Aparecen los cárteles de señalización en la entrada de una ciudad.
Muy denso, sobrecargado, de todo y nada. No alcanzamos a absorber toda la excesiva información y obligaciones mezcladas con amenazas. Parece mucho a nuestra gobernanza. La confusión está servida.
Hoy te lleva tú Google map sin la necesidad de pensar a la dirección donde ir. Hace poco sabíamos leer los mapas, habíamos visto la ciudad antes de viajar, memorizando las carreteras y pueblos que atravesar, las coordenadas de la ciudad, la destinación era visualizada antes del viaje.
Una planificación característica. Se llegaba al destino con precisión. Con alegría, lo habíamos hecho bien. Además, con la vista agrandada con el estudio previo antes de iniciar el viaje.
Hoy le hacemos caso al navegador. Todos hemos visto que anda loco en varias ocasiones. Pero seguimos confiando ciegamente en él. Cada vez más se impone como herramienta indispensable para desplazarse. Encontramos facilidades evidentes en usarlos. Todos estos adelantos para ganar tiempo nos dicen. Nadie te habla de los atascos.
Nuestros políticos hacen lo mismo, usan el ordenador para ir de un proyecto a otro sin estudiar previamente el camino. Ya no saben leer las advertencias. La caótica situación en muchos ámbitos de hoy tiene mucho que ver con la creencia de que, si tiene una meta, la alcanzará solo siguiendo las indicaciones de un manual de uso. El plano IKEA para montar un armario, por ejemplo. Las órdenes de una aplicación informática. Etc.
Mira Tambien: Estos Temas Relacionados5 claves para racionalizar el uso de pan...La visión periférica de las cosas desaparece.
Todas las trampas, los imprevistos, las incoherencias se encuentran en estas áreas. Aprender sobre la marcha, descubrir los tesoros escondidos, ampliar tu curiosidad. Rectificar tus decisiones. Flexibilizar tu impaciencia, tomar nuevas iniciativas son estas cosas que se atrofian con el tiempo. Todos usan modelos concebidos por tecnócratas, la improvisación no existe. Las situaciones cambiantes necesitan mentes entrenadas. Les quitan un móvil o un laptop y están perdidos.
Pasa igual con las democracias.
Un rumbo automatizado, siguen modelos con muchos errores de concepción. No tienen capacidad de rectificar, mejorar, modificar, improvisar sobre la marcha. Ven que el camino no está nada bien ahora, con grietas y posos. Necesitaría una renovación urgente. Andan locas las agujas del reloj, pero siguen adelante a toda velocidad confiando en sus modelos. Es angustiante la situación. Es como un capitán de un barco gigantesco entrando en el puerto, navegando demasiado rápido siguiendo las órdenes de las computadoras finalmente estrellándose en el muelle.
La dirección correcta tiene que ver con la actitud.
La visión es amplia, la reflexión es profunda, las decisiones concertadas. Mejor que las previsiones y cálculos informáticos de datos. No digo que no son consultas necesarias. La dirección no es solo un mero destino dictado por un ordenador. La buena dirección es la que despeja las dudas, proporciona energías positivas, contagia el entorno. Multiplica por mil la felicidad.
Ahora lo que tenemos es un barco gigantesco con un motín en la cubierta.
Toda la tripulación está hablando a la vez. Un ruido sin destino. Esa libertad individual amplia está pisando los derechos del grupo. Todos quieren tener la razón, pero el barco no tiene rumbo. Ni el puerto está a la vista.
Mira Tambien: Estos Temas RelacionadosTrabajos y Sueldos DignosEl consenso, el diálogo, el respeto, el compromiso, la entrega, la meta en común, la competición, los esfuerzos, las medallas, las sonrisas y las lágrimas son un terreno cada vez más lejano. Como si el barco se alejara de la tierra firme de manera sigilosa.
Esa dirección hacia la sensatez, cosas sencillas de entender. Del trabajo bien hecho. Con la mayoría compartiendo la trayectoria. Es por ende lo que tienen que fomentar los políticos. Estamos a las antípodas de semejante objetivo.
¿Qué podemos hacer? hundirse con el barco, intentar robar una lancha de rescate, dedicarse a salvar vidas, cambiar de capitán. Aceptar la muerte. Unirse unos cuantos para sobrevivir. Muchas preguntas sin respuestas ciertas.
Cuando el hambre y la sangre, como una pandemia tocando a cualquiera llega por desgracia, quizás una nueva dirección compartida será la única oportunidad para seguir nuestras andaduras, un rumbo más colaborativo con reglas más sencillas donde cabemos todos.
Parecemos ahora atascados en un túnel de alta capacidad por un derrumbe en el medio del trayecto. No se soluciona con un desatascador del supermercado, pero con dinamita para poder seguir la buena dirección. Cual sean los gobiernos, todos los discursos apuntan siempre en mejorar la calidad de vida, el bienestar como lo llaman. Van pasando los años y se degradan continuamente para muchos de ellos. Los currantes de verdad. Los que hacen todo. Las reglas del juego deben modificarse para tomar la dirección correcta. O todo esto es una mentira premeditada.
Viva la vida
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