
La ilusión es no perderla nunca

Volando voy... Soñando para siempre.
Cuando vas al museo del aire en Madrid, por ejemplo, puedes entender la evolución tecnológica contemporánea. Los niños adoran este espacio donde están concentrados todos los posibles sueños para despertar el futuro. La evolución acelerada en unas horas de visita. Ver toda la historia de la aviación con sus 122 años de ilusiones es cautivante y muy interesante.
Vimos una Alouette lI «alondra» que es un helicóptero de origen francés, utilitario ligero monomotor. Se convirtió en el primer helicóptero producido en serie que contaba con un motor de turbina en lugar de un motor a pistón. Te daría mucho miedo solo imaginarte subir en uno de ellos por un vuelo ahora.
En el año 1974, con las fuerzas áreas, se produjo el milagro. Poder hacer un primer vuelo de unos 50 minutos sobre los Alpes suizos. Fue increíble. En aquel tiempo estos helicópteros eran casi nuevos, bien mantenidos, el tope de la tecnología del momento. La confianza era total. Incluso se veían muy bellos, un orgullo contemporáneo. Deja huellas de poder volar en helicóptero a los veinte añitos. Despierta muchas cosas. Para mí fue muy ilusionante, decisivo.
Nacieron nuevas ganas de perseguir el futuro.
Tratar de no perder el ojo sobre las novedades. Estar actualizado siempre, mantener alerta todos tus sentidos. No dejarte satisfecho con la conformidad, la rutina. Dar la mejor versión de tí, buscar la excelencia a través del estudio y el trabajo bien hecho, terminado incluso con los detalles. Una exigencia constante. Arriesgarse con bases adquiridas para afrontar al desconocido. Apoyarte también sobre la confianza.
Tenía decidido buscar trabajos en línea con la tecnología de punta con empresas líderes mundiales en sus campos de actividades. Lo tenía muy claro desde el principio de mis primeros pasos en la vida laboral. La ilusión de tener un plan. Lo primero es concentrarse para ser contratado por una de ellas.
La ilusión de perseguir tus sueños sin nunca aflojar, superando los obstáculos. Está convicción de estar en la buena dirección. La perseverancia ha dado frutos finalmente.
La carrera profesional dedicada a la fabricación y comercialización de productos de última hornada tecnológica en varios sectores económicos en el mundo fue la repuesta. Una manera amplia para ilusionarme con el progreso tecnológico. Al mismo tiempo de perseguir mis sueños de aventuras con el descubrimiento geográfico que me apasiona. Es posible que la felicidad tan buscada tenga que ver con las ilusiones.
El riesgo es medido. No busco fama porque casi siempre es como prender y apagar la luz. Prefiero llenarme con una sonrisa, emocionarme con las bellezas naturales, de una meta conseguida con un grupo. Tratar de almacenar los buenos ejemplos. Aunque puedes fallar, reconocer tus errores te hace más humilde. Entender que cada uno con su talento puede aportar algo al grupo, la sociedad. Mi ilusión es el progreso infinito a través de la imaginación y la visión de los que se atreven a ir más lejos.
La curiosidad sin límites. La ilusión de convivir en armonía con los retos de la vida sin la necesidad de afrontar continuamente la oposición. Desgastarte por aquellos que buscan romper la convivencia. Quieren alejarte de tus metas más útiles. Buscan el poder para dominar, maltratar, aplastar a los débiles. Fabricar guerras para hacer negocios. Los más cínicos pueden hasta perpetrar genocidios. Todas estas movidas que siempre terminan mal. Son muchos los destructores de convivencia. Habrá que pararlos. El pueblo se va a encargar de hacerlo.
Siendo un acostumbrado a los riesgos viviendo al lado de aventuras tecnológicas sin saber si el éxito será un compañero definitivo, de vivir o viajar en lugares con peligros objetivos, sin embargo, me cuesta exponerme al riesgo personal para defender una causa política. Los activistas de verdad son muy pocos y son muy valientes. Solo por eso hay que respetarlos. El problema es que la mayoría de los políticos son unos seguidores cómodos de un signo político, un modo de vivir sobre las espaldas del pueblo. No me identifico en nada con estas actitudes. La ilusión de liderar causas para la ciudadanía nunca me intereso. No tengo preferencias políticas. Mi ilusión es el bien común para todos, lo que la política no ofrece casi nunca. Vi la vida en muchos países, la buena y la mala.
Hay tantas cosas que hacer…me pierdo por donde empezar. Soy una especie de híbrido político. No puede acampar mis ideas en un partido. Es para mí reductor y anticuado.
Es bastante absorbente el reto personal de activar los sentidos para que crezca la sensatez, lo práctico, lo necesario, lo que puede encajar con la mayoría. No creo en la necesidad de imponer el odio, la violencia o la fuerza para lograr muchas veces cosas sencillas de sentido común. Los malos lo saben, existen porqué lo que quieren es la dominación, el poder, el abuso, la ventaja. Simples gestos serían suficientes para pararlos. Los pueblos son sabios, saben cuándo hay que actuar, lo hacen tarde siempre, esperan demasiado. Pero siempre tienen la razón.
La ilusión para un mundo diferente, sobre todo más amable tiene una progresión ilimitada. Seguir sus pasos con entusiasmo se transforma en una voluntad que te invita a poner tu grano de arena.
La tecnología nos obliga a adaptarnos de manera continua. Sin darse cuenta pasa de tener un bolígrafo en la mano a una pantalla táctil. Un tren a 300km/h. Un robot te responde al teléfono. Hacer compras "on line". Te llevan los paquetes a la casa, tus hamburguesas y cervezas. Ya no vas al banco, tus pagos con tu móvil o con una tarjeta de plástico. Ya todo te parece normal esperando la próxima novedad.
Te hablan de criptomoneda, los coches voladores, los robots que piensan con sentimientos, las visitas espaciales, los datos que te indican tu estado de salud. La IA que te propone quedarte en casa sin trabajo. Todo evolucionando a la velocidad de la luz. Hasta los cuidados bucodentales, te cobran más caro que el tiempo pasado sentado.
La ilusión siempre va por adelante. Nadie quiere volver a la paga de los años anteriores. Sin embargo, asistimos a los movimientos hacia el clasicismo, el neo retro, la seguridad de lo viejo conocido con un toque digital actualizado es como poner un freno a la ilusión.
No dejar el miedo a tomar el relevo, puede ser paralizante.
Cuando estamos dominados por el miedo, nuestra mente se enfoca en lo negativo y en lo que podría salir mal en lugar de en las posibilidades y oportunidades que se nos presentan. El miedo nos lleva a anticipar lo peor, lo que a su vez aumenta nuestra ansiedad y nos impide tomar riesgos. Esto bloquea nuestra capacidad de soñar, de visualizar un futuro mejor.
Vivir sin ilusión te lleva en la monotonía de la vida cotidiana, donde cada día se parece igual al anterior.
Muchas veces nos falta un sentido de propósito y una dirección en la vida. Construir un destino propio. No es necesariamente un bien que paga con una hipoteca. Luego se puede apagar el brillo de tus ojos, el sofá y la televisión dictando tu vida. La buena noticia son tus caminatas que pueden conducirte a la ilusión perdida. Volver a encender los motores para viajar en el laberinto de la vida que continúa a pleno rendimiento con mucha ilusión.
Viva la vida.
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