Para el señor presidente, la campaña de las elecciones generales ya ha empezado. Primero ha forzado un encuentro con Biden, lo que lleva intentando varios años y que ahora ha conseguido, pero a medias diría yo. Es el único presidente español que visita al presidente de los Estados Unidos y sale solo a hablar, ante la multitud de periodistas, después de la reunión. El resto de presidentes (Incluido Zapatero) salieron acompañados del homólogo americano para la rueda de prensa conjunta. Puede estar orgulloso únicamente, de ser el primer presidente español al que el americano no acompaña después de la reunión.
En esta ocasión, no solo sale solo… ¿Cómo me ha dicho que se llama? (se preguntará Biden, en parte por la demencia que empieza ya a despuntarle)… ¿Antonio? Pues eso. No solo sale D. Antonio sin Biden, sino que nos cuenta importantes pactos que ha conseguido, tomándonos de nuevo por idiotas.
Uno de los acuerdos será aceptar un número, aún por determinar, de inmigrantes ilegales actualmente en EEUU, pero que los legalizáremos nosotros al llegar a España. Se trata de solucionarle al señor Biden su problema con la inmigración Mexicana, de América Central, América del Sur, así como del Caribe. Éste tontarra –habrán pensado los americanos- hace lo que sea por la foto con Biden. Y no se han equivocado. Lo han calado.
Como en España no tenemos ya suficiente con las pateras diarias que llegan a las costas con ilegales sin documentación, y a los que no se puede deportar al carecer de papeles que determinen su procedencia, ahora el bueno de Sánchez se compromete a acoger a miles de inmigrantes americanos. Por lo demás, se vuelve sin concretar el importante acuerdo que nos ha vendido que quería llegar con Biden: la limpieza de las tierras contaminadas con plutonio en Palomares (Almería) en 1966. De esta limpieza que era el producto estrella anunciado por Sánchez, no se ha anunciado nada de nada. Eso sí, seguiremos colaborando junto a los Estados Unidos en la guerra de Ucrania.
Y aterriza en su contaminante Falcón en España, y como bomba de humo telonera, técnica de persuasión a la que nos tiene acostumbrados, anuncia que las entradas al cine (el subvencionado por ellos, con el que nos adoctrinan, debe de ser) van a costar dos euros para los jubilados.
Este se cree que los jubilados somos tontos, y lo siguiente será darnos caramelos en las plazas de los pueblos.
Y llega la señora Belarra, que no da puntada sin hilo, y añade hoy en un tuit, que no solo se debe de cobrar dos euros a los jubilados, sino a los jóvenes hasta los 29 años, a los del ingreso mínimo vital, a los excluidos socialmente, y ¡oh Dios mío! Se olvidó de las elles, y todos, todas y todes los LGTBIHJKLMÑOPQ.
Hay que recordar que las ayudas al cine español alcanzaron este año los 70,7 millones de euros en total, ya que fueron reforzadas con unas subvenciones a salas de cine para paliar la sangría de ingresos.
Un ejemplo es el bodrio de película “la Piedad” de Eduardo Casanova que nos ha costado 317.000 euros de subvención y se ha recogido en taquilla 7.700 euros, es decir que le hemos pagado del bolsillo de todos los españoles 309.300 euros, o las dos últimas películas insufribles de Isaki Lacuesta que nos han costado 768.322 euros, de los que se han recogido sobre los 104.000 euros, por poner dos ejemplos del cine adoctrinador español que nadie quiere ver y que pagamos todos, todas y todes.
Ahora el presidente Sánchez quiere disfrazar el fracaso y la estafa de las películas que subvencionan, llenando los cines de jubilados.
Y aún nos queda por delante todo un añito de aguantarle sus chorradas, mientras las familias nos vamos desangrando y no llegamos ni a fin
