Reseña “La cerilla sueca” un cuento de Antón Chéjov
El hombre, históricamente ha estado en una búsqueda, en ocasiones logró el cometido, pero en otras siguió en ese camino que lo llevó a más búsquedas y de manera sucesiva a otros escenarios, entrando así, en un conjunto de ciclos interminables en los que trató de encontrar algo que, parece ser, aún no logra comprender y mucho menos alcanzar.
En ese mismo ciclo de desencuentros y luchas por plasmar ese algo en la tierra, algunos hombres, tratando de dejar una huella imborrable de su camino, decidieron erigir monumentos. Otros difundieron presagios escatológicos que son vigentes hasta hoy día. Pero, hubo algunos de ellos que en su afán de reencontrarse una y otra vez, transmutaron todo lo que estaba a su alrededor hasta convertirlo en la máxima expresión de una corriente artística o de un género literario que sería parte de los incomprendidos en la literatura.
Esta historia, nos hace remontarnos al año mil ochocientos noventa. Una época en la que desde diferentes ángulos,el maravilloso oficio de escribir se estaba proliferando rápidamente y con ello, las diferentes corrientes de la escritura brotaban plácidamente. Surgieron -en medio de todo este espectro literario- autores que dieron un giro radical a la narrativa y que, con hidalguía quijotesca perfeccionaron su estilo y crearon obras monumentales. Este, creo yo, es el caso del narrador y dramaturgo de origen ruso AntónChéjov, un gran maestro del cuento breve y de corte introspectivo que dio origen a uno de los momentos más trascendentales en la escritura; el impulso para la creación de la novela policiaca e investigativa.
Entre su vasta narrativa se encuentran una cantidad notable de bellísimos cuentos. Algunos de ellos, parecen recibir, más adulaciones que otros. Esto no me parece una condicionante para calificar toda su obra, ya que cada cuento de Chéjov es la partícula de un universo aparte. Entre los tantos nombres de sus brillantes obras se encuentra uno, que para mí, es de los mejores, me refiero a “La cerilla sueca” una narración en la que Antón nos introduce con un rotundo profesionalismo al inimaginable y oscuro mundo del crimen y la investigación en la literatura.
Me parece brutalmente hermosa, la manera en que Chéjov aborda la introducción de la historia. El escritor, tras la consumación de un crimen deleznable, nos introduce la duda y la sospecha sobre la figura de un par de hombres y mujeres cercanos a la víctima. Lo que en verdad llega a sorprender, es que esto solo es una estrategia que desvía la atención de los lectores, para que al final se den cuenta de que las cosas mínimas -como una cerilla sueca- pueden ser tenaces y lúdicas en la creación de un guión.
La narración en tercera persona de esta obra, es una exquisitez. El autor, desgrana con rotunda belleza cada página y no permite que la retórica se ahogue en un solo lugar, por el contrario, la hace transitar con rigurosidad por lo largo y ancho de cada párrafo. Las figuras literarias juegan un papel importante, ya que Antón las usa en la medida de lo posible para entregar a los lectores un trabajo de mucha profundidad.
“La cerilla sueca” es un instrumento con el que Chéjov, encarna la imagen inigualable de lo que hoy conocemos como introspección. La mera acción de dudar y sacar diferentes conjeturas desde las lecturas de su obra es un principio y no un final, algo así como un recorrido hacia lo ignoto en la robusta narrativa de sus cuentos.
“La cerilla sueca” no solo es una de las narraciones que dio origen a un nuevo género literario, también es la consumación y posterior afirmación absoluta de que, Antón Chéjov era un narrador adelantado a su época, un incomprendido que supo colocar la ficción en un nivel que muy pocos han podido alcanzar.
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