De un lado el mar mediterráneo, este imán eterno.
Los sueños de navegación, la arena fina de sus playas alegra tu día. El paseo de los atardeceres. Un suspiró de felicidad, tranquilidad. Que la vida es bella.
Del otro lado del mar, hay vida costera.
Activa, densa, compacta, carreteras, polígonos industriales, las grandes ciudades, puertos, aeropuertos, una vida intensa. Niños en los patios de los colegios. Convive en una agricultura de proximidad con productos frescos de alta calidad. La joya de la corona con los naranjos. Un producto estelar conocido en todo el mundo. Aquí en la costa no hay vagos. Se gana el pan del día. Turismo, industria, pesca, agricultura, comercio, universidades. Un pueblo orgulloso de sus tradiciones. Saben honrar sus raíces.
Hay otros secretos muy bien guardados.
Un territorio para entendidos. Los especiales, los diferentes, los amantes de las cosas que ofrecen un esfuerzo para poder disfrutar a tope. Los viñedos, las bodegas, el senderismo, el ciclismo, el motociclismo, la vuelta con la familia un domingo. Aquí no hay masificación turística. El esfuerzo tiene sus premios.
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Es el patio trasero de la provincia.
Con sus bellas montañas, pinos, ríos, bonitos pueblos que luchan para no desaparecer. Paisajes enormes, silvestres, salvajes. Sus carreteras son bien entretenidas, conectando los pueblos. Aquí no hay rectas, todas curvas. Subidas y bajadas. Kilómetros de soledad. Aquí penetra en una nueva dimensión. Agranda tu felicidad. La seguridad social es amable con la población, el helicóptero puede llevarlos al hospital central de Valencia, Alicante, Castellón en los casos de emergencia con la llamada del médico de cabecera.
Aquí solo van los del esfuerzo, temprano la mañana, con cascos, los motoristas, los ciclistas, los amantes de la naturaleza, caminos escarpados, castillos, presas, vistas extraordinarias. Un privilegio, es otro mundo a pocos kilómetros de la capital Valencia. Todo el litoral de la Comunidad tiene ese oro a su lado sin quizás saberlo. Los pueblos tienen para recibir a estos visitantes de un día con mucha dignidad.
No buscan tu dinero, ellos quieren que vuelvan.
Negocios familiares con la gana de ofrecer singularidad, un punto de encuentro con los habitantes cada vez más solidarios. Estos pueblos se mueren. Hay que tener coraje para intentar la supervivencia. En la semana no hay casi movimientos. Un homenaje a todos estos profesionales de la restauración y cafés por su labor social en estos pueblos. A sus habitantes mantener la naturaleza, criar animales, cultivar lo que está tierra acepta.
Cuando descubrí estas maravillosas montañas, salieron lágrimas de felicidad.
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Soy un motero de casta. Muchos años andando por el mundo. Desde hace un tiempo, los fines de semana, el café con leche y una tostada con pan de horno me esperaba en Dos Aguas. La meca para el motorista de la región de Valencia ciudad. Es tan bello que también atrae la policía con sus radares. Cuidado motorista.
Bar, restaurante Sanz, Dos Aguas. Valencia.
Una familia de argentinos que sabe de restauración con muchos años en España. Se establecieron hace casi tres años aquí. Intentan con su proyecto ser uno más con la reactivación del pueblo. Siempre hay amantes de la naturaleza y cuidadores silvestres, bomberos, ciclistas, motoristas, senderistas tomando o comiendo algo. Sencillo y autentico.
Hay sonrisas a granel en este lugar.
Pero hay más, su carta parece un pedacito de Argentina. Empanadas argentinas de ternera, atún, bravas caseras, tortillas caseras, calamares y puntillas frescas hechas por ellos. Milanesas de ternera, pollo y cerdo. Chorizos criollos argentinos, pan cocido en el bar hecho en horno de leña. Todas las delicatessen que venden también para llevar. Las porciones son abundantes, ricas en todo. Parece un anuncio de publicidad, en realidad aquí hay una diferencia. Es un bar sencillo. Lo importante es el contenido, no tiene competencia en el lugar. Por eso vuelvo siempre. Primero por lo mio, soy un egoísta, luego come algo rico, una pausa es de recibo con gente que te atiende muy bien.
La España vacía necesita vuestro apoyo.
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No dejar morir estos pueblos. Podemos estar cansados de la ciudad. Una vueltita con una parada es bienvenida en todos estos lugares que necesitan clientes para sobrevivir. Durante la semana, el bar también está abierto con sus pocos clientes del pueblo. Este ejemplo es una réplica de muchos pueblitos del interior de la Comunidad Valenciana. Descubrir estos rinconcitos maravillosos no es una pérdida de tiempo, enriquece el alma. También se puede transformar en un escondite donde el tiempo se detiene por un momento.
Las alcaldías con sus edificios y banderas están sin fuerzas, clasistas. Necesitan sangre nueva para promocionar sus muchas ventajas. Diseñar el futuro para una semana entera en lugar de defender la inmovilidad. No entienden que cada familia puede beneficiarse del desarrollo de un pueblo.
Viva la vida.
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