- Aitana Sánchez Gijón ha sido una maestra de la interpretación al frente de la gala
- Por el contrario, Richard Gere, al ser galardonado con el premio internacional, no ha sabido conectar adecuadamente con el espectador
- El arte de la cinematografía: saber estar, saber hacer, saber comunicar y mantener la atención del espectador
- La gran noche de las emociones a través del lenguaje paraverbal de silencios, pausas, llanto contenido y a lágrima viva
Si algo ha caracterizado a la presente edición de los Premios Goya ha sido el despliegue de gestos y motivos de los intervinientes y de la propia Maribel Verdú en la presentación. Su capacidad de saber captar la atención del espectador, con fuerza y naturalidad, ha demostrado que una gala como esta, llena de dificultades en su realización, puede ser foco de atención del espectador si los que aparecen en pantalla tienen estudiado su papel, desarrollan con destreza el guión y saben comunicar con pasión.
El experto en comunicación audiovisual de la Fundación Economía y Salud, Julio García Gómez, afirma que “desde el inicio de la gala, hay guiños evidentes al arte de la cinematografía en todos los aspectos de la actuación, la dirección, el guión, los diálogos y los personajes. Aitana Sánchez Gijón ha sido una maestra de la interpretación al relatar el valor que supone que unas personas de carne y hueso sean capaces de convertirse en genios de la creación al dar vida a los personajes.
Aitana ha estado espléndida, ha dicho mucho con la expresión gestual en un rostro, lleno de emociones en sus ojos, con la chispa de la mirada y las emociones a flor de piel. Su voz ha sido proyectada con la maestría marcada por un foniatra, pero a veces quebrada por la propia emoción del momento. Lo que mejor ha sabido transmitir es sensaciones al público del arte de la cinematografía: saber estar, saber hacer, saber comunicar y mantener la atención del espectador.
Por el contrario, Richard Gere, al ser galardonado con el premio internacional, no ha sabido conectar adecuadamente con el espectador por una traducción poco fiel a sus mensajes. Ha sido un discurso excesivamente largo y poco convincente. Debería haber sido más cercano al espectador de sala y a los que han seguido la gala por televisión.
La gran noche de las emociones a flor de piel
El resto de participantes ha adolecido de medición en los tiempos. Como siempre ocurre en la gala, ha habido demasiados agradecimientos, demasiadas alusiones personales a familiares y amigos en listas a veces interminables, como en los discos dedicados de la radio de los años 40 y 50: “para papá y mamá, hermanos, primos y abuelos, por ser los mejores del mundo…”
Ha habido todo un catálogo de signos de lenguaje no verbal en premiados y asistentes: emociones en las palabras que han dejado sin palabras a todos. La voz ha jugado un papel muy importante porque ha mostrado en todo momento la efervescencia y excitación por el estado de ánimo de los participantes.
La edición de los Premios Goya 2025 ha sido la gran noche de las emociones a través del lenguaje paraverbal de silencios, pausas, llanto contenido y a lágrima viva.
Renovación de mensajes
Es hora de renovar los mensajes de la Gala. Hay que actualizar la comunicación de los que protagonizan el evento y hacer de este acto público algo singular y muy dinámico.
No obstante, los Premios Goya siguen siendo un referente de la cinematografía nacional e internacional con una labor espléndida de coordinación de la Academia de Cine. Un trabajo excelente de guionistas, director y técnicos. Ha sido un gran trabajo de equipo con guiños a la precariedad de la vivienda este año. Granada ha prestado el mejor escenario soñado, que ha prestado todos los atributos a la comunicación con el espectador, que también este año esperaba algo más. Quedamos a la espera de unos nuevos Goya cargados de fuerza con los mensajes verbales y gestuales de los protagonistas.
Julio García Gómez es experto en estrategias de comunicación audiovisual de la Fundación Economía y Salud y Fundación Casaverde.
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