muy fan de Sergi. Ha sido un gran barcelonista, siempre un escudero humilde, pero que ha marcado goles decisivos que la bancada culé ha aplaudido de pie. Ahora, lo quiere crucificar. Otro balón fuera.
Este año será recordado por ser el de las victorias del «unocerismo». El 35% de sus victorias han sido por 1-0. Comparado con el 18% del Madrid y el 17% del Girona. Estamos hablando del doble. Esos números no se le pueden achacar a Sergi Roberto. Eso es un lastre durante toda la temporada. Ayer, como en muchos partidos, Xavi falló. El Madrid le remontó un partido que parecía que tenía controlado. Ayer, Michel I de Girona, le desnudó con los cambios que Xavi no supo contrarrestar. Y así ha sido la mayoría de los partidos. Pero, no. En el postpartido, Xavi despejó balones y la culpa fue de todos menos de él. No puedo con la gente arrogante que se creen perfectos. Si va a continuar en el Barcelona la temporada que viene, tiene muchas cosas que aprender de Ancelotti, pero se me antoja la más importante; que tiene que crear un equipo anímicamente fuerte que crea en la victoria, porque este Barça es demasiado fácil de derribar y, en defensa, es el 9º equipo más goleado de la categoría. Mal, en defensa, mal. Ya lo escribí hace tiempo y lo repito hoy: El Barcelona no tiene un Busquet y es Xavi el que no ha sabido encontrarlo o fabricarlo. Por el centro del campo del Barça se cuela más gente que por la valla de Melilla. Y no es culpa de los jugadores, es de un equipo que está descompensado por una mala gestión deportiva. Autocrítica y humildad, Sr. Hernández, si quiere mejorar el año que viene.
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