Después de mediodía, aquel día, las órdenes de venta recibidas por los principales agentes bursátiles neoyorkinos, hicieron derrumbar el Mercado de Valores de Wall Street, ante la inexistencia de adquirentes.
El efecto tuvo contagio inmediato en Londres, París y Berlín, para trasladarse a las cuarenta y ocho horas a todas las capitales financieras mundiales.
Y luego de un centenar de suicidios –agentes e inversores igualmente arruinados-, tanto desde el Puente de Brooklyn, como la azotea del Empire State, las incontables hileras de desempleados a las puertas de sucios merenderos, improvisadamente armados por el Ejército de Salvación, saturaron por entonces, las pantallas de los cines y teatros en todas partes.
Herbert Hoover y el Tío Sam, ninguna solución pudieron articular, por cuanto, a diferencia del ahora, cada dólar billete contaba con su contravalor en oro.
Por lo que, a diferencia de esta coetaneidad, en la que, el metódico impresionismo monetario, se demora lo que la tinta en secarse, en aquellos días, todos los gobiernos se ataron de manos, en aguardo que esa mega crisis se resolviese por autonomía.
Aunque, no sucedió tan linealmente así, por cuanto, merced a la humillación de Versalles, los alemanes dieron un primer paso, al ungir al Nacionalsocialismo.
Y, a quien los británicos respaldaron derechamente, cuando el Pacto Naval de 1935, con todo el aval, a esas alturas, del propio Roosevelt, catapultándo al Señor Hitler a un indiscutido estrellato.
Y, tal vez, emulando a Maximilien Robespierre en su época, como la víctima propiciatoria de su tiempo.
Luego, desde ese vibrante momento y hasta la invasión de Polonia en septiembre del 39, quedaban unos pocos pasos.
En otras palabras, viejas rencillas europeas, fueron actualizadas y direccionadas, para que, un desenlace bélico, fuese el acicate de un incontenible derrumbe financiero global.
Y, en ese contexto, fue, exclusivamente Alemania, la única que, tornó su papel moneda en un valor adquisitivo, similar al de un rollo de su equivalente higiénico.
En resumidas cuentas, la ruindad estelar en la década de los Treinta, fue obturada mediante a una total deflagración humana.
Por el contrario, las simientes de esta contemporánea, debemos buscarlas y finalmente encontrarlas en oportunidad que, para 1972, Richard Nixon, se desayunó una mañana, con la noticia que, en Fort Knox no quedaba ni una onza de ese precioso metal respaldatorio.
Esto es que, cuando los historiadores del futuro, se vean compelidos a datar el inicio de esta Tercera y posible última Guerra Mundial, habrán de ubicarla en ese inmenso monumento al vacío en una olvidada Base Militar en Kentucky.
Ergo que, la Historia se ha tomado este transcurrido medio siglo que nos separa de ese ominoso hallazgo, para ensamblar un desenlace armado internacional.
Y, para que recién después de conocido ese inédito e inescrutable resultado será cuando esta privilegiada casta plutócrata, abandone su pestilencia y gravitación en una economía que, ya se encuentra demasiado agusanada.
Ello, en homenaje a que, los contados sobrevivientes inversores en los Antros de Capitales, deberán de torcer sus actuales participaciones en esta tan parasitaria forma de lucrar, para encaminarla en fortalecer a una industria que deberá reinventarse a sí misma.
Sin perjuicio que el Estimado Lector, no verá la certeza de estos desinteresados augurios, sino en un plazo secuencial que, será pronto, pero no inmediato.
Y, porque, antes de capitular, el Aparato se defenderá con fiereza en aras de proteger sus inmundicias y privilegios; y habrá de procurar llevarse consigo a todos cuantos pueda.
Debiendo leerse en dichas entrelíneas, bueno, a por lo menos, todos lo que no alcanzaron ni remotamente a palmar cuando lo de la reciente y ficta Plandemia.
Ese defectuoso ensayo les salió mal.
Pero en el inminente, corregirán más fácilmente sus otrora defectos mortales, porque la solución nuclear se encuentra debidamente ensayada, luego de comprobados tres veces su eficaces resultantes en Japón y la actual Ucrania.
Sintetizando Amigos, todo cuanto nos habrá de deparar el destino, no será diferente a lo que se atribuye al Apóstol Juan en las Revelaciones.
Porque si algo ha acreditado el Hombre en estas precedentes noventa centurias, ha sido su afán por perfeccionar diferentes métodos
Y, a los que ninguna religión ni feligresías estuvieron ajenizadas; con fundamento en que, suponer lo contario, pues, devendría contra natura.
Con apenas repasar los Anales Históricos del Pasado muy poco o casi nada nos impedirá divisar las sinonimias entre…
EL VIERNES “NEGRO” DEL 29 – VERSUS EL HOY.
Cordialmente Carlos Belgrano.-
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