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Israel y la Tierra Prometida

Para entender el conflicto entre Israel y Palestina nos tenemos que remontar al antiguo testamento y dar por válidos todos los versículos que hay en él. El conflicto por lo tanto tiene mucho que ver con un acto de fe. Hay que creer en que “Dios le prometió a Abraham una tierra, que él llamó Prometida” ya que ha pasado a la historia de padres a hijos por tradición oral. Y durante tantos siglos, a saber lo que queda de la historia primitiva.

La historia también cuenta que un día el faraón de Egipto mandó matar a todos los recién nacidos de los hebreos, pero Moisés pudo sobrevivir al ser rescatado metido en una cesta y abandonado aguas abajo por el  Nilo, para que los soldados del faraón no le mataran.

La Tierra Prometida es un relato de la Biblia por el cual Dios promete entregar unos terrenos como herencia a sus fieles. Según Génesis 15:18 equivale a la porción situada entre la costa de Egipto hasta la orilla del Éufrates.

Como ya he dicho se ha ido contando de unos a otros por tradición oral durante siglos, y con los exagerados que somos los humanos y la torpeza de muchos para entender las cosas, del “dicho al hecho puede haber un trecho”. Imagínate por ejemplo que oigo a mi vecino a través de la pared decir que su mujer llegó tarde anoche, y alguien lo cuenta de otra frase y dice que la mujer del vecino no ha dormido hoy en su casa. Al final de unos a otros, la historia degenera en que el vecino y su mujer se han separado. Si el relato cambia en una semana al ir de boca en boca, imaginemos lo que le puede pasar al tema de la Tierra Prometida con tantos siglos contando la historia de unos a otros.

Quizás Abraham tuvo un sueño o dijo que lo había tenido, en el que Dios le prometía una tierra pequeña. De ahí pasó de unos a otros, cambiando el relato hasta llegar a Moisés muchos siglos después, que como Judío que era llegó al convencimiento de que esa tierra era Israel, para buscar un sitio que estuviera bien para todo un pueblo nómada como era el judío.

Así que Moisés emprendió una marcha que duró 40 años, pues fueron andando desde Egipto hasta Israel.

Según los textos del Tanaj, ya una vez en la que se inventa el lenguaje de signos ( escritura) el Pueblo de Israel habría sido elegido por Dios para la revelación de principios fundamentales y los Diez Mandamientos contenidos en la Torá. Es con el primer patriarca del pueblo hebreo que Dios establece su Alianza o Pacto, también conocido como Convenio Abrahámico:

« Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra ». —Génesis 12:1-3.

Yahveh habló a Moisés y le dijo: «Manda a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, ésta será la tierra que os ha de caer en herencia, y estos serán sus límites: Tendréis el lado del sur desde el desierto de Zin hasta la frontera de Edom, y su límite estará en el extremo del Mar Salado, hacia el oriente.

Pero Moisés murió antes de llegar a la tierra prometida.

Muchos siglos después, nace Jesucristo en Israel, en la ciudad de Nazaret, en el año 0 de nuestra era, muriendo asesinado entre los años 30 y 33 en Jerusalén, capital de Israel. En ese momento Israel era, al igual que España, una provincia del Imperio Romano.

Jesús nació en el seno de una familia judía.  Fue siempre judío. No pretendió crear una religión nueva. Es un hecho histórico indiscutible que Jesús era judío y era nacional de Israel. Pero pese a la evidencia, muchos cristianos rechazan que Jesús fuera un judío israelita.

La tradición indica que Jesús nació en Belén pero es un hecho falso. Jesús nació en Nazaret. Belén está a diez kilómetros de Jerusalén. En la actualidad está en Palestina justo después de cruzar el muro divisorio entre Israel y Palestina. De los cuatro evangelios dos (Marcos y Juan) indican que Jesús nació en Nazaret. Los otros dos (Mateos y Lucas) se inventan que Jesús nació en Belén para satisfacer a sus lectores judíos.

Pero la mayor falsedad histórica de todas, es atribuir a los judíos la muerte de Jesús. A Jesús le mataron los romanos en un juicio romano presidido por Poncio Pilato el gobernador de Roma en Israel, que en ese momento histórico pertenecía al Imperio Romano. La crucifixión era una especialidad de los romanos usada con los rebeldes políticos. Por otro lado, en tiempos de Jesús, las autoridades judías habían perdido la potestad de condenar a muerte.

Cuando Roma abrazó el cristianismo como religión oficial del Imperio era evidente que los romanos no podían ser los asesinos de Cristo. Por eso quedó el pueblo judío como deicida con las consecuencias terribles para los judíos que alcanzaron su nivel máximo en el holocausto.

Es curioso que Jesús no tuvo ni tiene éxito en Israel. El porcentaje de cristianos en Israel es del 1%, casi todos ellos árabes. El 80% de la población es de religión judía y el 20 % musulmanes.

El mayor profeta del mundo no fue profeta en su tierra y sigue sin serlo. Tras la muerte de Jesús hubo dos facciones, la de su sucesor nombrado, Pedro y la de Pablo. Pedro pretendía que el cristianismo siguiera integrado en el judaísmo. Pablo, que era romano, quería que Jesús fuera el profeta de los cristianos, y de esta forma, Roma se hizo cristiana.

Y una vez situados en la historia y demostrado que estamos hablando de la lucha de dos religiones por una tierra prometida, que vamos a dar por válido que Dios se la cedió a Abraham y luego a Moisés, vamos a la actualidad:

¿Qué ha pasado con la Tierra Prometida?

Los judíos se han agarrado a lo que dicen que dijo Abraham, y siguen reivindicando el derecho a ocupar toda la extensión actual de Israel y gran parte de Palestina. Nace así el sionismo, un movimiento nacionalista que persigue la creación de un Estado judío y democrático en la Tierra Prometida del judaísmo, localizada en la Palestina histórica.

Movidos por razones económicas, nacional-religiosas y humanitarias, los judíos comenzaron a emigrar hacia esta Tierra Prometida en 1881. La primera oleada judía a gran escala tuvo lugar en la década de 1930, en pleno Mandato Británico, como consecuencia de la persecución nazi.

Con el paso de los años, las comunidades judías asentadas en la Palestina histórica fueron creciendo y, con ello, aumentaron los enfrentamientos entre los palestinos que reivindicaban la independencia y los judíos que consideraban ese territorio como propio. Ante este panorama, el Reino Unido acudió a Naciones Unidas en 1947, que emitió la Resolución 181 (II). Esta resolución dividió la región en dos Estados: uno árabe y otro judío. A este último se le asignó el 54% del territorio. A Jerusalén, ciudad clave para ambas culturas, se le asignó un estatus de “corpus separatum” bajo un régimen internacional.

Las Guerras de 1948 y 1967

En 1948, Israel ganó la Guerra de la Independencia y pasó a ocupar el 77% del territorio, incluido el oeste de Jerusalén. Bajo dominio egipcio quedó la Franja de Gaza y bajo dominio jordano, Cisjordania (incluido Jerusalén Este).

Por un lado, Israel considera que las potencias árabes buscaban destruir el recién creado Estado de Israel. Algunos historiadores críticos consideran que las potencias árabes intervinieron para proteger a la población palestina, que ya antes de la independencia de Israel sufrió desplazamientos mediante planes de conquista militar israelíes como el Plan Dalet. Otros consideran que las potencias árabes vieron en el plan de partición de la ONU una nueva muestra de colonialismo occidental.

Para los palestinos esta guerra fue la “Nakba” (desastre o catástrofe). Más de la mitad de la población árabe fue expulsada o huyó del territorio. Otras fuentes de Naciones Unidas hablan incluso del 85%.

Entre 700.000 y 750.000 palestinos fueron expulsados de sus hogares, perdieron sus tierras y se convirtieron en refugiados en países árabes vecinos, o desplazados en Gaza y Cisjordania. Esta categoría jurídica se extendió a sus descendientes y, más de 70 años después, la cifra de personas refugiadas supera los cinco millones. Se trata de la población refugiada más antigua de la historia moderna y uno de los principales focos de debate del conflicto, ya que la Resolución 194 de la ONU, de 1948, reconoce el derecho de retorno e indemnización de las personas refugiadas palestinas de aquel conflicto. Y también se lo reconoce a sus descendientes. Setenta y tres años después, la resolución sigue sin cumplirse.

En 1967, tras la Guerra de los Seis Días, Israel pasó a ocupar la totalidad de Gaza y Cisjordania, generando un nuevo éxodo de palestinos de aproximadamente medio millón de personas. Esta guerra es el comienzo oficial de una ocupación y colonización a través de los asentamientos ilegales de los Territorios Palestinos Ocupados que dura ya más de 50 años.

Jerusalén Este

Una de las grandes polémicas en este conflicto es Jerusalén Este. Su importancia reside en la Ciudad Vieja, que alberga santuarios de suma importancia para tres religiones: islamismo, judaísmo y cristianismo. Además, fue uno de los epicentros de la escalada del conflicto de mayo de 2021.

Para los palestinos, Jerusalén Este es la capital de un Estado libre palestino. Para los israelíes, Jerusalén es su legítima capital. Por ello, Israel se anexionó Jerusalén Este en 1980 de manera “oficial” a través de la Ley de Jerusalén, estableciendo la capital de Israel en una Jerusalén “entera y unificada”.

Además, desde 2002, Israel ha levantado toda una serie de muros, bloqueos, puestos fronterizos y de cruce y zonas restringidas para separar las zonas y el conjunto de Cisjordania de Israel. Los llamados muros tienen un doble objetivo: facilitar los trayectos y las comunicaciones entre los asentamientos de los colonos israelíes y torpedear la libertad de movimiento de la población palestina, aislándola en las dos primeras zonas, sin que puedan tener apenas acceso a nada más.

Gaza, la cárcel más grande del mundo

Gaza es la prisión más grande de la tierra. Según el propio Antonio Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, es “el infierno en la tierra”. Una de las regiones donde la situación humanitaria es extremadamente preocupante y donde viven 1,6 millones de personas, de las cuales, más de la mitad son menores. Gaza es uno de los lugares más densamente poblados del mundo.

El 38% de la población vive en situación de pobreza. El 54% de los habitantes padecen inseguridad alimentaria y más del 75% son beneficiarios de ayuda. El 35% de las tierras agrícolas y el 85% de sus aguas de pesca son total o parcialmente inaccesibles debido a las medidas militares israelíes. Cada día se vierten en el mar entre 50 y 80 millones de litros de aguas residuales parcialmente tratadas. Más del 90% del agua del acuífero de Gaza no es potable. Alrededor de un tercio de los artículos de la lista de medicamentos esenciales están agotados.

Pero rizando el rizo, desde el año 2007, Gaza está gobernada de facto por Hamás, una organización terrorista según múltiples países e instituciones internacionales, incluida la Unión Europea.

Actualmente el pueblo palestino, no solo ha perdido casa y tierras con las ocupaciones de Israel, sino que están sometidos a una dictadura criminal por parte de este grupo terrorista.

Cabría preguntarse, por tanto, si la comunidad internacional, con su letargo y pasividad, es responsable de que una organización terrorista sea uno de los principales, por no decir principal actor en la defensa del pueblo palestino. Más aún si tenemos en cuenta que Hamás tampoco tiene especial reparo en utilizar a los propios palestinos como escudos humanos.

La política de demoliciones y destrucciones

Hay dos leyes clave en la política de desalojos en Jerusalén Este: la Ley de Bienes Ausentes de 1950 y la Ley de Asuntos Legales y Administrativos de 1970.

La primera prohíbe a la población palestina reclamar las propiedades que perdieron durante el conflicto de 1948. No pueden reclamarlas ni quienes fueron expulsados fuera de las fronteras ni a aquellos reubicados dentro de Cisjordania, concretamente en Jerusalén Este, como es el caso de los residentes de Sheikh Jarrah o de Silwan.

La segunda permite exclusivamente a los judíos reivindicar tierras y propiedades supuestamente propiedad de judíos en Jerusalén Este antes del establecimiento del Estado de Israel en 1948.

Después de ésta exposición documentada, yo me pregunto ¿Quién lleva la razón en este conflicto?

Palestina es la tierra de los palestinos que llevan siglos viviendo en ella. Israel reclama parte de esta tierra, ya que considera que es la Tierra Prometida por Dios a Abraham.

Israel ha abusado mucho del pueblo palestino, quitándoles sus propiedades sin compensación económica a cambio. Aislándolos y manteniendo con ellos un conflicto armado con la ventaja de ser Israel una mayor potencia y con mejor armamento y ejército.

Hasta ahí lo de siempre, la lucha por la conquista de los territorios, que se lleva a cabo desde siglos antes de que los Tartessos llegaran a la Península Ibérica y la conquistaran. Todos queremos tener lo que no es nuestro, somos así.

Pero en medio de este conflicto, aparece un grupo terrorista para gobernar en la Franja de Gaza, importándole bien poco el pueblo palestino. Y la comunidad internacional de espaldas a este disparate.

Que son terroristas no creo que quepa la menor duda: han sido capaces de dilapidar a bebés israelitas en sus cunas, de matar a ancianos, mujeres, familias enteras y colgar los videos en internet. Eso no es entrar en una guerra, sino cometer atentados terroristas contra la población indefensa. Son asesinos sin escrúpulos.

No digo que los dirigentes de Israel sean santos, pero lo que hace Hamás no hay por dónde cogerlo, pero como la izquierda española es súper progre y tolerante, están con el pueblo Palestino, y no condenan el ataque y matanza de Hamás en Israel. Pasan de puntillas y condenan solo los ataques de Israel en la Franja de Gaza. Doble rasero que tienen ellos.

Y se colocan todo dignos el pañuelo palestino sobre los hombros para ir al Parlamento europeo y dar la nota, como ha hecho el eurodiputado de Podemos Manuel Pineda, un hombre que ha tenido la poca vergüenza de fotografiarse con Hamás, y que ha denunciado que la presidencia del Parlamento Europeo no le ha permitido intervenir desde el estrado ataviado con el pañuelo tradicional palestino, kufiya.

Manuel Pineda exige que lo dejen con su pañuelo, porque forma parte de su libertad de expresión. La misma libertad de expresión que utilizan cuando condenan estos progres las matanzas en la Guerra Civil por parte del bando nacional, aplicando la ley de Memoria Histórica, pero se les va la memoria para recordar los asesinatos de sacerdotes, niños, ancianos, monjas y demás patriotas en Paracuellos del Jarama.

Solo existen los muertos de la izquierda, los de la derecha, bien muertos están, por fachas.

Y lo mismo les pasa con los civiles muertos en la guerra entre Israel y Palestina. Son incapaces de condenar los asesinatos de Hamás matando a sangre fría a bebés, ancianos y jóvenes, se quedan de brazos cruzados en los minutos de silencio que se les ha dedicado pero se rasgan el pañuelo palestino para hablar de civiles de la Franja de Gaza asesinados por Israel.

Y es que tanto Podemos como Izquierda Unida, y ahora ya los socialistas de Sánchez, son amigos de los grupos terroristas y justifican sus crímenes.

Un ejemplo lo tenemos con Bildu, cuyos componentes han estado condenados por pertenecer a banda armada, y se pasean por el congreso dando lecciones de demócratas.

En las pasadas elecciones nos la quisieron colar colocando en las listas a asesinos condenados. Pero el  Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) denunció que 44 integrantes de las candidaturas de EH Bildu en Euskadi y Navarra habían sido condenados por pertenencia y colaboración con ETA, entre ellos estos siete por asesinato, que renunciaron tras la denuncian, no antes, a ir en las listas.

Juan Carlos Arriaga Martínez. Número 3 en Berrioplano (Navarra). Fue condenado en 1989 a 29 años de prisión por el asesinato en 1984 del empresario y comandante del Ejército retirado Jesús Alcocer Jiménez.

Begoña Uzkudun Etxenagusia. Número 3 en Errezil (Gipuzkoa). Recibió dos condenas en 1989 que sumaron más de 100 años de cárcel por dos atentados mortales.

Asier Uribarri Benito. Número 4 en Maruri-Jatabe (Bizkaia). Fue condenado en 2001 a 16 años de prisión por su participación como cómplice en el asesinato, en 1997, del guardia civil José Manuel García Fernández.

Agustín Muiños Dias. Número 6 en Legutiano (Araba). Condenado en 1985 a 29 años de prisión por el asesinato, en 1983, del empresario José Antonio Julián Bayano.

Juan Ramón Rojo González. Número 21 en Irun (Gipuzkoa). Fue condenado a 55 años por el asesinato de Francisco Gil Mendoza y las heridas a un hermano de este en 1991.

José Antonio Torre Altonaga. Suplente en Mungia (Bizkaia). Condenado por su colaboración en el atentado que costó la vida, en 1978, a dos trabajadores en las obras de la central nuclear de Lemoniz.

Lander Maruri Basagoiti. Suplente en Zierbena (Bizkaia). Igual que Uribarri Benito, fue condenado en 2001 a 16 años de prisión por su participación como cómplice en el asesinato, en 1997, del guardia civil José Manuel García Fernández.

Y el resto de valientes demócratas, que si están ocupando puestos en el Congreso de los Diputados y que han jurado su cargo “Por imperativo legal”, planificaron a sangre fría o estuvieron de acuerdo en el asesinato de Miguel Ángel Blanco, de rodillas y con las manos atadas en la espalda. No lo han condenado, como tampoco lo han hecho con la ejecución de una de las suyas, Yoyes, que la mataron con un tiro en la sien y delante de su hijo de dos años, por arrepentirse públicamente de haber pertenecido a ETA, con 850 ejecutados, que ahora blanquea Pedro Sánchez y que ni siquiera han sido capaces de condenar tanto asesinato.

Estos son:

Mertxe Aizputúa: Fundadora del Diario Gara y Egin, condenada por apología del terrorismo. Apuntar que el medio de comunicación de ETA era a través del diario Egin y Gara. En éste diario reivindicaban atentados. Ella estaba ahí, y ahora se fotografía con Yolanda y Sánchez. Y lo que es más grave, cobra del dinero que nos recaudan a los españoles y sigue sin condenar los asesinatos de su banda.

Otegi: Era la cara visible del brazo político militar de ETA. Fue condenado y estuvo en prisión (española no de Tailandia, por eso salió en 2016). Actualmente nos da lecciones de democracia desde el Congreso, gracias al blanqueo realizado por Sánchez a Bildu.

Con lo cual, ¿Qué queréis que os diga? Hamás es a Eta como Eta es a Bildu, son todos de la misma calaña. Y Pedro Sánchez, cómplice.

Pero como Pedro Sánchez es un barco a la deriva, aunque a base de pucherazos nos lo podemos comer un montón de años más, ante la Comunidad Europea no sabe que decir con respecto a Hamás, Palestina e Israel. Pero desde luego, no me extrañaría verlo con el pañuelo palestino haciendo una puesta en escena como la que hizo con los jubilados jugando a la petanca o los videos fake que graba hablando con ciudadanos anónimos de Parla, haciéndose el campechano. Me mantengo a la espera de un video con pañuelo palestino, con él ya os digo que me conquista. Soy su fan.

 

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Teresa Ruso
Teresa Ruso
Estudié 3 años de periodismo en la facultad de Ciencias de la Información de Madrid (Universidad Complutense) justo en los últimos años de la dictadura de Franco.Toda mi vida he reivindicado la libertad de expresión y la libertad de prensa, lo cual me ha costado dejar de trabajar en importantes medios de comunicación locales y provinciales.Dejé los estudios de periodismo al terminar tercero, porque –al igual que sucede ahora- no hacía falta el título de periodista para poder trabajar. He colaborado durante toda mi vida en diferentes periódicos, revistas e incluso en televisiones locales.Tengo dos libros publicados: Vaciman, un libro de humor ciencia ficción que trata de una empresa que alquila hombres envasados al vacío, y “Un minuto con Isabel” , una historia basada en un hecho real, sobre una historia de amor que surge a través de un chat de contactos en el año 2003. He compaginado mi amor por escribir con la enseñanza, trabajo con el que realmente me he ganado la vida.

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