Viaje a Japón. Noticias frescas, marzo 2024

Vuelo Madrid - Abu Dabi - Tokio.

El viaje a Japón es una aventura fascinante que nos sumerge en una cultura milenaria y en un mundo moderno lleno de contrastes. 14000 km, 15 horas de vuelo, casi un tercio de una vuelta del mundo con ocho horas de diferencia horaria. El entretenimiento a bordo del avión es con pantalla individual. Ver películas, documentales, escuchar música, mapas de seguimiento del vuelo. Es una buena manera para calmar el deseo de llegar finalmente al aeropuerto internacional de Marita. La realidad sigue superando las distancias virtuales.

Vamos a intentar la visita de Tokio por diez días.

Hemos decidido con mi esposa y nuestra hija seguir el ritmo trepidante de nuestra sociedad, con una preparación telemática para adelantar los acontecimientos. Aquí se sitúa la enorme diferencia con el tiempo pasado. Tenemos una referencia pionera de principios de los ochenta. Un viaje sin internet, sin móviles. Las informaciones se conseguían con libros de la biblioteca, folletos turísticos de las agencias de viajes. La improvisación era una constante.

Ahora es otro viaje relámpago que sacude igualmente la mente.

Te motiva, te inyecta fuerzas creativas. Pocos lugares en el mundo generan tantos estímulos. Estos días de paseo turístico no pretenden más que disfrutar, pasarlo bien. Un destino contemporáneo, moderno, competitivo.

Alquilamos un apartamento visto en las plataformas digitales.

Pequeño, suficiente, eficiente, impoluto, el japones no engaña. También confían en ti. Se situaba a unas pocas estaciones de metro del centro de la zona concurrida de Shizuoka. Una logística perfecta. Lo que impacta son los detalles que no son pocos en esta inmensa ciudad. La parte obligatoria e imprescindible aquí es que te obligan a reciclarte rápido si quieres ir al baño sin inundar el piso, hasta la tasa del inodoro tiene su teclado propio, se calienta para los días de frío, te limpia automáticamente, te seca. Cualquier cosa necesita un dedo para entretenerte sobre algunas pantallas o aparatos de control. Operaciones sin asistencia, pero obligatorio si quiere que funcionen las cosas. Es un paso significativamente más adelante que en Europa. Utilizará seguramente tu móvil con una tarjeta Wifi-comprada en el aeropuerto para que la telefónica no te engañe con precios de itinerancia exorbitantes. Otra tarjeta la " Suica " para tener un wallet de cash virtual, es recargable. Puedes pagar cualquier cosa con ella sin usar tu tarjeta de crédito internacional evitando las comisiones con los montos pequeños. Encontrará una Tablet en tu mesa de muchos restaurantes para pedir tu menú, códigos QR.

Los negocios, las tiendas, supermercados, restaurantes todos tienen autómatas de pago. El efectivo se sigue usando mucho para las pequeñeces, hay que seguir teniendo billetes y monedas para las máquinas de cobro, algunas no aceptan tarjetas.

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El agua del grifo es espectacular.

Todos la beben sin ningún problema o quejas. Un bien esencial, no se entiende porque debemos comprarla en el supermercado si quieres algo equivalente. Tokio con sus 14 millones de habitantes en una sola cosa muy compacta, 36 millones el gran Tokio, representa un tremendo desafío tecnológico para los servicios municipales. Son estas cosas que impresionan. Tantas cosas públicas para entregar buenos servicios al usuario, construir un bienestar lleno de detalles. La luz pública, los baños impolutos, las calles limpias, recolección de basuras, etc.

Esta megaciudad de Tokio es realmente sorprendente.

Como regulan el tráfico, los movimientos de la gente. Todo parece muy fluido, tranquilo. Caminan más despacio que nosotros en la ciudad. La bici es omnipresente en todos los sitios, muchas con asientos para niños. Zonas de aparcamientos de pago para las bicis. Estimo que más del 50% tienen motor eléctrico. Los pequeños niños son muy mimados por sus padres, se ven muy felices. No corren a toda prisa con ellos. La gente, sonriendo y sin agobios. Por lo menos no se percibe este estrés europeo. Habría que rascar más para entender bien esta parte. Se ven muy pocos animales domésticos, es un lujo tenerlos aquí. Ver un perro en las calles y sacar fotos. Las redes de transportes de los buses, metros, trenes se complementan con gran eficacia. Los horarios son respetados al minuto. La frecuencia de los transportes es asombrosa, cada tres o cuatro minutos, diez vagones. La disciplina de los pasajeros es más que notable, colas ordenadas antes de subirse. Todos usan el móvil para guiarse en la ciudad. Los empleados de cualquier negocio son muy respetuosos y atentos. Nos parece exagerado, no estamos acostumbrados a tanta atención. Las informaciones necesarias siempre estarán disponibles, visibles durante tus desplazamientos y la vida corriente. El respeto, la fluidez, el silencio, la limpieza destacan siempre en cualquier sitio. No fuman en las calles. Hay lugares específicos, en plena calle, rincones donde pueden fumar.

Inmersión total por unos días.

El piso alquilado está situado en una zona con edificios pequeños de dos alturas, donde se percibe el Japón de siempre, sus orígenes rurales. Callejones donde no se puede pasar con un coche, se escuchan los pájaros cantar. Las casas, los inmuebles son de construcciones impecables, se nota que hay muchas normas que seguir. Una mezcla de renovaciones y nuevas construcciones. Los pisos son pequeños.

No se puede tener un coche si no tienen un espacio privado para aparcar.

No hay sitios para tanta gente. Quizás por eso está la impresión del vacío en las calles de Tokio. La vista es más despejada sin coches aparcando en las calles. Es como quitarte el estrés. Hay un contraste muy grande entre el centro con sus rascacielos acristalados y muchas publicidades luminosas y las áreas tradicionales tranquilas, silenciosas donde vive mucha gente, siempre a escasos minutos de un medio de transporte. Las calles están todas bien asfaltadas, sin baches o imperfecciones, la calidad a la vista, los detalles, las terminaciones impresionan. No hay ni una papelera en las calles, tampoco un papel tirado. Debes llevar tu basura a la casa. Hay que separar los desechos para el reciclaje. La disciplina, el respeto es notable en todos los sitios. El exterior es tan limpio que el interior de una casa. Por cierto, no pisan sus casas con zapatos, los dejan a la entrada.

Llama la atención de cualquier técnico todos estos cables colgando en las calles. La experiencia con los terremotos es la razón de tanta confusión. Dicen que hay temblores cada semana. Son estas cosas que son contradictorias con la alta tecnología. Uno se rasca la cabeza cómo es posible alcanzar tanta perfección con tantos líos.

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La comida: una aventura sensorial.

Es un parto comer aquí si te sales de los varios centros de la inmensa urbe. Se reducen los menús en inglés y las fotos sobre pantallas o un Tablet en tu mesa. Usan también mostrador en la entrada de los restaurantes con los platos servidos, son reproducciones en plástico, obras de artes que parecen reales. Por suerte el traductor de Google puede ayudarte a sortear el asunto. Lo interesante son estas calles donde hay toda una serie de restaurantes muy pequeños, típicos, gente del hogar con sus costumbres. Apuntar un plato del vecino de mesa que parezca bueno y listo. No faltará nunca el arroz o la pasta, tampoco es una catástrofe, hay muchas variaciones sobre el mismo tema. La cocina nipona es sabrosa, sorprendente y variada, económica, pero puede ser cara si no se cuidan las elecciones de los restaurantes. Una tempura, un buen sushi, un bife de Kobe se aprecia con un cheque consecuente. Siempre limpio, con calidad y cantidad en todos los sitios. De todos los precios como en cualquier ciudad, los gourmets tienen donde ir. Es una mina de descubrimientos.

El 7 Eleven, una cadena generalista presente en todos los lados te salvara del apuro si quieres comer algo para llevar o cualquier otra cosa a la hora que sea. Sirven hasta el café caliente para llevar. Hay también muchas máquinas expendedoras en cualquier sitio, con una oferta gigantesca de bebidas, comidas. Comer no es charlar, ellos comen y se van. Barras en filas, mesas por dos. Casi siempre hay colas para comer. El horario es generalmente de 11.30 - 14 horas y 18.30- 20 horas, en el centro hay sitios abiertos 24/24. Puede ser más difícil comer un grupo de más de cuatro cinco sin elegir un sitio adecuado con reservas previas.

La moda, el gusto, los estilos, la diversidad.

Hay que ser muy borde para no notar la exuberante manera de vestirse aquí. Todos los corrientes visibles sin ninguna ofensa para nadie. Es verdaderamente un espectáculo las calles de Tokio. Alucinante sería la palabra correcta. La cosa que llama mucho la atención es el nivel de limpieza, siempre impecable, el cuidado personal, moderno y vanguardista, diverso. El gusto exquisito y el uso de telas y materiales de calidad. Mucha imaginación y sofisticación. Una cantidad infinita de tiendas para satisfacer tus gustos. Un cierto clasicismo con el trabajo, los que salen de las oficinas. El traje, camisa blanca y la corbata, los zapatos lustrados no desaparecen. También hay muchas personas mayores en los servicios, una cosa que no se ve en Europa. Una opulenta ciudad con todos sus ritos y glamur. Para nosotros unas de las grandes ciudades en el mundo, la inspiradora de muchas tendencias de la moda. Vale la pena estar aquí por su carácter de vanguardia siempre en movimiento. El turista tiene de sobra actividades para todos los gustos. Muestras sobresalientes en el arte, espectáculos, calles llenas de bibliotecas, el rastro del domingo, parques y templos, cualquier cosa de su interés será satisfecha. No se alcanza a ver todo lo que se ofrece, cada uno debe elegir sus prioridades. La preparación del viaje tiene aquí su importancia. Despejar el terreno previamente vale la pena. Sorprende siempre todo. Es la magia del descubrimiento. Las calles como representación del movimiento popular.

Una megaciudad funcionando como un reloj.

Las avenidas con los coches son sorprendentemente fluidas, no parece un caos en absoluto. No he visto ningún coche o camioneta sucia. Muchos accesos y movimientos masivos con las carreteras que son suspendidos en el aire. Todo muy separado del suelo. Penetra y atraviesa toda la ciudad. Un desafío técnico increíble. Llegamos con un bus desde el aeropuerto hasta la estación central de trenes sin paradas en una hora, son unos 73 kilómetros muchos de ellos circulando a mitades de edificios de buena altura. Muy fluido. El bus o el metro es muy práctico y económico desde el aeropuerto. Los taxis son de otro planeta con la limpieza, no se tocan las puertas. Se abren y cierran solas. La señal roja significa que es libre. Cuidado con las tarifas que son elevadas. Uber existe y es más caro aún. Tu poder económico decidirá tus mejores opciones. Lo más práctico es usar el metro. La ciudad es muy grande, caminarás mucho en los sitios de tu interés. Dormirá bien, reventado con tantas diversiones.

Sin duda alguna, Europa tiene atrasos en un montón de cosas.

Nos creemos listos, pero ver otra cosa más adelantada puede sorprender a más de uno. Necesitamos despertar. Hay muchas cosas por hacer. Vivimos en una burbuja autocomplaciente. Poco a poco eso termina por dejarnos atrás.

Viajar despierta la mente. Nuestros políticos en lugar de pelearse entre ellos, entretenernos de estupideces bien deberíamos enviarlos aquí para conocer nuevas líneas de trabajo al servicio de la gente.

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La impresión general entre los dos viajes con casi cincuenta años de diferencia no es muy diferente.

El efecto modernismo sigue muy vigente, los adelantos tecnológicos están muy presentes. Un nivel de civismo excepcional, seguramente algo que podríamos enriquecer en Europa. Una sociedad que va a su bola, insular, con una cultura muy propia. Su influencia en el mundo parece más discreta que antes, pero penetra en todos los rincones técnicos. Una discreción y eficacia típica japonesa. Su arte y cosas culturales se expanden a círculos más amplios. Para nosotros, sobre todo, fue un sacudón con nuestra conformidad en Europa. Además, si quieren intentar conducir, van lento y el volante está a la derecha como los ingleses. Cosas así con darnos la contraria. Japón no deja a nadie indiferente. No van a olvidar jamás la visita os aseguro.

Viva la vida

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