Hace un buen tiempo que esperaba subir esa montaña.
Tenía la curiosidad de conocerla. La pasión por las motocicletas me llevó hacia ella. La Derbi Mulhacén 659, era una más de la serie de motos españolas poco vendidas. En 2006 Derbi presentó la moto de mayor cilindrada que jamás llegó a fabricar. Una mezcla entre scrambler y supermoto (scrambler moderno, dijeron en su presentación). Una belleza que llamaba la atención, con su diseño y sus muy buenos dotes técnicos.
De paso enterarme de la singularidad de esa montaña por ser la más alta de la península con sus 3478 m. Es más difícil ir al Mulhacén que a Ibiza o Córdoba con tu Seat. Finalmente, después de años de espera es como poner un sello en una carta para certificar que es muy válida la experiencia. Solo falta poner la dirección de envío para poder anunciar la buena noticia que nunca fue finalmente por abandono en la mitad del camino.
Las abundantes informaciones disponibles sobre su ascensión y el entorno no necesitan aquí repetir lo mismo. Así que vamos a intentar explicar porque se me ocurrió ahora subir esta montaña tan especial.
1: Tengo un poco dormido un excelente equipamiento para andar en las montañas.
2: Un pasado con experiencias de las altas montañas que pueden ser utilizadas para la ocasión para intentarlo solo en el invierno.
3: La otra es la edad que avanza. Lo mío ahora no es más arriba, algunos otros hitos singulares parecen más apropiados.
4: La constante presión sobre la gente con los eventos mundiales, la incertidumbre sembrada como si fuese granos de trigo afecta y achica el espacio de las iniciativas personales. Encontrar válvulas de escape es necesario para una buena salud mental.
Lo único que se mueve es la política y muchas estupideces que te noquean cada día en el telediario.
Corrupción que se transforma en un espectáculo, juicios y sentencias que demoran años, catástrofes previsibles sin avisar a la población, guerras y genocidios insoportables en nuestra época. Barcos hundiéndose en el mediterráneo con inmigrantes que nadie quiere rescatar.
Venderte la necesidad de armarse para sumarse a los asesinatos.
Hay un negocio difícil de imaginar. Jugar con el fuego nunca fue una buena idea. La cesta de compra que no para de subir, las colas de la Seguridad Social y más cosas como darte martillazos con los impuestos. Todo lo debes tragar sin muchos derechos de contestar. No voy a hablar de que te cortan las redes sociales si tu indignación sale del marco establecido. Esa democracia que se derrumba después de tantos esfuerzos para conseguirla. Llega un momento donde necesita reaccionar para poder liderar tu vida y no seguirla como una oveja obediente. El sofá dictando tu postura.
Una fuga premeditada de unos días en el monte para reflexionar y aislarse del ruido.
Es un buen comienzo para poner un poco de orden en las cosas. Quitarte las ansiedades, las mentiras y los bulos por un momento. Desconectar el móvil y sobre todo volver al principio de la vida. El tú a tú con la naturaleza. Un tiempo corto para recordarte de que vivimos con demasiados cosméticos tapando nuestras necesidades básicas. Solo veo a todos los chilenos sin electricidad durante una buena parte de un día para tomar consecuencia de que somos dependientes de muy pocas cosas para un gran desastre. Así que para festejar estos recién setenta años mejor un baño en solitario en las montañas.
Esperando un momento de máxima intensidad emocional. Después de una noche en la tienda de campaña a medio camino hacia la cima, estos 16 kilos en la mochila para ponerte a prueba, esa prudencia que me cuesta dejar, esa sopa caliente, ese guiso de carne con el camping gas para no comer frío, barritas energéticas y esas cosas llenas de porquerías. Son varias horas con esfuerzos continuos saliendo del pueblo de Capileira para llegar cerca del refugio de Poqueira actualmente cerrado temporalmente como primera etapa.
La gran diferencia aquí es para los que saben esperar el momento oportuno de poder abrir una trazada nueva después de una buena nevada. Ser el primero en mostrar el camino. Es como empezar todo de nuevo. La parte romántica está en la cita.
La realidad es más cruda. La ventana de buen tiempo no se materializó y en su lugar tuvo mucha lluvia, nieve y granizos. Solo faltó el viento para hacerlo todo mucho peor. Cualquiera hubiera puesto la culpa al tiempo para abandonar la expedición. La realidad es otra. Es que no puedes tener la cabeza de un cuarentón y un cuerpo de setenta. El peso de mi mochila era demasiado para mi. Esta quincena de kilómetros subiendo me mataron. El vivac era necesario para descansar. Tu expedición toma relieve y estás muy contento. También estás solo en la inmensidad del terreno en estos primeros días de marzo durante la tormenta. Se trata de una ascensión invernal, muy poca gente. Solo he visto dos jóvenes polacos en el estacionamiento.
Hay momentos de dudas, piensa que es demasiado, quizás estar con un compañero sería más seguro. Esperar el verano es mas más sabio. Recordando otras aventuras está no es la que más asusta, pero en las montañas el respeto donde sea es una máxima. El tiempo no se arregló al día siguiente. El momento de la cumbre puede esperar. La decisión está tomada de volver a la base. Unas tres horas y medio de descenso bajo la nieve y luego la lluvia. Es siempre exigente además con el fracaso en la mente ahora. La meta no está alcanzada. Es razonable el abandono, pero es un proceso largo que empieza desde tu mente, tu casa con los preparativos, el viaje de aproximación, la subida. Luego casi nunca se habla de la bajada, lo duro que es, despedirse del lugar, esa última mirada antes de subirte al coche para volver a casa. Es como volver al gallinero después de una escapada. Un sentimiento nostálgico que te invade. Arriba en la montaña, la soledad es un territorio amable contigo. Las agresiones disminuyen, la paz está al alcance. Tus sentidos son mucho más alertas, afilados, estás atento a todo lo que se mueve alrededor tuyo, atento al menos de los cambios. Es como hacer un lavado cerebral, no se usa detergente para eso, solamente un poco de voluntad para decir “no” a tantas cosas que nos hacen movernos.
Todo es mucho más sencillo de lo que parece. Puedes escuchar tu cuerpo, tu mente está funcionando de manera diferente, puedes intentar entender tus miedos, tus preocupaciones, dibujar proyectos y nuevas aventuras.
Invito a cada uno a hacer una pausa para experimentar un viaje interior de unos días.
¿De qué vale leer y estudiar si no es para aprender algo? ¿Y qué es aprender sino construir sobre lo que ya sabemos y que bajo el peso de lo aprendido se caiga todo lo que creíamos firme?
Refresca enormemente la mente. Seguro su vida volverá más centrada en cosas importantes. Dejará atrás viejos malos hábitos. Empezará con nuevas ganas y metas, será un momento feliz porque el cambio y el camino lo trazas tú. La autonomía positiva, dinámica, la que pone ese valor adicional a largo plazo.
Viva la vida.
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