Cuando un honesto ciudadano sin incidencias cívicas, un anónimo que está pagando sus multas de tráfico, sus impuestos, pero que quiere acariciar la idea de un robo significativo, es que está arrinconado y quiere dar la vuelta a la tortilla. Poner las cosas en su sitio.Recuperar con los mismos términos un dinero que debería estar aquí ahora en sus manos.
El robo. Sólo contra la injusticia.
El necesita madurar su proyecto para asegurar y aprovechar sus ventajas de buen ciudadano. Paco, siempre era un tipo abierto, simpático, sonriente. Trabajaba en una empresa de tubos dentífricos. Vivía con su mujer y sus dos niños en la zona de Arturo Soria en Madrid. Un piso heredado de los padres de su esposa. Vivían debajo del nivel social de la zona. Tenía créditos que pagar. Las cosas andaban con los mínimos, cualquier incidencia era un problema difícil de solucionar. No muy lejos se encuentra la calle de San Romualdo con Alcalá, al lado del parque Quinta de los Molinos. A dos pasos de la estación del Metro Suanzes.
Le gustaba correr en el parque. Tiempo para olvidar, pensar, imaginar, dibujar planes. El Banco Central tenía unas operaciones relacionadas con el reciclaje de viejos billetes justo en esa esquina. Los centros privados de manejo del efectivo en los comercios y los bancos, como empresas Prosegur, Brinks, Loomis, también terminaban de enviar estos billetes usados en este edificio. Camiones, trailers discretos con sus motos de la guardia civil acompañando las cargas que venían de otros centros estratégicos del país. Tenían también billetes nuevos del Banco Central para la distribución. Aquí no se fabrica nada. Se destruyen los viejos billetes.
El seguimiento numérico de tantos billetes no es una prioridad. Seguir las pistas de su vida es imposible. Un problema menor para solucionar. Tanto empeño para destruir billetes, Paco solo quería rescatar algunos para su uso personal. Si hay que robar, mejor hacerlo con justicia. Al emisor original. Sin maltrato, Paco no es un violento, al estilo Robin Hood. Durante meses imaginando un plan. La cantidad no era un problema, sino la logística. Una mochila, una maleta, un furgón, un camión, dos camiones …por el momento esta solo soñando. Cuando pasaban las horas observando el edificio, vio las cámaras con sus ángulos ilegales para aumentar la seguridad del lugar. También patrullas de policía con sus horarios aleatorios a plena disposición para el capital. Helicópteros en prácticas quemando kerosene en la urbe. Constante vigilancia. Sin hablar de los medios internos del edificio u otros inhibidores para móviles. Veía complicada la causa. Tanto empeño para vigilar viejos billetes. No hay segunda vida para ellos. La trituradora a pleno régimen. Buscar la manera sigilosa era la clave. Paco no quería molestar a nadie.
No abandonar la determinación.
La conclusión era que solo, no podía ejecutar ningún plan. Era un problema de escala. No debía aventurarse en el corazón del imperio, pero un satélite más pequeño, con suficientes millones para cambiar su vida. Un centro Prosegur de reciclaje y operaciones sería ahora un plan más abordable para un resultado suficiente. La seguridad varía mucho, más relajada, más fácil de engañar. Entrar en el edificio por astucia en pleno día es posible. Observar los movimientos, las costumbres. Elegir la mejor forma de actuar. Por aire, túneles, falsos choferes, como empleado, empresa de servicio, venta de servicios, sin fines de posibilidades para diagnosticar la forma y la hora para actuar. Con la mente analítica, rutas de salidas, el “after”, es más importante que el robo mismo. El atraco se hará en una nave industrial. Más apetecible, pero menos glorioso.
De día, a las 10.15 horas en Valencia. Hora de “esmorzaret”. Los valencianos no quieren faltar en la cita del bocata. Dejan todo por la cervecita de la mañana. La faena: 20 kg en billetes usados de cincuenta euros. Un millón exacto. Una sola bolsa negra. Se lleva también al hombro. ¿Hay más, pero para qué? Esto no es como los coches de segunda mano, no pierden valor. Roba viejos billetes y valen como nuevos. Máxima ganancia. Además, nada de grandeza, se subió en un coche de Bla Bla car en una rotonda cercana para volver a Madrid. Todo cronometrado. Ni rastro.
Siguen buscando. Un millón de euros son pocas cosas para el Banco Central. No vale la pena alertar a la prensa. Tampoco pueden inquietarse por una sola oveja negra en el rebaño. Tampoco el está desde hoy en el rebaño. El ladrón ha recuperado su dinero con intereses de sobra. Una formula poca ética, pero contundente. Justa. En general, el público aplaude este tipo de robos. Ni un rasguño, ni rastro. Pero es un golpe a la exageración, al capital almacenado por las manos del trabajador. Que ahora se quiere destruir. Que un atrevido se plantee robar una miga de pan es bienvenido. Su sentencia no tiene piedad. Tolerancia cero. Años de ejemplaridad para disuadir al rebaño de cargar todos juntos al botín.
El globo puede explotar. El truco es quitarle un poco de aire. Seguir volando.
Cuando un estado no administra bien los recursos, se endeuda de forma descontrolada. Una facilidad que asombra, conseguir un crédito, es más fácil que buscar pan en la panadería. También imprimen billetes a granel. Así nos vamos desde hace varios años. Muy extrañamente que sea, ningún partido político se preocupó de bajar el déficit fiscal. Tampoco pagar sus deudas. Una montaña de deudas. Tan alta que está en la zona de la muerte. Se veía venir, claramente. Año tras año. Una cuchara más. Luego la estructura europea y algunos altos funcionarios se inquietan de algo que sabían desde que el sol nace. Ellos mismos prestan dinero.
O sea, toda una arquitectura montada para luego salir a gritos decidiendo que el desmadre está cerca. Hay que hacer algo, vamos todos a quebrar. Sembrar el miedo, aumentar las angustias, orientar las soluciones. Convencer a los pagadores.Las consecuencias son siempre las mismas. Un refugio cómodo para mantener la corte con sus bailes.
Una vuelta de tuerca con los impuestos. Una costumbre asfixiante. Una vez más, el nivel de apriete es límite, aniquiló la clase baja y ataca la clase media frontalmente. El pueblo trabajador está pagando las fiestas de unos pocos. Todo este dinero no llega nunca a los ciudadanos. No son un millón, una unidad como si fuera un céntimo para los gobernantes irresponsables. Siempre se habla de miles de millones. Una frivolidad desconcertante. Todo está previsto, los aumentos de tasas, multas, inflación, intereses, un poco de todo a dosis centrifugadas para matar a todos los perros callejeros, los más rabiosos, eliminar a los rebeldes. Hasta el sueldo sube un poco para esconder el origen del problema. Solo la cerveza no sube de precio. Bajar un poco más la cabeza, ahora también con las espaldas encorvadas. Seguir calladitos, la humillación en toda regla.
En materia criminal se podría llamar esto un robo premeditado.
Sobre todo, a los más vulnerables. Hasta cuándo van a soportar los currantes de este país la sistemática errancia de sus gobernantes en materias fiscales y manejo de presupuestos. Da igual de izquierda o de derecha. Son muchos, demasiados comiendo en la misma olla, cada vez más vacía. El estado corpulento, más bien ya en fase mórbida debe adelgazar. Si o sí. De eso todos hablan, pero no hacen nada. Quién va a serruchar la rama donde están sentados …
No es de recibo que siempre los mismos deben pagar las facturas de pedidos que ninguno hicimos. Es de recibo pedir explicaciones. Es de recibo pedir reparaciones. Es de recibo exigir responsabilidades. No se puede continuar así. Si duele, estamos acostumbrados a sufrir. Pero basta ya. Basta de tertulias infinitas, de peleas de gallos, de ruidos insoportables. Queremos efectividad, contundencia, acciones. Todo un mundillo político absolutamente fuera de lugar. Sólo le interesa su supervivencia. Desde adentro no viene el cambio. Aquí todo está permitido, los políticos no tienen fronteras para la decencia. Pueden quebrar la nación sin consecuencias. Vivimos en un mundo de locos. Tampoco hay sentencias para ellos. Dos mundos muy distintos. La justicia entre medio. No está clara su independencia, tampoco sus sentencias. Su silencio paraliza miles de esperanzas, sueños rotos, decadencia administrativa, un desastre también que se veía venir. Otra negligencia capital. Luego nos hablan de Democracia. Desde adentro no viene el cambio está claro.
Esperamos un líder que sepa usar el palo, la pala y la escoba.
Un tío razonable con todas las cuerdas puestas. Una mente sana. No tiene nada que ver con los anarquistas, los fascistas, los socialistas o los derechistas. Tampoco estos independistas, ya de tantas burbujas estamos hartos. Pincharlas no pasa nada. Todos perdieron la credibilidad con sus discursos y tertulias infinitas, sus inconsistencias, su afán de mantenerse al poder antes de ocuparse de sus misiones originales. Representar su pueblo, solucionar sus problemas de sociedad, aspirar a sueños comunes. Construir un estado fuerte, administrar la felicidad y bienestar. Olvidaron desde hace mucho tiempo lo básico para ser político.
Los buenos que los hay, no alzan la voz. Están solos atrapados en el nido de avispas. No saben qué hacer. Hay que rescatarlos.
