¿El ahorro gastado o robado?

La pandemia fue una desgracia.

Con el tiempo pasando, se van nublando los recuerdos de tantas familias que perdieron un ser querido. Fue una pesadilla real sin haber hecho el duelo colectivo. Queda como un sentimiento raro. Una cosa que veíamos en las películas, luego incrédulos con la realidad de la muerte que estaba allí rodeando muy cerca de nosotros eligiendo tantos inocentes.

Las opiniones son infinitas, solo quiero aquí compartir la mía sobre el tema de los ahorros durante la pandemia. Con los meses más duros de la pandemia, las familias llegaron a ahorrar hasta 120.000 millones de euros. Al mismo tiempo, el 20% de hogares con menos ingresos no pudo permitirse construir ni un pequeño colchón.

Para España representa una enorme cantidad de dinero parado que no circula. Ese pico de los ahorros es para el estado y todos los depredadores, un botín que hay de confiscar o robar de forma urgente. Había humos en las oficinas para ver quién superaba al otro en las locuras y descontrol para cazar estos ahorros.

Oportunidades así no se presentan todos los días.

Un contenedor por ejemplo paso de 2000 euros hasta más de 12000 euros para traer lo que sea desde China. Todas las grandes empresas, los monopolios generalmente de esas cosas que todo el mundo necesita hicieron lo mismo, se forraron de manera abusiva sin ningún tirón de ojeras, advertencias u obligaciones de circunstancias. Un frío polar paralizando las buenas decisiones de los gobiernos o quizás ya lo tenían claro. Asistimos a un golpe global de inflación súbita aprovechando la pandemia, que fue un desastre humanitario para empeorar la naturaleza de la ofensa. Una clara asociación amistosa con los gobiernos, las empresas y organismos Internacionales. Bienvenido al capitalismo salvaje. Las fronteras de la ética están volando en pedazos. Todo lo que te enseñaron en el colegio ya no vale.

Con el fin de los encierros tuvimos que despertarnos bruscamente con enormes cambios económicos y equilibrios geopolíticos alterados. Una onda de choque inesperada, muchas veces con la impresión de una manipulación evidente. Eventos apurados, faltaban previsiones, credibilidad, hacia daño inmediatamente como una lluvia súbita mezclada con granizos, luego con dimensiones de pelotas de tenis. Un antes y un después.

Un fuerte contraste entre clases que es reflejo de cómo la pandemia impactó de forma muy diferente a ricos y a pobres.

El después es una sucesión de eventos que pone a prueba nuestra capacidad de asombro. Un tornado arrasando nuestros bolsillos modificando bruscamente nuestros patrones de consumo.

La inflación llego de golpe, es muy elevada en nuestras tierras que beneficiaban de una gran estabilidad. Muchos ni la conocían. Ataco a los más débiles primero, las necesidades básicas. Un deterioro inmediato sobre la calidad de la alimentación de mucha gente. Quemando rápidamente sus pocos ahorros acumulados durante los encierros. Luego llego el aumento de la tasa de interés del banco que empeoró la hoja de ruta que tenían muchos hogares con sus proyectos y aspiraciones. La hipoteca más cara. Ahora la clase media está rascando sus reservas también. Todos estos atracos a tu bolsillo sin ningún cambio con los salarios. Una salvajada ayudada por nuestra incredulidad y asombro. No supimos reaccionar. Es como recibir un puñetazo en la cara perdiendo el conocimiento. Fue cuando las empresas y las administraciones aprovecharon la oportunidad, apretaron el botón del "no importa" hay que hacerlo ahora.

Vaciar las huchas de la gente. Sabían que el dinero existía, también la cantidad disponible. Fue intencional, dibujado, ejecutado. También sabían que las clases altas no tendrían problemas, al contrario, ampliando sus ventajas de manera significativa. Todo ok. Viento en popa, la desgracia para unos y la sonrisa para otros.

Los ajustes cosméticos del estado para calmar la población fueron muy tibios, rápidamente absorbidos por los sucesivos aumentos. Los sueldos se movieron con valores siempre inferiores a la inflación "declarada” …Pero el panorama no es sombrío para todos los asalariados. Las clases medias y altas con el fin de la pandemia empezaron a disfrutar algo de sus excedentes no vitales con viajes y compras de bienestar. Colapsando aún más el suministro de las empresas. La escasez temporal está provocando tensiones sobre los precios todavía aumentando mucho más. Encima la guerra de los rusos con Ucrania que empezó en febrero 2022 es como un gato jugando con un ratoncito. Una movida más que sospechosa, provocando un desequilibrio inmediato e inquietante con el suministro de las energías en particular el gas desde Rusia. Sembrando el miedo, la confusión y la ansiedad para justificar los aumentos desmesurados de los servicios, gas, electricidad y los combustibles. Fue injusto, exagerado y claramente con el fin de llenar las arcas del estado con el visto bueno de Bruselas.

Eran muchas las desgracias puramente económicas al mismo tiempo. Demasiadas para ser creíbles. Muchas jugadas sucias por partes de los actores estratégicos, estos que deberían tener un nivel ético a pruebas de balas, prefieren llenarse los bolsillos poniendo en apuros sus propios clientes. Algunos con mantas para pasar el invierno.

Era un momento sublime para dar ese golpe de gracia a todos los ahorros de la gente incluyendo las clases medias. Forzar el gasto por ejemplo con el precio de la gasolina incrementando la recaudación del IVA para el gobierno. Un gasto necesario, obligatorio para la movilidad, prender la luz o lavar la ropa, cocinar con gas. Nadie podía escapar de estos peajes excepcionales. Las ayudas del gobierno no fueron nada más que un placebo. Un gesto para pasarse de buenos.

Las empresas, los bancos, los gobiernos vieron sus balances de resultados explotando con beneficios extraordinarios.

Estiran el elástico lo más que pueden hasta ahora. Otros siguen sin que les tiemblan las manos alquilando pisos y casas a precios de las tierras raras. Ellos provocan nuevas burbujas, con efectos miserables para la mayoría. El gobierno cómplice no libera suelos para construir. Un socio cómodo para entretener la exageración. Hasta la próxima catástrofe sin saber quién va a ganar o perder algo.

En el proceso, todos habían olvidado a la mayoría de la gente trabajadora. Ya no había que sacarle nada desde hace tiempo. El grueso del consumo, los que hacen los números macroeconómicos de una nación, los que construyen el futuro del país no están bien. Es un atropello al corazón de la maquinaria. La motivación no está en sus mejores momentos. Hasta faltan psicólogos para atender el malestar.

Quedaron sin viajes, la nevera vacía y sin una vuelta a IKEA para mejorar sus casas. Todos sus ahorros comidos por la inflación.

Muchos de ellos también son las primeras víctimas con las botas en el barro. Nuevos pobres que el estado debe financiar para evitar la rebelión. Deberían pensarlo más profundamente. Un día de estos habrá que dar vuelta a la tortilla.

¿Ahora qué? Los huracanes no duran para siempre.

La post pandemia está consumida. Todas las movidas de precios, abusos, inflación, tasas intereses, situaciones extraordinarias se van apagando lentamente.

Ahora nos vienen las consecuencias, los creadores de turbulencias dejaron el terreno devastado. No hay nuevas cosechas abundantes. Se están acabando las ganancias extraordinarias de los aprovechadores, pero quedan estos márgenes inflados que enojan, solo hay que preguntar cuánto sale cambiar un neumático de coche para darse cuenta. Todos los consumibles obligatorios están dando mucho brillo a la cuenta de resultados de las empresas. Al final es que todavía hay muchos abusos que maltratan la economía perjudicando su sano desarrollo. Con las ganancias han preferido distribuir dividendos en lugar de invertir. Luego se quejan de falta de competitividad. Preguntando al estado de ayudarlos con financiamiento y subvenciones. En fin, el cuento de siempre. Siempre perdemos algo con estas movidas.

La creación de conflictos para globalizar la violencia y las bombas es inquietante. Ojalá solo sean movidas para mantener el precio del petróleo alto conociendo que hay una sobre oferta disponible. Se estaba cayendo el precio del barril de crudo como una piedra. Irán con sus misiles lanzados sobre Israel sabiendo que no van a destruir nada pararon en seco la bajada del precio del crudo. Al día siguiente el petróleo subió como sus misiles. No es ninguna casualidad. Les interesan a todas las partes un precio alto. Salvo naturalmente la mayoría de los consumidores, los tontos de la película inducidos además a orientar sus gastos donde quieren las grandes corporaciones.

Hay ahora nuevos escenarios para motivar la participación más activa de la ciudadanía a denunciar todas estas manipulaciones que cobran demasiadas vidas inocentes.

Dejarse pisar es una cosa, otra es mandarte a matar o morir por intereses económicos de algunos. Seamos más atentos a las trampas que nos tienden. En algún momento nos vamos a levantar de nuestras sillas. No para aplaudir, pero para decir basta ya.

Viva la vida.

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