¿Qué nos está pasando?
En poco menos de sesenta días hemos pasado de una vida a otra. La primera era sin contemplaciones, un terreno minado por sucesivas olas de desgracias. Sin olvidar la pandemia o desgracias meteorológicas. Un cúmulo de cosas económicas muy raras que no se sabe si hay un plan atrás para golpearnos de manera sistemática y sin piedad. Achicar el rayo de libertades acompañado de una erosión brutal del poder adquisitivo de la gente con descomunal aumento de los precios. Las excusas son planificadas y vienen con un orden sospechoso. Cuando se relaja la inflación los precios no bajan, los beneficios de las empresas y bancos explotan. Nos toman de tontos todos. Los políticos discuten entre ellos cosas estériles y de poca consideración olvidando por completo los problemas de la gente. Una deriva insostenible.
Ahora todo se precipita con un asombroso espectáculo.
Parece un balé de ópera donde cada paso es una obra de arte meticulosamente preparada y entrenada. Cada artista en su lugar, cada paso estudiado, una cronología exacta funcionando como un reloj suizo. Se puede ver a los artistas, pero se desconoce el creador del espectáculo. El mentor de semejante desmadre. Los diablos están detrás del escenario.
Trump abrió el espectáculo con un fuego de artificio con miles de papelitos firmados
Decisiones unilaterales para desestabilizar el mundo. Luego el diente por diente, una reacción de primates por parte de los agredidos. Se olvidaron de consultar la IA «inteligencia artificial» para escuchar la repuesta adecuada. Van subiendo los tonos y las pocas buenas maneras. Eso se llama animar a la audiencia. Los medios ponen madera en la chimenea para calentar aún más el ambiente. La guerra y las armas entran en nuestras casas a diario ahora. Solo quieren convencernos de la necesidad de cerrar aún más nuestros cinturones, preparar a nuestros hijos a ser soldados y con alma de matador potencial. Ya basta con la PlayStation. Un poco de realidad está a la vista. La vuelta a las carnicerías de antes, estos miles y miles de seres humanos peleándose para nada. Historias pasadas que parecen ponerse en marcha de nuevo. Que tantas tecnologías, avances científicos, progresos humanos si de repente es de crear con la complicidad de los estados un momento de locura colectiva. ¿Qué está pasando? Cada día nos viene otra y otra locura. Al ciudadano de a pie no se nos ocurre tanta maldad. Ahora no hay debate, dan por hecho el rearme, para defendernos no paran de decirnos. Por nuestra seguridad. Tu protección divina.
Es como comprar un helado que pone en el congelador. Lo vas a sacar algún día para comérselo.
Qué más da. Si defiende hay tiros en tu dirección. La muerte la rodea igual de un lado o el otro. Para defenderte hay que tener enemigos o como ahora inventarlos de forma acelerada. El proceso está en marcha. Solo se habla de armas en este momento. Una preparación psicológica hacia el dolor. Una pandemia mental que nos induce a cambiar nuestra tendencia a la paz, la tranquilidad, la convivencia, la cultura del amigo. Parece que hay urgencia de pelear de manera organizada para desviar de otros problemas sin más soluciones como el colapso de las deudas que precipitara el mundo en un chao sin gobernanza. Se prefieren bloques geopolíticos matándose unos a otros. Los políticos están buscando salvar sus privilegios. El Capital no desaparece del todo para poder luego empezar de nuevo con el mismo sistema. Una época muy difícil nos espera. Los que puedan sobrevivir no serán los más hábiles, pero los más tristes porque una vez más la historia va a demostrar que las guerras premeditadas nunca van a ningún sitio honorable. Es un instinto malvado, despreciable. No entiendo las derivas de nuestros políticos elegidos para sostener la necesidad de armarse antes de intentar desarmar con la política los planteamientos de unos muy pocos adeptos a la megalomanía. La mayoría más razonables deberían ser suficientes para parar en seco estos pocos locos sin cabezas, parar toda esta farsa que estamos viendo.
Nos vienen argumentos siempre en el mismo tema, un debate que se quiere imponer. Cuanto más se habla mejor. El epicentro de la cuestión. Sus variantes y posibilidades. Al fin de convencernos de armarse como la única salida para una nueva larga vida. El coste son billetes nuevos que se imprimen, no hay dinero para la guerra. Tampoco para nada, todo está en modo quiebra. Esta fuga por delante es un signo de salva quien pueda.
Si no hay dinero para arreglar el planeta, los pobres, la vivienda, la salud, ahora se inventan un nuevo negoció de la guerra. ¿Dónde está el motivó? Que hay detrás de este movimiento promocionado por los países desarrollados.
El, NO A LA GUERRA de antaño es casi nostálgico comparando a la situación actual. Ahora todos los estados democráticos quieren la guerra. Es una situación horrorosa donde el pueblo no tiene la menor posibilidad de oponerse.
El que piensa » no a la guerra » es hoy un apartado, una non grata. Un imbécil que no entiende nada.
Deberíamos reflexionar sobre la salud mental y las consecuencias de malas decisiones de nuestros políticos. Crear que, si todos juntos los políticos acuerdan que para armarse es un salvoconducto para la inocencia, creo que se equivocan.
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Viva la vida.
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