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La rebelión, el renacimiento

La semana de la Champions, de la moda, del torneo de tenis, el gran premio del domingo, la liga, el básquet, el concurso de cocina, la voz, series, la peli, gran hermano, las recetas de cocina de la abuela, lo que sea. Un catálogo infinito de opciones. No es nada seguro un enriquecimiento cultural con todos estos contenidos. El periodismo de investigaciones está escondido debajo de las piedras. Horas fuera de los picos de audiencia. Temas importantes, pero sin intención de movilizar a los telespectadores. Que no molesta a nadie.

El 80% de la población mira la televisión.

Horas de fuerte audiencia, nos ponen las tertulias con gritos y todos hablando al mismo tiempo. Un atropello a la convivencia, mucho ruido sin necesidad, todos son universitarios al frente de millones de telespectadores. Hasta seis “gallos” en el corral durante una hora y media de confusiones. Todos los días, todas las cadenas de la televisión con este mismo estilo. Ninguna singularidad. Muchos salarios para entretenernos o machacarnos, depende de qué lado se interpreta. Un guion muy afilado, planificado, cada uno con sus doctrinas que terminan por cansarnos. Luego una buena media hora para contarnos que el tiempo es sin novedad, hay sol en todo el país. Luego, temas mundiales para rellenar la incertidumbre. La política, la policía, las inundaciones, los incendios, los pellets de plástico, las amenazas climáticas. Un poco de arte y pintura, escándalos con la Jet set. También algún crimen que elucidar. Algún perro ladrando. Ahora tenemos guerras a nuestras puertas. Empiezan a hablarte de armas, aviones, inversiones para poder defenderse. Una vuelta de tuerca más en los presupuestos. Te preparan para recibir unas hostias más. De quebrados pasamos a híper quebrados. Un concentrado diario de ansiedades, horrores, sembrar el miedo y la incertidumbre a toda costa. Todos los eventos agrandados, lo hacen como si fuera una película del fin del mundo. Té dicen que es mejor quedarte en tu casa, trabajar y callar. Sobre todo, consumir y pagar tus facturas. Si esto es demasiado para ti, hay TikTok, X, Instagram, Facebook,Whatsapp, Wallapop, Vinted y Milanuncios para entretenerte más personalmente. Sin olvidar los “fakenews” y la IA para complicarlo un poco más. Hay lo suficiente para ocuparte todo el día. Tanto que llegas a hacer bien pocas cosas para ti si te descuidas. Es la meta. Cuidado con la bulimia visual y viral. Tu doctor te espera para un check up.

Ver lo mismo en todos los lados.

La realidad aumentada. Tres gotas y el reportero está con un chubasco de hostias. Seguro que nos viene un huracán encima. Cuando aparece la nieve, se meten en la parte más elevada que sea posible donde nadie va a ir. Las avalanchas no van a tardar en llegar. La prensa, telecomunicaciones, redes sociales, todos con las mismas noticias, las mismas fotos. El mismo cuento. El mundo es tan chiquito que parece que no hay más temas diversos que contar. Té enteras que un oso Panda está estornudando en China. Té vas acostumbrado a ver cosas horribles sin dolor, lo normal. Las noticias como si fuera un hilo de un mismo color, el cuento universal a seguir. Ver canales extranjeros no ayuda, todo lo mismo. Escenario idéntico. La foto o el vídeo global.

La pregunta es: ¿quién maneja todo esto?

Entre cualquier tema, eternos minutos de publicidad. Ya no se sabe si son más los anuncios que el contenido. Los dos cientos y más cadenas de televisión para fragmentar tus angustias. Al mismo tiempo, cuando se habla de dinero es siempre con varios miles de millones de euros, sumas ahora percibidas como ordinarias cada día en el telediario. Cien millones para un futbolista. Un par de zapatillas de vulgar plástico con mas de cien euros nos parecen ahora muy baratas y vas corriendo a comprarlas. El planeta puede esperar mejores días. Perdemos la racionalidad, la sensatez. Un móvil a más de quinientos euros, siempre corto de memorias, o te lo ponen en obsolescencia programada en el año. El niño con la playstation ya no juega con juguetes. El supermercado no tiene competencia, tiene estacionamiento gratis. Venden más azúcar y sal que los sanos vegetales. La grasa como elemento lubricante. El 30% del pollo que compra es pura grasa, lo he medido yo con la balanza. La carne le pone agua, y una esponja húmeda para aumentar su peso. Que importa, lo tragamos todo. Primero apretar a los productores de la tierra para que pidan subvenciones estatales para sobrevivir. También las pagamos nosotros en diferido. Pero los beneficios van a los bolsillos de los distribuidores. Luego sirven a los clientes con productos ultra procesados con márgenes de escándalo. Sin hablar de los daños comprobados sobre la salud. La factura médica será más adelante que los supermercados no van a pagar. Quedan lejos de la vista bien escondidas, las bóvedas con el dinero asesino de la indecencia cívica e ética. Es extraño el silencio del estado al frente de tantas evidencias destructivas. Debemos haber perdido unos capítulos de la novela.

La conformidad, un estado de somnolencia.

Pregunta a cualquiera. ¿Eres feliz? La mayoría te dicen que sí. Pregunta a cualquiera. ¿Qué tal el sueldo?

La mayoría dicen que es una mierda, no alcanza para nada.

Sería prudente no trazar conclusiones precipitadas. Tanta discrepancia merece algunas observaciones. La inflación favorece mucho al estado, si tu sueldo aumenta es debido, pero no compensa tampoco la inflación. Una anomalía por decreto. Pagará además más impuestos, quizás hasta la mitad del aumento. Vaya manipulación. Pero todo está tranquilo, parece que estamos con alguna anestesia colectiva que impide la revuelta. Los vuelos son baratos, pero tú les regalan a las líneas aéreas cuatro horas de colas de tu tiempo gratis a cada vuelo. Muchas veces regala más tiempo que el mismo vuelo. Tu tiempo no vale nada claro. Una forma de ver muy cómoda. El banco no quiere atenderte en sus oficinas, te atienden cuando trabajas.

Pero te cobra por sus servicios que no existen. Los hospitales y el sistema de salud son extraordinarios te dicen, te venden la excelencia tecnologica y la profesionalidad humana. Luego te puedes morir por esperar meses antes una operación. También hay colas antes de morir. Te dicen que el mundo está muy contaminado. La transición eléctrica es muy, muy urgente.Tevenden el coche del futuro unos diez mil euros más que el coche convencional. Recientemente con una tasa de interés en modo explosivo, hay que pagar 10% más al banco para el crédito, hay que rascar más donde se pueda. Quizás es un poco difícil siempre involucrar las democracias y sus gobiernos, pero las exageradas movidas con el precio de las energías son muy sospechosas. Las deudas soberanas son gigantescas, inflar los precios aumenta la recaudación. La inflación baja las deudas. Un escenario ventajoso para el estado. Luego te quieren acariciar con medidas antiinflacionarias, una fracción del silencioso paquete ganado por astucia. Pueden sostenerse más tiempo con las mentiras.

Todo lo que ocurre es culpa de nadie.

Te dicen que trabajar menos es muy bueno para la salud mental, esperan disminuir la tasa de suicidios que asusta mucho más que los muertos del tráfico. No importa mucho buscar las causas. Tampoco es necesario poner el problema en primera fila de los telediarios. Prefieren multarte por pasarte de 120km/h en la autopista muy segura. Es más rentable. También hay que seguir estudiando en la universidad. Un modelo y curso académico que incita al consumo, el gasto eterno. Como sea. Nadie va a secar las lágrimas de dolores del planeta. Luego muchos graduados ven series en la habitación de la casa de los padres. Sin trabajo. Los robots y la tecnología como la IA quitan empleos. Nadie se preocupa de qué hacer con el nuevo problema. Hay más demandas que de alquiler disponibles, los precios sobresalen en el nivel de la espuma. La precariedad está orquestada. Mucha indignación televisiva y poca actuación. Hay que hacer esto y aquellos, muchos ruidos sin multar a nadie.

Pero diablo, donde se esconde la alegría.

El 70% ya vivimos en las ciudades.

Urbanitas, seres sin sentido de la defensa, la pelea, la objeción, la contestación, la pregunta, las soluciones, la negociación, la proyección, el plan. Parece que hay un cambio genético diseñado en los oscuros laboratorios. Un boicot ni está en sus mentes. Salir a la calle para protestar ni se les ocurren a los jóvenes.

Pero cualquier día de estos, una penuria puede vaciar los supermercados en un instante. Somos unos vividores en la miseria moral. El egoísmo a su nivel más alto. La individualidad como la meta suprema. Millones de burbujas inmune al dolor. Un espacio diminutivo cada vez más estrecho. La libertad virtual está muy extendida por el momento, la realidad es que es cada vez más regulada, diminutiva y sobre todo autoritaria. Ya llegaron los cortes virtuales. Primero selectivos, según tus orientaciones, tus ideas, tu libertad de expresión. Luego para seguir exclusivamente una corriente de pensamiento. No quedará nada de libertades. Se puede callar pueblos enteros con un corte de cirujano en minutos.

Te quitan a dosis pequeñas cada centímetro de autoridad personal. Se practica el poliamor abiertamente sin resistencia con tres de preferencia. Las corporaciones, el estado y los bancos. Como si fuera una casta, un entorno perpetúa hermético, autosuficiente alimentado por los tontos de la película que no participan en las fiestas. El mundo no es puerco, se puede ver reír a la gente, cada vez más, la cerveza es muy barata, un detalle insólito. Una isla de alegría. En la nevera no falta el precioso líquido. Luego hay que dormir, apagar la tele. Un comodín para los que pretenden estirar el modelo al infinito, ahora absurdo. Es mejor tenerlos todos también muy cansados. Son más dóciles. Donde arrancar otra sonrisa. El malo siempre se muere en las pelis. Es un alivio. Tenían razón, debía terminar así. Ya me reconforta, no hay sorpresas. Puedo incluso cambiar de canal antes del final de la peli. Es siempre igual. En la vida real, la realidad es que el malo nunca muere, ni siquiera se lastima. Los inocentes son las mayorías, las víctimas.

Hemos llegado a ser impotentes antes de la adversidad. Nos conformamos con los mínimos. Aceptamos el castigo, la humillación. Creen que los muros de nuestros pisos son lo suficientemente espesos para aguantar el ruido exterior. Un diminutivo interior. El sueldo no alcanza para vivir en el centro de la ciudad. Son rechazados por falta de ingresos. Los dos trabajan para pagar dos coches con las nóminas. El transporte público no llega a las nuevas urbanizaciones todavía sin espacios verdes y árboles. Una periferia ciudadana sin alma. Todos los gastos adicionales para sus bolsillos. Una forma cruel de aplastar a la gente. Todo es mucho más grande para ellos que el sueldo, pero el banco presta hasta el cien por ciento de la financiación. Últimamente con los intereses subiendo con alas, son más cautelosos. Aseguran la clientela por varios años. La cuerda al cuello de todos. Los tenientes de mascotas hacen lo mismo con sus perros por venganza y por decreto ley. No puede ser que el perro tenga más libertad que su amo.

La sonrisa es tenaz, los niños, tiernos e inocentes, una fuente de esperanza. Siempre alegran tu día. Hay que gastar todo y más para ellos. El curso de inglés a temprana edad, las exquisitas actividades extraescolares para evitar tenerlos en el piso. No hay tiempo para nada, pero se quiere hacer de todo. También los abuelos ya que se mueren más tarde, mejor explotarlos un poco más. Aquí viene la pregunta del millón. ¿Por qué tienen estos niños? Juntarse con sus padres siempre es para hacer algo rápido, ir y venir, lo que sea. Otra cosa es hablar con ellos, conversar, dialogar, escucharlos, jugar, leer. Soñar con ellos. Disfrutar de sus compañías. Ahora cada uno con su móvil en su mundo personal. De repente, un susto. Ven pornografía, juegos violentos, pegando un compañero con un bastón, con los puños, un cuchillo, pronto vamos a verlo matando con una carabina un viejito en la calle, un profesor, un compañero de clase. Eventos aleatorios cada vez más violentos. Violaciones, abusos y discriminación de todo un poco. El bullying entra en potencia cada vez más.

Vaya sociedad hemos inventado.

¿Es esta la dirección correcta?

Psicólogos, eruditos, parlantes tertulianos quieren explicar las derivas, pero vienen formados con los mismos fundamentos de la exageración. El descarrilamiento del tren no lo habían visto en las aulas de la universidad… Es como no ver el frente de una pared, circulando con tu coche a 120 km/h por hora. Así que las explicaciones, la credibilidad es muy dudosa. Nadie va al grano del asunto. Duele demasiado mirarse en el espejo.

La paciencia tiene sus límites

Para mí, el tema es bastante más sencillo. Cuando tiene el agua al cuello, cualquiera despierta, se moviliza, dice basta, hasta acá hemos llegado, se acabó. Cerramos el chiringuito. Todos juntos si hace falta. Uno puede aguantar mucho, hay un largo entrenamiento de años. Poco a poco estamos asfixiados. Nuestra sociedad necesita transformaciones urgentes. El aumento exponencial de la polarización y de la desigualdad está en zonas de alarma roja en nuestras democracias, no es el camino soñado. Parecemos de vuelta a todo lo que hemos criticado del mundo en vía de desarrollo. Se busca ahora la desestabilización política con una multitud de partidos y se activan conflictos entre bloques de influencias en el mundo para maquillar el fracaso actual de nuestra sociedad. No hay armas suficientes para parar la rabia cuando explota. La paciencia tiene sus límites. Una rebelión es posible a gran escala. Una chispa viniendo de la nada. La mayoría no quieren morir ahogados. Como la erupción del volcán, todos deben alejarse y perderlo todo en la fuga para sobrevivir

¿Quién va a pulsar el botón de la rebelión?¿Dónde está situado el nivel de intolerancia?

El principio de una nueva era es fascinante.Poder vivir esta etapa bisagra es un privilegio. En estos momentos de abusos y calentamiento global, una chispa es suficiente para un consentimiento general por un cambio drástico de modelo.

En las democracias la rebelión está condenada penalmente. Un aviso que no se puede confiar en ellos para salvarnos del ahogamiento. Hay muchas evidencias de que no quieren arreglar nada. Solamente administran el caos. Entretener su propia burbuja. El 17% de la fuerza laboral del país está trabajando en el gobierno. Luego están los contratistas privados, asesores y más asuntos que están trabajando para el gobierno. Una inmensa burbuja con sus reglas y costumbres. El dinero para que esto funcione lo proveemos con el IRPF. Junto con una cadena infinita de otros impuestos indirectos. Su factura de Telecom no es nada comparada, pero ya distinguimos lo absurdo y la intención de engañar. Van a perseguirte con multas exorbitantes por pequeñeces. Viven muy bien de los demás.

Que más. El beneficio, la usura, lo ha arruinado todo. Todo lo importante está reducido a la confidencialidad. Aplastado, menospreciado. La felicidad es ahora como un rayo de luz, un atardecer, una sonrisa sin alcohol. Un niño con su inocencia. El amor reducido en trozos finos, un manjar que no tiene precio. Reducido a momentos escasos. Tan poca luz pero que logra todavía mantenernos. Una esperanza tenaz. Muchos son felices con los mínimos absolutos. ¿Qué vamos a tener cuando todo sea color carbón?.

Espero de no perder mi eterno optimismo para contarles temas más alegres.

Feliz renacimiento.

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Jean Pierre
Jean Pierre
A Jean Pierre Maire siempre le persiguió la curiosidad. El deseo de conocer el mundo desde la temprana edad. Le apasionaban los mapas, se forjó entonces un verdadero camino hacia la singularidad, la independencia y la libertad. Tratando de influenciar sus decisiones para satisfacer sus necesidades. Es de esos que creen que el destino se puede forjar. Seguir la mayoría nunca fue su objetivo.Tuvo que surfear sobre la ola, caerse en el agua de vez en cuando. Aceptar los modales de la sociedad done vivia cada vez más decadente moralmente y tambien corrompida. Meter sus manos profesionales en el sistema con una doble agenda. He sido un cobarde egoísta de no levantarme contra tantas injusticias. Astuto en aprovechar las oportunidades, creciendo en las heraquias, buscando el mejor rendimiento económico con mi trabajo. Pudimos en familia vivir experiencias extraordinarias con condiciones privilegiadas. Quedan ahora estas vibraciones, estas maravillosas sensaciones de que queda más por ver, entender, que nada está terminado. Ahora jubilado, primero no deja entrar a este viejo en su casa como justamente lo dice el actor Clint Eastwood. La experiencia es un grado. La andadura es un regalo. Tuvo suerte, trabajando en varios continentes con puestos de  gerencia general en el sector industrial. Multinacionales suizas, suecas, canadiense. Autónomo unos años en Madrid. Un amante de la vida, de la familia, los deportes, la naturaleza.Subiendo montes y altas montañas, andar en la bici de carretera, maratónes. Motociclista apasionado desde siempre. El "yo" egoísta es visible en el camino. No es una forma extravertida como aparentar con aires superiores. Son estas cosas que me llenan, me divierten, me emocionan. Cosas solitarias. Me gusta aprender siempre cosas nuevas. Jean Pierre Maire, nació en Suiza el 18/12/1954. Vivo en Torrente desde 2017.

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