Todos los años, al llegar estas fechas, vienen hasta mi memoria los recuerdos de hace muchos años, cuando tras un verano que a mi se me hacía larguísimo, llegaba el momento de la vuelta al colegio. Para mi, que siempre me gustó ir al mismo, representaba la vuelta a la normalidad, el reencontrarme con los amigos (en esas edades no hay compañeros, todo son amigos) y el volver a las tardes de juegos en la calle, una vez habíamos merendado y hecho los deberes habituales.
Mi colegio era un colegio pequeño a escasos 100 m de mi casa, estaba en un adosado pareado como el mio, salvo que era esquinero, eran tiempos en los que abundaban esos colegios pequeños de barrio, los cuales eran conocidos habitualmente por el nombre del maestro (D. Miguel, D. Elíseo, etc,), no obstante el mio se llamaba Concha Espina y los maestros eran un matrimonio, D. Miguel y Dª. Asunción, eran jóvenes y vivían en el mismo edificio, la parte de abajo operaba como colegio y la de arriba como vivienda. No había patio, pues no había recreo, lo mas parecido a ello, era el momento en que, sin levantarnos de la mesa, almorzábamos. Las mesas eran de 8, cuatro frente a cuatro y con banco corrido y si bien no era un colegio católico, se respetaban costumbres tales como el mes de Maria y alguna otra, eso si, no se cantaba el Cara al Sol antes de entrar a clase, como ocurría en los colegios públicos, ni se daba a la clase de “formación política” más importancia que la necesaria en un examen antes de acabar el curso para reflejarlo en las notas.
La famosa vuelta al cole no era como las de ahora, se compraban un par de baberos, que en mi caso eran de rayas verticales azules, con cuello , puños y parte superior de los tres bolsillos en azul, era lo común para la época, las niñas igual pero en rosa. La compra de libros tampoco era nada del otro mundo habitualmente, puesto que en aquella época no hablábamos de libros, si no de libro, la famosa Enciclopedia Alvarez, en la que se compendiaban todas las asignaturas, a ella se le añadía un catecismo que era, lógicamente el mismo del año anterior y un librito, casi un panfleto con lo de política, también el mismo de un año para otro, dado que no habían cambios en esos aspectos, también la enciclopedia pasaba de hermano a hermano, lo de cambiar de libros cada año llegó mucho más tarde,
Así que un sábado por la tarde, con mis padres nos íbamos “a Valencia” que es como decíamos a ir al centro. Allí se compraban un par de baberos (si no te venían los del año anterior), la enciclopedia correspondiente a tu curso, una libreta, un bloc de dibujo, un plumier de madera de esos chulos de dos pisos y que ahora venden en Amazon, bolígrafo azul y rojo (Bic, por supuesto), lápiz, unas pinturas Alpino, sacapuntas, goma y la cartera, luego ya comenzadas las clases nos decían que laminas de Freixas (todavía vendidas en Amazon) debíamos comprar y también los zapatos, los de domingo pasaban a ser de diario y los nuevos eran para el domingo.
Y esa era toda la compra para el comienzo de curso, no como ahora que para un matrimonio con dos niñas, una en infantil y otra en primaria en colegio concertado, se necesitan 450€ para libros y otro tanto más entre uniformes y material escolar, esto es 1000€ de vellón y algo menos para los de educación pública, con lo que todo español tiene derecho a una educación… siempre y cuando se rasque el bolsillo. Yo no entiendo que todos los años se tengan que cambiar los libros, no sé cuantos avances anuales se dan en matemáticas, física o química para que a esos niveles sea necesario un libro nuevo, o cuantos países nuevos hemos descubierto para la geografía, cuantas especies nuevas en ciencias naturales y así en prácticamente todas las asignaturas, no lo entiendo. ¿Qué pasa con los sobrantes de cada año? ¿Quién se beneficia de esos cambios aparte de las editoriales? ¿Porqué cada autonomía tiene unas exigencias si se supone que la historia o las matemáticas es lo mismo para todos?. Estas son tan solo unas de las muchas, muchísimas preguntas que podemos hacer en torno a la educación de nuestro futuro y de momento no hay ni ha habido gobierno que las conteste.
Lo que si hay son muchachos con un tropel de faltas de ortografía, muchachos que no conocen nada de nuestros ríos o montes, que te sitúan Cádiz al lado de Asturias y que además se ríen, eso si, luego la famosa EBAU la hace cada autonomía a la suya y así se ven unas notas impresionantes que no reflejan para nada la realidad de la educación y que lo único que producen es que un montón de estudiantes no pasen del primero de carrera y se desmotiven completamente.
Así que yo me quedo con aquella Enciclopedia Alvarez y con aquel sistema de educación, de utilidad y económica y de la que salieron grande médicos, abogados, catedráticos y gente muy útil a su sociedad. Pero bueno, todo sea por la modernidad de nuestros excelentes políticos (con mucha ironía).
- ©Fernando García, 06,09,2023
Reflejas fielmente la época.
Cuanta razón en lo actual, pregúntales por una provincia, un río, un monte y no tienen ni pajolera idea.👏👏👏👏👏