Esto va en serio. Turbulencias en el vuelo.
El mundo político nos fastidia la vida de manera frecuente, en estos momentos se revolucionan con una escalada sospechosa. Tienen demasiados apuros para aprovechar cada desgracia. Siempre es culpa de otros avanzar en sus proyectos de sobrevivir en la confusión y insisten con sus caminos expansivos sin ningún respaldo financiero.
Se creen sin responsabilidades sobre las consecuencias de sus decisiones.
Las subprime, el COVID, los rusos, las energías, el rearme, los aranceles, cada oportunidad es buena para endeudarse de manera exagerada. Vivir encima de sus posibilidades. Se traduce con la creación de burbujas especulativas que movilizan sectores económicos diversos. Construcción, agronegocios, automotriz, bancos, energías, los beneficiarios son las grandes empresas, corporaciones, bancos, inversores. Los gobiernos ponen la alfombra roja con la inflación para ayudarnos a empobrecerse. Lo peor es que votamos para que nos castiguen. Hay que apagar la tele, es como el fentanilo que te paraliza.
Los discursos dicen una cosa y la otra es la realidad más cruda.
Una constante presión salarial y fiscal sobre la gente trabajadora. La creación voluntaria de una desigualdad rampante. También la miseria es un buen negocio. Un descontento visible. Una hilera de pequeños ajustes, a veces bruscos sin sentido común. La confianza en nuestras instituciones se tambalea. Una desconexión que asusta. Esa democracia que se nos va a fuego lento. Sus valores están pisoteados por los mismos dirigentes políticos. Los que nos gobiernan. La justicia que da apoyo en las leyes cuando conviene o es capaz de politizar sus decisiones. Hay varias velocidades con las sentencias según quien está en el banquillo de los acusados. Indultos, amnistías sospechosas.
La gobernanza está perdiendo el sentido común sobre todo un valor como la ética.
La gente empieza a preguntarse si van a continuar aguantando el desgaste, de agarrarse a lo que tienen o sean capaces de ver los caminos que nos proponen. Una dirección que ahora pone en peligro la vida misma. Una línea roja que muchos no están dispuestos a seguir. Ahora estamos en la parte de acción, vendrá la otra que es la reacción. El rearme de seguridad que nos dicen puede transformarse en minutos en defensa del desorden público. La mordaza definitiva. La libertad condicional.
Las turbulencias económicas, la aparente movida estratégica para cambiar los modelos que hasta ahora movía el mundo provocan grandes incertidumbres. No nos dicen la verdad. Hay un plan que nadie se atreve a contarnos. Se atrincan en un relato que nos divierte. Movidas estéticas siempre con un culpable equivocado.
El fondo de la cuestión no se afronta de manera directa u contundente. El sistema está agotado, no crece lo suficientemente, la globalización fue un escape hacia la ilusión, nos proporcionó crecimiento acelerado, una burbuja global. Ahora después de décadas de abundancia la mina se está agotando. Se busca la manera de seguir para mantener una parte de la población con sus avances.
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Como una tortuga que retracta su cabeza, busca protección en su casa blindada.
El chaparrón nos viene encima. Lo sabemos porque no somos tontos. Nos encantó la ilusión, los coches, las casas, las vacaciones, lo material. No nos preocupamos por el precio que pagamos.
No éramos conscientes de los márgenes extraordinarios de beneficios que generamos para los inversores, los bancos y grandes tenientes. El dinero fácil con deudas. Nadie se preocupo por el futuro. Un modelo suicidaría.
Ahora ese vehículo está en plena velocidad con un muro adelante.
No hay un freno ABS suficientemente potente para parar este carro. Los ingenieros se equivocaron con el diseño del vehículo. Tampoco existe un seguro para pagar a las familias la perdida de sus seres queridos en el accidente. Todo lo que sucede ahora con Estados Unidos, Europa, China, tiene el mismo síntoma. Agotamiento del modelo económico. La transición digital, eléctrica y esas cosas ambiéntales que tiene sus matices con las reglas que se pueden modificar cuando conviene. No es otra tentativa que renovar el modelo con las mismas bases.
Un modelo más refinado con un centro y un alcance global.
La descentralización, la fragmentación, la globalización son vistas como una debilidad ahora. Los intercambios múltiples para abaratar la producción solamente eran movidos para más beneficios. El cliente nunca gano nada en el modelo, pagando lo máximo posible. Los últimos años de manera exagerada. Una fuga adelante que era un signó de alarma.
Parece que vamos hacia la formación de bloques geopolíticos compitiendo entre sí. Una transformación significativa. Una transición costosa sin dinero en los bolsillos naturalmente. Proponen cambios sin respaldos. Parece un pobre que quiere comprar un Ferrari. No es posible. Pero el gobierno si puede, imprimen dinero, se puede comparar a un delincuente.
Las insistencias para invertir en armas es el preámbulo a estas nuevas zonas de influencias. Poder defenderla es necesario.
También como en término comercial hay que limpiar la carpeta. Entretenernos con una guerra para disfrazar las carencias del nuevo sistema que va a necesitar tiempo para arrancar a su nueva potencia.
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Nos tienen de rehenes con el gatillo en la nuca. Nos equivocamos de enemigo. Antes de mandarte a la guerra van a asegurar que tus ahorros sean confiscados, el euro digital mirando si descansa demasiado o tomando una cerveza de más. Ahora te diseñan un plan fiscal optimizado, asegurando que no pueda levantar la cabeza para ver el horizonte.
No es de extrañar que no nos saludamos en las calles, las sonrisas y la alegría se desvanecen y se transforman progresivamente en cuentos de nuestros abuelos.
Viva la vida.
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