Navidad, ya está la ilusión
El calendario está loco este año 2024, las fechas se mezclan con la felicidad y el horror.
Con la DANA, Valencia vive momentos difíciles. Desde Torrente sin el metro, ahora hay buses con lanzaderas para ir a la gran urbe, es un trayecto aparentemente sencillo. La DANA nos complicó la vida con puentes e infraestructuras dañadas. Es un viaje de treinta minutos donde las emociones te persiguen a cada mirada afuera de las ventanas del bus. Cruzando las zonas afectadas, se puede ver un paisaje desolador, tanto coches para la chatarra como los enseres destruidos siguen amontonados en sitios de depósito de emergencia. Calles sucias de barro ahora transformadas en polvo nocivo, parece que volvemos a los tiempos de la pandemia con sus mascarillas, los edificios muy tocados, muchos sin sus ascensores funcionando todavía. Genera otros tipos de problemas ocultos como para las personas con problemas físicos. Zonas industriales dando pena sin movimientos. Pasando el mes desde este maldito 29 de Octubre se ve muy lenta la recuperación estética, el despertar de un gran choque emocional. Esto va para largo. Toca arreglar la parte técnica, invisible pero tan complicada e imprescindible que es necesaria para reactivar todos los servicios, los trabajos de limpieza no tienen fin. Mucha gente no se incorpora al trabajo, sus empresas arrasadas por el lodo con sus maquinarias destruidas.
No hay nada para festejar, tampoco hay muchas ganas de irse de compras Navideñas sin dinero en los bolsillos.
Hay otros gastos mucho más urgentes sin respuestas de cómo van a ejecutarse. La incertidumbre y la ansiedad es muy visible en los rostros de la gente.
Cuando estás mirando el televisor te inundan de árboles de Navidad, luces y a quien tiene el árbol más alto del país. El espíritu navideño a plena potencia. Se mezclan las fechas sagradas con la publicidad intensiva, también con el maxi descuento de un Halloween que se extiende al infinito. Hay muchas ganas de presionarte con las compras. Muchas cosas pequeñas hacen un río grande...
Es como vivir un descenso de la liga.
Desde aquí todo parece irreal y una cierta desconexión ocurre este año. Hasta el precio del marisco nadie se queja ya que la alimentación es otra cosa ahora. Todo es más difícil. Remontar es muy difícil sin los ascensores funcionando. Tampoco hay rebajas con las herramientas de trabajo. Los coches, no se hablan más de descuentos en la zona con 120000 coches a remplazar que no es poca cosa. Hay colas y los precios aumentan. Las ayudas son como el sueldo que sube y luego se le come la inflación. La crueldad no desaparece castigando aún más a las víctimas.
Las ayudas siguen en procesos documentales. La realidad terrenal es otra cosa. La navidad no espera, sus días son sagrados. Las emergencias pueden esperar de eso lo hemos aprendido de muy mala manera aquí.
Los peques en el carrito están con la mirada en el móvil de los padres, ni siquiera levantan la cabeza hacia el cielo para ver las pocas decoraciones en las calles. La ilusión la mantienen los padres, ellos perdidos entre la tradición y un mundo nuevo que se dibuja.
Pero las buenas razones no faltan, los compromisos agradables siguen de pie, las comidas de empresas, la cena navideña familiar, los paseos nostálgicos. Un periodo normalmente feliz con expectativas nuevas. Recuerdos de todo tipo. La transición hacia un nuevo año. Se intenta sin embargo juntarse, atrapar la vida de nuevo.
Aquí, hay respeto con la catástrofe, nadie se pasa con la euforia navideña. Las sonrisas son tímidas. Hay una cierta vergüenza de disfrutar cuando tú vecino lo ha perdido todo. Todos estos fallecidos que no quisieron morir de esa forma nos emocionan. Es imposible no compartir el dolor de todas estas familias inocentes. Está Navidad no ofrece la esperanza de un arranque nuevo así que no más. Es muy temprano todavía. Hay mucha rabia guardada. Una cosa es la naturaleza y otra es la negligencia constatada. El impacto físico y moral es tremendo en la región. El cansancio también está aquí, el trabajo para recuperar la actividad es inmenso y agotador.
Los optimistas que son muchos, tienden a pasar página motivando a sus pares para hacer una pausa. Dejar el martillo y las palas unas horas. Olvidar por unos instantes las desgracias. Levantar la mirada al cielo con un buen trago a la mano, saludar a los desconocidos fallecidos, ellos quieren que nos brindemos antes de irse para siempre. Las luces navideñas dan esa punta de emoción, ese momento mágico que va transmitir la energía positiva para seguir adelante.
Feliz navidad Valencia. Viva la vida.
Descubre más desde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Descubre otras Noticias relacionadas a Navidad, ya está la ilusión puedes visitar la categoría Opinión.
Deja una respuesta
Más INFORMACIÓN Relacionada: