
Sueñan con el arroz. La meta imposible

Tu vida no es arroz con cosas. No pueden con nosotros.
István Örkeny, otro de esos abundantes escritores nacidos en el seno del Imperio austrohúngaro, en su texto«Arroz». La inspiración de este ensayo es de Adrián Naranjo editor ".
—¡Arroz, te traigo una carta!
Me llama arroz. Nosotros no tenemos nombre, ¿para qué? Sólo a dos tipos de queso, a dos tipos de pasta de dientes o a dos novelas hay que darles nombre para poder distinguirlos. Pero ¿a dos granos de arroz? Abrí la carta, le eché un vistazo y se la devolví.
Yo sólo soy un grano de arroz, pero no me gusta que me confundan con otros.
El teatro de lo absurdo siempre encierra grandes verdades. Cuando escribes, hablas, actúas, debes hacerlo con voz propia. De nada sirve si te mueves sin coraje, sin valentía, siendo políticamente correcto. Si haces eso, estás como un plato de arroz, ninguna singularidad.
Los granos de arroz son todos iguales.
Nadie pone nombre a un grano de arroz. Solo se podría hacer eso desde el absurdo. Si no actúas desde una voz propia y lo haces pensando en las consecuencias de lo que dice o escribes, luego no te quejes cuando la gente no te ponga nombre y te confundan con otro. No te gusta, pero será irremediable. Se diferencia entre dos tipos de quesos, dos tipos de novelas o dos tipos de pasta de dientes, pero no se diferencia entre dos tipos de productos clónicos.
Digo yo ahora:
Así que, si no quieres ser un grano de arroz, su sello personal hará toda la magia. Eso es lo que te hace ser diferente. La igualdad, la mezcla infinita, las leyes, las obligaciones, las interdicciones, los deberes, la hora, la moda son tentativas para que seamos los más iguales que sea posible. Clónicos en muchos aspectos. Para asegurar el silencio, evitando la rebeldía. Las opiniones se transforman en válvula de seguridad, como el humo que se expande sin presión ahora sin consistencia. Difuso y variado en las redes sociales todavía en abierto... De mil opiniones no se saca ninguna conclusión. Se transforma la opinión en una forma de gritos en las redes, una manifestación emocional moderando las frustraciones. Sobre todo, congelando la acción. Gobernar con guantes de hierro nunca ha sido más fácil. Quitarte la posibilidad de pensar, corregir, implementar, emprender, triunfar. Lo intentan todo, pero siguen sin lograr buenos resultados.
Seguimos altos y bajos, flacos y gordos, razas diferentes, religiones y creencias variadas. No pensamos igual, no hay manera para atarnos de manera definitiva, como un perro con su cuerda, su cable o su cadena. Lograron hasta ponerles un chip para ver cómo funciona, a ver si continúan con nosotros. Con los satélites, los drones, la detección infrarroja, tus huellas digitales ya son muy difícil el anonimato. Te desvía un pelín y la multa llega directamente a tu casa. Si te pasas, como el arroz, nada bueno puede ocurrir. Se tira o se mezcla con los insubordinados. Nunca más volverá a ser como una paloma blanca sin defectos, fiel al orden y modales democráticos...un sueño lejano ahora con tantos atropellos. Un modelo desgastado por la envidia, la concentración de la riqueza para unos pocos. Se promociona de manera intensiva la igualdad por abajo. El modelo necesita una revisión urgente.
A veces es un reto salir de uno mismo cuando estás enfrascado en seguir tus rutinas. Nadie te dirá qué debes hacer o modificar para conseguir esa voz personal, alejarte del trabajo típico de una cadena de montaje que se parece mucho a nuestros hábitos. Hacer que tu voz tenga un nombre identificable, que lo haga genuino, único e intransferible. Que no sea un simple «grano de arroz». Más que conseguir esa voz, lo que debes hacer es encontrarla. Encontrar la manera de expresarte de forma libre y sincera.
Viva la vida.
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