El oficio más peligroso del mundo

El oficio más peligroso del mundo

El jubilado. Ninguno sobrevive a la etapa.

El nuevo día empieza con el murmullo de la ciudad. Es de noche ahora en noviembre. Los cambios de turnos, la vida laboral es un 24/24 sin parar. Un ruido de coches, una moto con el sonido de escape ilegal, seguramente un joven apasionado y trabajador. Un camión cargando cubos de basura destacan. Algunas persianas se abren. La molesta limpiadora municipal es siempre puntual, no necesitas un despertador. Los fines de semana las personas vuelven de una fiesta o una discoteca, todos hablando con voz alta. Seguramente reconocerán este ambiente matinal de una ciudad o pueblo. Todo es normal, la población se despierta con sus costumbres. Sigo durmiendo un rato más con paz. Me toca levantarme cuando se escuchan a los niños preparándose para ir al colegio. Atento al cantó de los pájaros, siempre están aquí recordándonos nuestra conexión con la convivencia y con la naturaleza. Tengo un plan para el día, pero nadie me obliga a nada, es una libertad sin demasiadas condiciones. Cada día nuevo es un regalo maravilloso. Finalmente, con la completa autonomía me levanto con buenas ganas. El grifo del agua abierto recordándote que ese liquido de oro está todavía disponible a profusión. Todavía accesible a un precio razonable. Cualquier político será capaz de arruinarlo todo en cualquier momento para pagar sus comodidades.

El día parece mucho a una carretera con curvas y cruces.

Todo lo que a mí me gusta. No hace falta ir en moto para disfrutar de la vida intensamente. El jubilado de hoy no trabaja, pero es muy activo, tiene un estatus muy engañoso. Con mi mujer hablamos de todo, por momentos con vistas distintas, paradas para tomarnos un café en la plaza, ir a algún lugar. Cocinar cosas reales, no hay problemas, nos gusta comer sano. Acompañar a las citas y obligaciones de la vida, las compras, el cajero automático, el bus o el metro también con las horas punta. De joven uno piensa que hacen estos jubilados en el bus a estas horas quitándonos los asientos sin pensar que es la misma cola para los transmites. La pertenencia a una familia con sus costumbres. Caminar juntos a esa hora y media, es muy saludable. Es bastante pero no es suficiente. El espacio de uno es vital para una armonía plena. La actividad no se para para el jubilado.

Luego cada uno con sus cosas.

Lo mío es como una hormiga trabajadora. El ocio está mezclado con la logística. Llevo todo lo pesado. Arreglo todas las imperfecciones de la casa. Las manitas también tienen un ojo sobre la bici, la moto y el coche, llevo la movilidad en la sangre, necesito espacios geográficos para funcionar bien. También llevo la administración y papeleo de la familia. Ella lleva un ojo clínico sobre las cuentas con una consecuencia: Estoy jodido con los gastos extra. Ella es la erudita de la casa, libros, estudios, cultura, toma muchas notas, fémina con la memoria de un elefante. Lo bueno es que podemos disfrutar de vacaciones gracias a su buena gestión. El IMSERSO viene bien si te toca, muy social te dicen, que buenos son los políticos. La realidad es otra cosa, es como ganar la lotería para una plaza. Cada año se repite el escenario. Muchos aspirantes por unas migas de habitaciones disponibles. Debes usar tu ingenio para poder irte, muchas veces en lugares que no puedes elegir.

Con los años las promesas y la esperanza se disfrazan en un engaño más.

Mejor hacer tu camino propio con cosas efectivas y reales. Deberían hacer un descuento del IRPF sobre la renta a los jubilados. Quieren castigarte hasta la muerte. Ni siquiera nadie te paga por cuidar a los nietos. Tampoco suben el sueldo mínimo a niveles de la realidad económica. Te quieren convencer del PIB explosivo, del buen dato del empleo. No es extraño los buenos resultados de la economía, los del IBEX abren el Champagne a cada sesión. Lo único que veo por el momento es que tienen demasiados ciudadanos encorvados sin poder ver la luz fuera del túnel, es muy perverso, insano. Una desigualdad, discriminación intencional intolerable con esa idea de democracia que tanto quieren vendernos. Tarde o temprano no van a aguantar más la situación por mucho que tengan coche, casa y dos cartas de crédito. La falta de oxígeno es notable. Las clases medias tocadas ahora también. Una desescalada es inminente. La democracia nunca fue tan maltratada como ahora. Con los años también desconfío de los políticos, hablan mucho más que hacen cosas para recordar. Se transformó en una burbuja independiente donde nadie quiere renunciar. Un estado dentro del estado. Cada año es un poco más grande. Demasiados empleados, trajes y comilonas. Estructuras obsoletas. Viven del crédito y la imprenta de billetes. Nos conducen al colapso o peor a la guerra para disfrazar sus incompetencias. La desconexión está en la puerta. Nadie confía en ningún político del color que sea en estos momentos de exageración.

La DANA está todavía presente aquí. Vivimos esta catástrofe que nos persigue en los sueños. La actuación de las autoridades es representativa de la confusión, la complicación, la incompetencia humana al frente de una montaña de directivas y protocolos administrativos creada por ellos mismos. Es la más absoluta paralización de la mente política. Lo que pensábamos a voz baja se materializó aquí brutalmente indicándonos las medidas que en el futuro deberíamos tomar con nuestros dirigentes. Es verdad que la vena anarco me duro lo que tardo en tener un sueldo digno. Ahora parece que hay que revisar la trayectoria para ayudar a estos jóvenes a ser más conscientes de la realidad. Está burbuja política autosuficiente no está para la labor de ocuparse de los problemas de la gente.

Creo que la DANA de Valencia va a provocar grandes cambios con la ciudadanía.

Un antes y un después político donde la gente recobrará el protagonismo exigiendo reformas profundas.

Otros premios más seguros y relajantes son las salidas culturales, teatro, música, ciné, museos, viajes cortos de algunos días que nos mantienen en alerta, la curiosidad no desaparece. Por suerte la moribunda democracia sigue culta. Todavía los cortes de presupuesto para la cultura no están activados.

Una buena jubilación no es generalmente el producto de la suerte. Son esfuerzos dirigidos, dedicación, constancia, ganas de superación durante toda la vida activa.

Es como andar con una moto, una buena trazada se busca, se entrena, se consigue.

Sacrificios seguros, nada es gratis en este mundo de brutos. El que tiene una jubilación poco para entusiasmarte no significa tampoco un completo desastre. Se hace con lo que hay. La sonrisa no desaparece. Por justicia la felicidad no está conectada con el dinero que se gana. Me sorprende mucho ver que todo lo relacionado con lo material disminuye de importancia con este momento de la vida. Uno es generoso con la escasez, la rotación de tu fondo de armario no es estratégica, el ego se transforma en una esponja para escuchar, ayudar, ver las otras estrellas y brillar.

Mi energía se renueva mucho con actividades con la naturaleza, es como un eje conductor. La comunidad valenciana es un paraíso para el observador con sus montañas desconocidas, una combinación mágica con el mar siempre cerca de tí. Muy atento a los cambios de estaciones, los cultivos, los trabajos del campo. Una atracción que me persigue desde la infancia. Todas esas cosas vitales. Puertas adentro, surfeando en internet para actualizarme sobre el mundo político, económico, social. No desconectarse del mundo activo. El móvil está demasiado en mis manos. Ese mundo digital, la transformación rápida de muchos básicos que marcaron nuestras vidas. Hemos pasado el examen tecnológico con tantas novedades.

Se abren nuevas fronteras, es fascinante.

Levantando cabeza veo que todos tenemos la mirada fija en las pantallas. Algo está cambiando con una velocidad vertiginosa. Observador con las cosas que pasan. Puedo encontrarme crítico, pero tampoco me hace perder mi eterno buen humor. El optimismo es mi compañero favorito. Me tengo ocupado siempre. Estos platos sucios y la limpieza general me tienen harto, pero es parte del contrato matrimonial desde casi cuatenta y cinco años.

No hay un día de aburrimiento. Hasta la siesta es necesaria para disfrutar de la vida del jubilado. Un estado divino con la mente tranquila. Ahora me parece una vida tan activa que cuando trabajaba. Es una sorpresa. Uno podrá pensar que la jubilación es un cambio drástico. Lo es, pero no tanto con el ritmo y las actividades finalmente. No parece en absoluto un desierto. El instinto de conservación es intacto. El atardecer, las lunas llenas, las estrellas abren los sueños que nunca se acaban. Seguimos atados a la cuerda de la vida. Sabemos también que en cualquier momento una tijera escondida cortará tu andadura para siempre. No sabes cuándo, dónde, a qué hora. Una incógnita que nos ponen todos iguales por un momento. El nacimiento y la muerte son dos eventos de inocencia extrema. Vivir la última recta con décadas de vida satisfactoria es todo un honor.

La salud acompaña, es un premio por tener una disciplina compartida durante toda la vida.

Agradezco a mi mujer, ella construyó un edificio sólido, para durar. Sin ella, yo sería un desastre. Con los setenta, el conjunto puede calificarse de muy bueno. Vamos a intentar prolongar este estado de gracia sin necesidad de modificar muchas cosas. No hay necesidad de cambiar de empleo. Muy consciente de estar disfrutando la vida en un entorno de seguridad, en paz que solo puede ofrecer una democracia consolidada. Un activo increíble que hay que defender con mucha más convicción. Las batallas campales entre políticos no ayudan a más claridad. Un circo mediático que aleja las posibilidades de resolver los problemas de la gente. A más administraciones y tecnócratas, más confusiones, más corrupción, más líos. Nuestro mundo se mueve, se transforma, progresa con gran velocidad. Adaptarse es fundamental para seguir actualizado a estos cambios. La felicidad puede ser más plena cuando uno se siente pasajero del viaje. No hace falta pilotar el avión.

No quiero ser un jubilado esperando en la terminal ese avión que ya despegó. Lanzó un aviso para navegantes, la felicidad empieza todos los días de la vida. El que espera la jubilación para tenerla se equivoca.

Sin olvidar dar un saludo a la Comunidad Valenciana, esa tierra acogedora, con sol, mar y montañas, su paella eterna. Sus eventos meteorológicos extremos deben mantenernos respetuosos con la naturaleza. No nos dejamos engañar con los más de 300 días de sol al año con una temperatura media de 19º y un clima mediterráneo con inviernos suaves y veranos cálidos.

Su gente es el tesoro más grande.

Se distribuyen las monedas a quien lo necesita, las sonrisas no se cobran, la sinceridad se comparte, la solidaridad es evidente. La inocencia deslumbra. Si pierdes algo te lo llevan a la comisaría. La honestidad está viva. Extraordinaria región con respecto a sus tradiciones. Es un honor poder compartir estos privilegios.

En el fondo el pueblo tiene siempre la razón. Lo bueno sigue presente. Tarde o temprano van a poner orden al desorden. El jubilado sigue atento y desea siempre lo mejor para los que siguen.

Viva la vida.


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Jean Pierre

A Jean Pierre Maire siempre le persiguió la curiosidad. El deseo de conocer el mundo desde la temprana edad. Le apasionaban los mapas, se forjó entonces un verdadero camino hacia la singularidad, la independencia y la libertad. Tratando de influenciar sus decisiones para satisfacer sus necesidades. Es de esos que creen que el destino se puede forjar. Seguir la mayoría nunca fue su objetivo.Tuvo que surfear sobre la ola, caerse en el agua de vez en cuando. Aceptar los modales de la sociedad done vivia cada vez más decadente moralmente y tambien corrompida. Meter sus manos profesionales en el sistema con una doble agenda. He sido un cobarde egoísta de no levantarme contra tantas injusticias. Astuto en aprovechar las oportunidades, creciendo en las heraquias, buscando el mejor rendimiento económico con mi trabajo. Pudimos en familia vivir experiencias extraordinarias con condiciones privilegiadas. Quedan ahora estas vibraciones, estas maravillosas sensaciones de que queda más por ver, entender, que nada está terminado. Ahora jubilado, primero no deja entrar a este viejo en su casa como justamente lo dice el actor Clint Eastwood. La experiencia es un grado. La andadura es un regalo. Tuvo suerte, trabajando en varios continentes con puestos de  gerencia general en el sector industrial. Multinacionales suizas, suecas, canadiense. Autónomo unos años en Madrid. Un amante de la vida, de la familia, los deportes, la naturaleza.Subiendo montes y altas montañas, andar en la bici de carretera, maratónes. Motociclista apasionado desde siempre. El "yo" egoísta es visible en el camino. No es una forma extravertida como aparentar con aires superiores. Son estas cosas que me llenan, me divierten, me emocionan. Cosas solitarias. Me gusta aprender siempre cosas nuevas. Jean Pierre Maire, nació en Suiza el 18/12/1954. Vivo en Torrente desde 2017.

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