La soledad no deseada puede transformarse en una pesadilla.
Hay una avenida cruzando toda la ciudad. En su centro hay un paseo peatonal bordeado de ambos lados con árboles, plantas, flores y palmeras. Una sombra permanente invitando a la caminata. El suelo de cerámica es elegante con un toque de distinción. Es muy acogedor. Tres kilómetros de largo. Lo suficiente para quien quiere hacer un sano recorrido diario para mantener la salud. En la zona céntrica a cualquier altura hay cafés, tiendas, metro, buses, super, bancos, y todo. Se cruzan todas las generaciones, familias, niños, estudiantes, trabajadores, jardineros del mantenimiento, mascotas. Hay vida en este lugar. El trabajo no se detiene.
Es como una película, puedes pasar una hora mirando sin necesidad de pagar una entrada o parecido a un hotel de cinco estrellas para un anciano solitario. A los jubilados les encantan. Un lugar de alivio, rompiendo un poco la soledad con saludos, miradas divertidas. Tampoco hay vergüenza con el andador. Todo parece como un pueblo de antes, se escuchan todavía las campanas de las iglesias. Torrente, una ciudad acogedora, parques infantiles a profusión, actividades culturales y mantenimiento de las raícesvalencianas con sus costumbres bien ancladas aquí. No faltan las mascletás y fiestas de todo tipo. El mar mediterráneo está a solo diez kilómetros. Ochenta mil habitantes, una ciudad que sigue pareciendo a un gran pueblo con un ritmo más pausado. El metro te llevará al centro de Valencia en veinte minutos. Perfecto. De vez en cuando me siento en los bancos públicos para observar, trato de elegir uno ya ocupado. Personas solas, con miradas perdidas o cansadas. Enseguida tomando la iniciativa después del llamativo buen día. Raramente me equivoco.
La soledad es el denominador común.
Personas con pocos contactos. Suficientes autónomas para salir de sus pisos, capaces de romper sus rutinas. Tienen familia, pero los hijos no lo atienden bien o con poca frecuencia. Algunos están lejos, también al extranjero. Tampoco esas personas son demasiado amables con la sociedad, generalmente viven con unas pensiones de miseria. Nadie reconoce que sus aportaciones al sistema de la seguridad social eran tan exigentes como la de ahora. Pero los sueldos eran de otra época. Sus ingresos actuales no son suficientes para vivir. Rozan la pobreza aguda de muchos de ellos. Hay centros de mayores para entretenerlos y hacer parecer que la comunidad hace algo para ellos. Una gota de agua que no soluciona nada. Por muy dinámicos que sean, son apaños. Conocen su existencia, pero si no les gusta el baile no acuden. Una vez al día van al super, dan un paseo acorde a sus dolencias. Las pastillas y las farmacias son buenas amigas. Es muy bello conversar con estas personas, sus rostros de repente se iluminan, empiezan a hablar, sus vivencias, las cosas significativas que hicieron, se abren, hay algo de exuberante en estas conversaciones.
Tantas cosas para aprender.Se sorprenden ellos mismos de hablar con un desconocido. Cosas que les importan, que les preocupen, intimidades. Me gusta escuchar sus historias sobre el pasado laboral, las etapas, cómo era todo entonces. Que les parece el mundo actual. Que harían, como votan, la política, el deporte, la cultura, el mundo rural, los orígenes. Que enriquecedor. La soledad es tremenda. La televisión no compensa, la cajera del super tampoco.
El buen día con el vecino alegra el día, pero no es suficiente. Poco a poco, con algunos, Vicente, Juan, tenemos citas para charlar. Un vínculo se está haciendo y esperan el momento. Es una responsabilidad acudir al encuentro. No es molestia, al contrario. Me aportan mucho y estoy agradecido de poder ser elegido por sus confianzas. Hay grupos de trabajo social, iniciativas para atender esta soledad involuntaria. Pero parece esto a un tsunami, que no es posible atender a todos. Los que necesitan es solo un poco de compañía para seguir conectados con la sociedad. No les gusta quedar olvidados, les gustaría participar activamente en proyectos. Brillantes personas que no merecen estar así. Además, dieron todo para el país. Les tocó tiempos muy difíciles, ahora el abandono, es para ellos como volver al pasado.
Mira Tambien: Estos Temas RelacionadosEngaño, hurto, apropiación indebidaEl disfrute y la buena vida no es para ellos. Generación sacrificada. La soledad es una adversidad que difícilmente se supera solo. El túnel del tiempo no ayuda. Las fuerzas no son las de antes. Nuestra sociedad pierde su alma, se derrite, tiene sus órganos vitales atacados por una septicemia. No vale la pena la evolución si perdemos el respeto, la vergüenza, la sobriedad, la compasión, la admiración. La vejez no debe ser un aparcamiento a la sombra, estas sonrisas todavía son muy potentes.
Estás personas son el más allá de cuidar a los nietos. Es injusto para ellos. Después de un uso y tira hasta límites desconocidos, son literalmente tirados en la cuneta esperando su muerte para la herencia. Es que lograron con su labor, sus constancias asegurar un hogar por la mayoría. Construyeron el país en plena aceleración. Ahora no comen ninguna fruta de su labor. Es miserable el hecho que haya hijos que esperan el momento para apropiarse de un bien conseguido con muchas horas de trabajo. Sin coche, casi sin maquinarias. Creo que tenemos un problema con siempre ese maldito dinero entre medio. Algo ha pasado para ser tan cruel.
No hay esperanza a corto plazo de una mejora viendo a los nietos encerrados en su mundo digital sin levantar cabezas de las pantallas.
Reflexionar sobre estos asuntos sería un buen comienzo para no olvidar a nuestros ancianos. No es suficiente los descuentos en el transporte, rebajas en las entradas del cine o el IMSERSO siempre colapsado. Parece una carretera en el desierto, cuando ven un oasis con palmeras, paran y no hay agua potable para ellos. No es lo que necesitan, los descuentos. La pensión no alcanza para nada, si tu no vas al cine no sirve de nada los descuentos. Tampoco se quejan, aguantan todo, son resilientes. No son tan estúpidos como lo pintamos muy a menudo. Una charla en un banco público puede mucho más, te ilumina el rostro, el día. No cambio estas sonrisas por nada.
El estado prefiere comprar armas y bombas con la mirada hacia la guerra. Defenderse del ataque de un enemigo que ellos mismo construyeron. Los ancianos pueden volver a ver su infancia de nuevo. Todos estos años para volver al mismo sitio. Que estupidez no escucharlos un poco más para aprender algo.
Viva la vida.
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