
El motero, hoy es andar con mordazas.

Un placer y un sentimiento difícil de explicar.
La movilidad es parte de las cosas que disfrutamos desde nuestra temprana edad. Hemos vivido con ella. El bienestar y un desarrollo económico sostenido nos permitió viajar, desplazarse más allá que las fronteras de nuestros pueblos o ciudades. Viene de lejos, el origen de la rueda. Unos 3500 años a.C. la primera bicicleta en 1817, la primera moto en 1867, el primer coche en 1886.
La moto como medio de desplazamiento.
Las marcas más emblemáticas del mundo siguen hoy bien vivas. En España se recordarán de Montesa, Sanglas, Derbi, Rieju, Ossa. La moto se usa para ir a trabajar, se transformó progresivamente también en vehículos de ocio, de diversión. La seguridad del estado, la policía, el ejército usan también las motos. Una nueva categoría nació en 1946 con la Vespa del grupo Piaggio en Italia. Una moto utilitaria divertida, urbana, llamada scooter. Hoy junto con las bicicletas es el principal vehículo de dos ruedas en las ciudades. La electrificación está llegando para quedarse con estas categorías. Hay motos para rato, unos 3,3 millones de unidades en España. Una convivencia con otros 25 millones de coches y de más camiones.
El que lo monta es fiel.
La moto tiene algo especial. Los que tienen una nunca más lo olvidarán. Una práctica constante, un placer de fin de semana, unas vacaciones de aventuras, no deja a nadie indiferente. Por mucho que tengas que ponerte un casco, guantes, puede llover, tener mucho calor, frío, no importa, vas a ir contento siempre. Te limpia todos los problemas de la vida, ofrece instantes maravillosos. Cuando abre el gas saliendo de la ciudad, ves la carretera que te espera, las primeras curvas, la naturaleza que te abre sus brazos, el viento que acaricia todo el cuerpo, estás completamente entregado al clima, no decides nada salvo tus manos controlando el motor, dominando la mecánica en todo momento. La concentración es total. Hace cuerpo con la moto y la carretera, ves todo, la arena traidora, los objetos en la trayectoria, una gota de aceite, un papel perdido, una línea de pintura que siempre es un problema, un bache traidor, esa rotonda con el asfalto brillante y resbaloso, ese badén que te hace saltar encima de la moto, ese coche que va cortarte el camino, aquel otro que no te ha visto, estás primeras gotas de agua transformando la calle en pista de patinaje, se puede meter un mosquito en tu casco. Muchas trampas que sortear. También tu visión es amplia, despejada permite ver bien el entorno, un pájaro volando, unas vacas pastoreando, un pueblo acogedor. Cuando te cruzas con un compañero en la carretera, nos saludamos. Un signo de amistad a un colectivo orgulloso, solidario, muy vulnerable. Vas y viene danzando con las curvas, buscando como un bailarín la mejor posición, traza trayectorias en escenarios majestuosos.
Afinando tu estilo, es tu marca de fábrica buscando la perfección. La estética vale más que la velocidad. Cuando estas en moto, no quieres bajar de ella. Es adictivo sin necesidad de ingerir ninguna substancia. Entienden que no es la movilidad como una herramienta. La moto es muchísimo más. Hay un componente artístico, estético, placentero, adictivo, de libertad profunda.
La competencia será adquirida con paciencia.
Hay otras dimensiones, la sincronización de los gestos, la habilidad y la experiencia. Un paquete que exige también mucha sensatez. El aficionado sigue una trayectoria ascendente con varias motos en su vida. Crece la cilindrada y la potencia de sus monturas. Hoy una moto de alta gama puede alcanzar potencias de más de 200 caballos de fuerza con un peso inferior a 200 kg. Un caballo por kg. Es muy potente, sensacional, descomunal. Pero con la tecnología, las ayudas a la conducción, la inteligencia electrónica puede minimizar tus errores de pilotaje con todas las motos actuales. De cualquier forma, no son juguetes de niños. El respecto primero.
En realidad, tanta potencia útil no tiene lugar en una carretera de hoy.
La densidad de la circulación y las regulaciones impiden el uso de su pleno potencial. Igual que un Ferrari u otras de estas cosas fantásticas similares. Tampoco necesitamos comer tantas hamburguesas o patatas fritas. Cada persona descarta 34 kilos de plásticos de un solo uso por año. Las exageraciones abarcan todas las facetas de nuestras vidas poniéndolas en peligro. Los excesos son siempre arriesgados. No se persiguen de la misma manera.
Hay varias fronteras entre la pasión, la experiencia, la inconsciencia y las leyes de tráfico.
Una de las claves es confiar en tus habilidades, mejorarlas paso a paso con tranquilidad. Nunca transgredir las líneas maestras de tus competencias.
El enemigo no es tu moto. Tampoco tus manos están sobre el manillar. Son los periféricos aleatorios. Los coches, los lugares invisibles, las carreteras con sus sorpresas. La anticipación como la mejor protección. Tu conducta cívica es muy importante en la moto. Nunca tomar alcohol sería un punto decisivo. Los intrépidos y rayados que son legiones en cualquier lugar no necesariamente son moteros, cuando lo son nunca agrandan el colectivo. Hoy por suerte hay circuitos para que puedan liberar sus excesos de testosteronas. El motero entiende de motos, su pasión se asocia también al deporte, las carreras y los campeonatos. Siguen los resultados, van a ver algunas carreras, eventos, exposiciones. Leen revistas de motociclismo. Algunos se afilian a clubes. Hacen salidas y actividades. Todo un mundillo donde la pasión por las motos es contagiosa.
Ahora viene la parte "hooligan" tan esperada.
Tenía que ser. Un motero es un ser libre. Adora su arte. Lo lleva en la sangre. Otro nivel. Puede volar como un pájaro toda su vida. Ve la carretera como un escenario placentero, danza en sus curvas con gracia.
Analiza cada frenada, el paso de curva, la aceleración. El cambio de marcha, las revoluciones del motor, el sonido de los escapes. Ve el que viene, atrás y adelante. Todo bajo control. Cualquier ruido sospechoso llamará su atención. Es capaz de detectar cualquier anomalía. Su montura es importante, todo debe estar en su sitio siempre. No es lo mismo andar solo o acompañado o en grupo. La carretera es de todos. No es una pista de circuito, pero se puede ir rápido con seguridad en determinadas condiciones. Un automovilista no lo entiende. Cuando viene el atasco son muy capaces de dar volantazos para impedir tu progresión natural debido a tu escaso volumen, circulando entre filas. Tu nivel de concentración es capaz de adivinar lo que va hacer el automovilista, una mirada en su retrovisor puede también anticipar la agresividad. Somos bichos entrenados en la adversidad. Ojalá que sean solamente las intemperies que molestan.
Lo que no encaja bien con las dos ruedas son las reglas de tráfico.
Es un colectivo resistente que sigue apostando por la diferencia, no se alinean bien con la sistemática, la producción en serie, todos iguales, podemos transformarnos en producto. El pensamiento único. Esa resistencia resulta característica, los moteros son perseguidos por la autoridad con insistencia. Estos amantes de la libertad, no puede ser que vayan a su bola.
Los atascos de los coches por ejemplo es otra manera de poner a prueba a la gente, casi ninguno se rebela, es un buen termómetro del nivel del aguante. Cuando la presión aumenta demasiado vienen y toman medidas de alivio inmediatamente. Todo es mucho más sutil de lo que parece. El Big Brother está cada vez más cerca de ti. Hay más hostias en perspectiva.
Es posible que una maleta de multas esté en mi casa.
Un recordatorio de mis dificultades para seguir la irracionalidad del código de circulación. No importa a nadie si ya tengo como bagaje un equivalente de unas ocho veces la vuelta del mundo con dos ruedas, otras treinta y cuatro con coches sin accidentes con parte de policía.
La prudencia, nunca me separo de ella.
El límite lo pongo yo en los terrenos abiertos. La intuición sigue siendo un aliado que hay que acariciar. El sexto sentido, si lo tiene vale más que un seguro de vida. En moto las velocidades legales son muy bajas. Ya tienen ansiedad por multarte a más de 30 km/ h en las ciudades. No hablo del núcleo muy céntrico de las ciudades donde es bienvenido pero las avenidas y accesos, los sentidos únicos despejados. serán millones de más para las cajas de las autoridades sin despeñarse. Deben trabajar para el diablo. La convivencia con los coches siempre nos perjudica. Bastante de seguir los coches con las líneas continuas a velocidades de caracoles. Aguantar sus salidas intempestivas en los cruces. Sus puertas se abren justo cuando llegamos. Y muchísimo más que contar.
Los radares y operaciones especiales para pillar a moteros el domingo en sus lugares favoritos son de muy mal gusto.
Por la obvia siniestralidad del tramo, hay alta densidad de motos en estos lugares, rebajaron las velocidades a niveles obscenos. Nadie con cuerdas aguanta semejante atropello. La multa es segura incluyéndome y todos los abuelos que están con sus paseos dominicales. No es justo, es una estafa encubierta y va más allá de transformarnos en dóciles ciudadanos todos iguales. Pero no hay bastones suficientes para matar al rebelde.
El móvil en las manos conduciendo.
Hace unas semanas, en el bus sobre la autopista del mediterráneo había tres choferes de camiones sobre diez hablando con el móvil en las manos, 40 toneladas de carga. Lo he visto y verificado por las ventanas a la misma altura que los choferes. Además, no se inmutan a ser observados con los pasajeros del bus. De forma espontánea los comentarios empezaron a circular. La indignación y las sorpresas eran las mayorías. Sobre una distancia de doscientos kilómetros se confirmó la estadística. Cincuenta años han pasado con mi permiso de conducir, no cambia la proporción, se cambió el vino tinto por el móvil. La muestra es suficiente y no hace falta trabajar el domingo para arruinar un motero. Los intereses económicos, las empresas, son unos problemas adicionales que hace más fácil ir por los moteros que son independientes y solitarios. Los camiones se mezclan con coches y sus familias. Se puede ver la trayectoria desviada, el peligro es constante en las autopistas. La DGT prefiere cazar a los mosquitos que a los elefantes. No pueden matarlos a todos y es muy cobarde, la caza grande es otra liga.
Si te ocurra relajarte con tus curvas favoritas en las sierras tranquilas un domingo, seguramente un radar o un dron te espera. Luego con la sonrisa del agente que acaba de superar sus metas para cobrar una prima de rendimiento.
Se muere más personas por suicidio que todos los muertos por accidentes de carretera.
La caza por el motero no es equivocada. Lo que se busca es el dinero que no tiene. Máxima rentabilidad por multa. Los moteros son carne de cañón. Una vez parado, te buscan cosquillas por lo que sea, el radar es para ti, los coches tienen la vía libre ese día. La multa es segura si no te avisan colegas. Hay otras hostias en perspectiva, es un privilegio poder contarlo a tu mujer de regreso a casa. El colectivo tiene resistencia y molesta. Necesitan un matón para corregirlos. Un drama luego con las puertas cerradas. Ese dinero es un hachazo en tu contabilidad. Es muy conveniente además llamarnos criminales para buscar la aprobación de los automovilistas celosos de tanta libertad. Movilizar la mayoría, los ya anestesiados automovilistas contra nosotros. En realidad, tengo la certeza con toda una vida en moto que lejos del apellido habitual, somos muy buena gente. Usando una metáfora si me permiten... Somos como un caballo pura sangre en medio de un rebaño de ovejas que entrega su leche todos los días. Lo único que necesitamos es correr en la pradera. Cada uno en su patio. Lo justo. También soy oveja cuando manejo mi coche.
Para terminar con una nota más educada.
Un poco más de 500 millones de euros de multas de la DGT por año significa que somos todos muy malos conduciendo o que la señalización obligatoria es muy abusiva, alejada del sentido común. La movilidad tiene una carga impositiva muy importante para no decir exorbitante. La señalización exagerada, una estrategia adicional para quitar más dinero del usuario de manera encubierta con el nombre de la seguridad es inapropiada de un estado democrático.
Uds. tendrán su opinión. Las excesivas regulaciones se vuelven sospechosas o incorrectas. Cada vez tenemos más tecnología, más seguridad y tenemos que ir más lentos en una sociedad donde la velocidad es una religión.
Seguimos en moto porqué es una muy buena compañía que ofrece mucho más que solo desplazarse de un sitio a otro. Invito a todos a probarlo, es un espacio privilegiado donde puedes olvidar todas las presiones de la vida corriente por un momento. El aumento de ventas es una señal de sensatez, de razonamiento coherente en un mundo cada vez más urbano completamente saturado por los coches.
Viva la vida.
Descubre más desde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.




Descubre otras Noticias relacionadas a El motero, hoy es andar con mordazas. puedes visitar la categoría Opinión.
Deja una respuesta
Más INFORMACIÓN Relacionada: