Llegó el día, cerrando la puerta de tu domicilio.
Un ritual cargado de emociones. Dándole vueltas a la llave, quiere repasar en un instante todos los pasos de una salida programada. Piensa en la seguridad del piso, de la casa. Ventanas cerradas, agua, gas, enchufes, revisa mentalmente todo lo que puede ofrecer un peligro durante la ausencia. Siempre deja el piso o la casa con una cierta nostalgia. Es tu hogar, genera confianza, un abrigo seguro. Un núcleo de confidencias y desarrolló familiar.
Eres capaz de superar estos momentos con una fuerza insólita. Hay más, la atracción irresistible que nos invade para romper por fin las rutinas. Es como un cortacésped que quiere renovar por completo el paisaje con unas vistas despejadas y limpias.
En minutos ya andando por tu destino, la casa o el piso están atrás, como un pasado lejano. Aparcado todo lo relacionado. Un blanco mental. Esa facultad de comenzar todo de nuevo. Parece ahora todo como una alfombra que se extiende poco a poco descubriendo sus dibujos. Estás atento, concentrado. Las novedades desfilan a un ritmo sostenido. Sorprendente tu cerebro es capaz de absorber todo. Realiza ya el primer día que la rutina apaga tus sueños, ralentiza tu progresión. Quiere disfrutar al máximo estos momentos sin demasiadas preguntas. Romperá enseguida estos pensamientos con una pausa, un almuerzo, una actividad.
Aparcar los problemas existenciales puede complicarse a largo plazo. Cada vez más el estacionamiento está regulado, te cobran caro la estadía. Dejar sus problemas en casa está muy bien. Sin olvidar que podrían podrirse con el tiempo. Sus olores te obligarán a limpiarlos si o sí. Las vacaciones pueden ayudar mucho para poner orden en el desorden si lo hay. Sin embargo, el disfrute puede ganar la partida definitivamente, una gran actuación de la necesidad de aprovechar al máximo estas semanas de descanso. Hacer un paréntesis placentero voluntaria, olvidar por unos instantes todo lo que te molesta, también sirve para recordar todo lo que te hace feliz. Cargar el positivo de las baterías.
Pasando los días, el relax está tomando posesión de ti. Las noticias no alteran tanto tus opiniones. Las amenazas se alejan de la vista. Te encuentras bien, tranquilo. Descubre una cierta harmonía, aumentan las sensibilidades sensoriales, estas renovando tus energías. La motivación vuelve al primer plano. Estás descansado, puedes levantarte temprano contento, buscar el pan, disfrutar de un buen desayuno. Todo está en su sitio. Sonriendo, feliz. Ni te acuerdas de tu trabajo, de los problemas. Todo te parece tan inútil.
Mira Tambien: Estos Temas RelacionadosExperto en comunicación social advierte...Estás en un estado divino. Sabes que la primera mitad de tus vacaciones ya se esfumaron. El tic tac del reloj se pone en marcha sin quererlo. Cada día desde ahora es un día menos. Vas contando los días para volver a la rutina de tu vida. Quieres con todas tus fuerzas frenar esa dirección. El humor cambia, quieres reaccionar, pero la mecánica está en marcha. La rabia puede apoderarse de ti. Las noches son más largas con sueños de cambios. Empiezas como las vacas a rumiar (dicho coloquialmente de persona, 'masticar' y 'reflexionar detenidamente sobre algo' ). Una mezcla de actividades para cambiar lo que no te gusta. Entiende que la progresión puede realizarse con esfuerzos, pero también fuera de la zona de confort. No estás seguro de poder aventurarte en nuevos caminos. Tienes dudas. Analiza la situación, puede ser tu vida muy equilibrada, sana y feliz. Otros pueden aguantar la situación por el momento. Unos cuantos más quieren hacer algo. Las vacaciones para ellos son como un milagro.
Ofrecen un tiempo de paz, tranquilidad que permite la reflexión. La toma de decisiones va a cambiar algo de sus vidas.
Las vacaciones son un avance social que beneficia a las empresas para mejorar la productividad, el entusiasmo, la motivación. Hoy también retardan los nuevos problemas de salud mental.
También pueden ser temidas por la toma de consciencia, despertando la necesidad de un cambio. Los más intrépidos, pujantes, aventureros, imaginativos y creativos son los primerizos candidatos a estos cambios, las vacaciones actúan como un detonador donde ellos pulsan el botón sin temblar.
Todo no es de orden laboral. El bienestar de la familia, ambiciones sin resultados, problemas logísticos, de vivienda, recursos limitados. Unas cuantas preguntas que pueden solucionarse. El espacio vital que se estrecha, la necesidad de acciones. Las vacaciones despejan dudas, la concertación, la discusión, el debate es una oportunidad para las pajeras, familias de poder encontrarse de nuevo. El ámbito es neutral, abierto, exento de tareas y obligaciones. Un momento de privilegio que no hay que desperdiciar.
A disfrutar, las vacaciones tienen esa magia que arreglan tantas cosas.
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