Los medios, activadores de confusiones.
Radio, la tele, prensa digital o escrita, móviles, blogs, manifestaciones, redes sociales, mítines, parece cada día más a un gran tornado arrasando todo sobre su trayectoria. Una mezcla de pensamientos, dogmas, doctrinas, opiniones, bulos, criticas, desprecio, son las noticias contadas cada día de mil maneras posibles. Muchas amenazas. Sobre todo, como un disco rayado vuelven pasar la misma información varías veces en minutos.
Hay tantos canales de comunicación como piezas cayendo al suelo.
Es muy difícil recomponer la historia original. Un terreno lleno de confusiones. La verdad se diluye, se transforma. Hay que conformarse con las mismas fotos y vídeos de las agencias globales, Reuters, AFP, Associated Press, etc. bien pocas cosas en realidad. Los contenidos retocados o censurados. Todo el resto es como un altavoz tejiendo un relato amplificado como si se tratará de una campaña electoral.
Al día siguiente vuelven a la producción como una fábrica cualquiera.
Hay que sacar audiencia. Agrandar el relato es como estar sentado en el bar pidiendo la tercera cerveza. Empiezan a hablar de más. A tanta ” parola ” se pierde la verdad, el escenario original. Se pueden escuchar fantasías, barbaridades, maldades y groserías a granel, ahora vienen los insultos en directo. Mucho ruido sin ningún pudor. Incluyen la música de fondo como si se tratará de una película de terror. Cuanto más drama y emociones mejor. Te presentan el tiempo de la misma forma. Siempre con más viento, lluvia, nieve, frío o calor. Si no hay novedad, el sol es constante, te rellenan media hora con archivos de huracanes y pájaros huyendo. Pueden hablar todo juntos sin respecto al otro. Cuando la cortesía se pierde se hace un corte de publicidad. No importa, serán varios minutos eternos para calmar a los tertulianos. De paso los patrocinadores financian una trama cada vez más grotesca.
No sabemos si les pagan por el disturbio en el plato de la televisión o por sus competencias.
Son capaces de hablar de la misma noticia varios días seguidos, estiran el tema como si se tratará de explotar una mina de oro. Ahora que el modelo le está funcionando lo escalan a nivel internacional. El odio como un producto de importación y exportación. El cliente, ese que mira y escucha no tiene alternativa, todos los canales de la información hablan de lo mismo. Si hoy hay arroz tiene que comer arroz. Eso ya no pasa solamente en los establecimientos penitenciarios. Parecen los medios, un programa de inserción. El ciudadano finalmente debe alimentarse con una dieta prescrita por una corriente de pensamiento.
Menos fango y más para rellenar las neveras es lo que quieren los ciudadanos.
Hacer una experiencia interesante. Muy difícil de hacer. Una cura de desintoxicación. Resulta que estamos enganchados sin saberlo. El móvil o el mando de la televisión en las manos. Dejarlo todo por unos días parece misión imposible. Siguen las pantallas en las cafeterías, los comentarios de los colegas, la radio en el coche. El móvil es la parte más dura. Desatender voluntariamente todo este ruido de fondo necesita concentración. Después de cinco días con esta medicina, aparece una sensación como si vas a reiniciar tu portátil o tú móvil. La impresión de volver a la versión original, limpiando todo lo indebido.
Lo más llamativo es que te das cuenta que solo te quitan tiempo. Te manipulan.
En el fondo todos siembran la misma receta. Uno le pone más o menos ingredientes según el gusto. Eso sí, te presionan todos los días con dosis de estrés, amenazas y mucha ansiedad. Te mantienen dependiente de las noticias sin el derecho de pensar y decidir. Te invitan a seguirlos a un ritmo vertiginoso sin preguntas. Duplicará la copia en tu casa y tu vida privada. Uno contra el otro de forma permanente. La agresividad o la tolerancia como dos conceptos a elegir. Prefieren hablar de adversarios que de amistades.
Tantos esfuerzos para forzarnos a elegir un bando u otro es muy intencional.
Se financia la confusión y la confrontación. Una meta cuyos objetivos están todavía encerrados en una caja fuerte. ¿Quién es el propietario? Cada día que pasa el sol sigue acompañándonos, pero se distingue claramente nubes negras anunciando temporales violentos. Te cuentan del cambio climático como un aperitivo de lo que nos puede tocar con un desajuste político y desestabilización. Los ciudadanos no pedimos tantas confusiones, un espectáculo montado para transmitirnos que las buenas maneras se pueden perder y que ahora navega a su ancha el delito de odio a gran escala. Un poco más y nos piden comprar armas. Prepararnos para pelear. Alguien debe parar esto. Nadie quiere escalar nada, tampoco la inflación y la tasa de interés. Las cosas que interesan a los ciudadanos son mucho más sencillas.
La libertad es un bien precioso.
Se puede matar con fusiles. Debería incluir guardar espacio para una opinión propia. Apagar los ruidos exteriores es una herramienta muy potente. Vas a descubrir nuevos horizontes, más paz y tranquilidad. El tóxico se alejará de ti. La confusión premeditada con dosis diarias aparecerá ahora como intenciones no deseadas. No afectara tu mente, tus metas, tu entusiasmo. Tendrá tiempo para disfrutar el silencio. Sus decisiones serán más pausadas y decididas sobre todo decisivas. De paso bajarán las audiencias para que empiecen a reflexionar también. Reducir el volumen, una narración más concreta, analítica, una descripción limpia sin excesiva carga política sería mucho más adecuada.
Por suerte hay medios que permiten la expresión sin filtros de momento. Pero la censura está a la vuelta de la esquina con cualquier personaje político decidiendo que un contenido no le gusta.
Por fortuna queda mucho espacio para la sensatez, lo justo y la abundancia. Esa parte les interesa a todos. Hablar mas de lo positivo nos vendría muy bien.
Viva la vida.
