Siempre fui, más de los Beatles que de los Rollings. De hecho, en “Popglish” un musical que dirigí en el que los intérpretes debatían si era mejor la música de ahora o la de antes, hacían la pregunta directamente al público y, “juraíto”: división de opiniones. Pero este fin de semana el morbo estaba servido.
El Barcelona, en sus camisetas, lucía el logotipo de los sus Majestades Satánicas The Rolling Stones. Por otro, al ídolo que se ha metido al madridismo en el bolsillo Jude Bellingham le cantan cada vez que marca un gol (y se está saliendo de la tabla por arriba) la canción de los Beatles “HeyJude”. Esa que dice: “Hey, Jude, don’tmakeitbad / Take a sadsong and makeitbetter (Oye, Jude, no te sientas mal / Coge una triste canción y hazla mejorar).
Pues que mejor que una rivalidad Real-Barça para dirimir, con espadas en alto,el eterno debate Beatles-Rollings. Porque Jude Bellingham, como dice la canción, tan obediente el chiquillo, cogió la canción que estaba ofreciendo el Madrid en la primera parte que sonaba desafinada, con cada instrumento por su lado y nadie que dirigiera la banda; y la hizo mejorar. Vaya si la hizo mejorar. Por lo pronto, como si fuera un golpe de batería, pegó un zapatazo que se coló por la escuadra de Ter Stegen que hasta los oídos le pitaron.
Y, antes de terminar la canción, cerró con la genialidad de estar en el sitio que hay que estar como el Raúl de sus mejores tiempos. Y le sacó la lengua al barcelonismo. Esa misma que sacaron en las gradas (¿a los madridistas?) para agasajar a los invitados de excepción en el palco de Estadio de Montjuic Mick Jagger y Ron Wood promocionando su nuevo disco “Hackney Diamonds”. Solo por verlos en persona, bailando sus propias canciones por la megafonía, habría valido la pena comprar la entrada. ¿Dónde estaría Keith Richards? Seguramente buscando a Jack Sparrow.
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