El regreso de personas deportadas a sus países de origen supone frustración, impotencia, el dejar atrás un proyecto de empezar de nuevo, de reinventarse, de cambio…
Pero las fotografías de los primeros venezolanos que arribaron al país y que posaron junto a Diosdado Cabello, el número 2 del régimen, dicen otras cosas totalmente distintas: rostros de alegría, felicidad, algarabía, de triunfo…
Según las informaciones provenientes de los Estados Unidos, estos primeros viajes corresponden a delincuentes, personas con delitos, involucrados en hechos delictivos. Supongo que la deportación les quita la posibilidad de permanecer tras las rejas en EE. UU. y su ingreso a Venezuela les genera mayor tranquilidad. Aquí cabría aquella frase: “Entre delincuentes te veas…”
Y es que el régimen no guarda ni las apariencias. En el país, los reos conforman un poder sumamente grande; desde las cárceles operan grandes “call centers” desde donde extorsionan, amenazan y llevan a cabo cualquier cantidad de delitos.
Las cárceles venezolanas constituyen una gran fábrica del mal. Los jefes, bautizados como “pranes”, controlan absolutamente todo dentro y fuera. Para que ustedes, queridos lectores, tengan una idea: alguien que vaya a construir o desarrollar algún proyecto industrial o residencial debe acordar con “sindicatos” operados desde las cárceles, pagos de montos considerables, de manera semanal, para poder ejecutar el trabajo. De lo contrario, la obra es paralizada, los propietarios perseguidos, amenazados, secuestrados, etc. … lo que en el argot popular se llama “vacunas”.
Existen fotografías de los encuentros entre la exministra del Servicio Penitenciario, Iris Varela, y los jefes de los distintos centros de reclusión, donde se evidencia la cercanía, empatía y afecto reinante entre la autoridad y quienes están allí para pagar condenas por fechorías cometidas, que van desde robos hasta asesinatos.
Allí existen convenios, trabajos en conjunto; incluso, mucho se ha hablado de la posibilidad de que el régimen haya formado grupos de reos para fines u objetivos políticos, brindándoles la libertad con tareas específicas.
Es por ello que una banda hamponil local, cuyo territorio de operaciones estaba ubicado en el centro del país y a la cual bautizaron “El Tren de Aragua”, sea hoy una agrupación internacional calificada por Estados Unidos como grupo terrorista.
Quizás estos venezolanos que regresan sean parte de esta organización, y el hecho de regresar al país signifique de verdad un triunfo. Están volviendo a su territorio, donde existe buena relación con el régimen y total impunidad.
Más Información:
Es importante resaltar que quien los recibe, hoy día «ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz», es también la persona señalada de dirigir el “Tren de Aragua”, de ser uno de los capos del “Cartel de los Soles”, de ser el autor intelectual del asesinato del capitán Ronal Ojeda en Chile y de tener sobre su cabeza una recompensa de 25 millones de dólares, la mayor cifra ofrecida por los Estados Unidos para delincuentes y terroristas, monto que en algún momento se ofreció por Osama Bin Laden.
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