No es la primera vez que escribo sobre ella, pero hoy me motivaron las lágrimas que eché al verla en el noticiero de la televisión dando esos alucinantes brincos y esas volteretas. No soy amante de ponerme a ver gimnasia desde el sillón de mi casa, aunque a veces me he enganchado. A Simone Biles la he visto más en los informativos que en los tatamis, cierto. Y les juro que no dejo de alegrarme de verla de nuevo.
Siempre he trabajado con gente joven, muchos de ellos han sido mis alumnos. He podido disfrutar cuando han ganado algún premio y uno de los que yo me pongo, sin que me lo digan, es cuando me siento orgulloso de haber contribuido a ellos. También he visto caer a algunos talentosos al desperdiciar su vida en vicios y malas artes. Me da penita, pero ellos se lo buscaron. Y, sobre todo, lo que me indigna, ni se imaginan cuanto; son la cantidad de chicos cargados de las más grandes ilusiones, entrenando o aprendiendo día tras día por ser los mejores y que tienen que abandonarlo todo por persecuciones de sus maestros, o casos de bulling y humillaciones públicas o por acosos y abusos sexuales.
El caso de SimoneBiles, una de las mejores gimnastas de la historia, saltó hace dos años. Se tenía que dar un parón para recuperarse emocionalmente. Su salud mental fue prioridad, y se lo alabo. Sus previsiones físicas en los Juegos Olímpicos de Tokio el año anterior no fueron las esperadas.
De hecho, se dio de baja de dos de las disciplinas en las que iba a competir. En los anteriores Juegos de Rio de Janeiro (2015) consiguió cuatro medallas de oro, siendo la gimnasta norteamericana que más conseguía en unas Olimpiadas. Pero en 2018, el caso Larry Nasar trunco, como decía al principio, los sueños de muchas adolescentes como ella. Más de 100 casos de criminal agresión a mujeres y niñas convirtieron las mentes soñadoras de deportistas y sus familias en unas torturas que muchas no han podido superar. Esta semana, mi tristeza por este caso vio un atisbo de alegría al ver a Simone volver a hacer lo que siempre soñó, intentar el tripe-doble y clavarla al final como ya hizo anteriormente, siendo la primera mujer en lograrlo.
Ya, ya, no soy de ver gimnasia, pero a Simone, cada vez que pueda, la veré. Como homenaje a todas esas mujeres que han sufrido abusos y han logrado recomponer las piezas rotas.
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