Comercio fronterizo

Comercio fronterizo

Venezuela - Colombia

Convencional, legal, Internacional, documentos aduaneros, policías y controles, una normalidad en principio fluida, todo bajo control. Es un ritual para cualquier transportista cruzando las fronteras entre países europeos. Hay lugares en el mundo donde cruzar la frontera puede ser más agitado, expeditivo, puede pasar cualquier cosa sin testigos.

Maracaibo, es la vibrante capital del petróleo venezolano, será el punto de partida para una pequeña excursión. Ir a Maicao, la ciudad fronteriza con Venezuela situada en el territorio extremo norte de Colombia. Unos ciento treinta kilómetros llenos de sorpresas.

Allí se encuentra la región de la Guajira que cubre los dos países.

También se caracteriza por poseer una diversidad demográfica constituida por habitantes de la antigua etnia indígena wayúu. Los Wayúu son grandes artesanos y comerciantes y han sido luchadores incansables por sus derechos. Un pueblo orgulloso con una reputación de alta sensibilidad al respecto. Otros lo califican de peligrosos. Se acordarán de la famosa novela de Papillón, un escape espectacular de las cárceles de la Guyana francesa. Se refugio con los wayúu varios años con una descripción mucho más acogedora.

Los casos de robo y atracos siguen siendo comunes en esta remota región. Hay mucho calor, cactus y arena. Paisajes exclusivos como el de las playas, bahías, dunas, el desierto. El mar con sus apuestas de sol espectaculares. Moverse en estas zonas tiene sus recompensas. Tienen también en contrapartida sus dificultades con la inseguridad en las carreteras y caminos debido al tráfico de mercancías y el contrabando intenso entre los dos países

Incluyendo desde la isla vecina de Aruba protagonista también de actividades ilícitas como el alcohol de marcas reconocidas. Aquí hay una tierra hostil hasta para conseguir agua, un bien vital muy escaso para la población wayúu muy diseminada. Las pistolas tienen libertades para cualquier atraco en el camino. El Ministerio de Asuntos Exteriores de varios países desaconseja todos los viajes esenciales a menos de 5 kilómetros de la frontera con Venezuela en los departamentos colombianos de La Guajira, César y Boyacá.

El municipio Guajira en Venezuela está ubicado en el extremo norte del estado de Zulia con una superficie de 2.369 km², y una población de 88 000 habitantes. Su capital es una pequeña ciudad llamada Sinamaica. (16'000 habitantes). La carretera siempre provoca un cierto malestar circulando por ella. Como un miedo persistente, rezando que no le tocará una desgracia. Especialmente andando solo. Un riesgo que asumió plenamente. Más, quería aparecer como una eventual presa poco apetecible. El coche es un pequeño Chevrolet asiático sin caballería ensamblado en Venezuela. Confundirme como un oficial yendo a su trabajo era la meta. La inconsciencia del viaje no era del todo cierta.

La ciudad de Maicao (165'000 habitantes) ubicada en el centro-este de la Guajira colombiana es conocida con el apelativo «Vitrina Comercial de Colombia» debido a la prosperidad económica que experimentó en la década de 1980, al establecer un amplio mercado abastecido por productos importados de Venezuela. Además de aglutinar una gran colonia de musulmanes procedentes de Oriente Medio, en su mayoría libaneses.

La carretera desde Caracas hasta Maracaibo (3'000'000 habitantes con el área metropolitana) es toda una experiencia maravillosa con paisajes espectaculares. Unos siete cientos kilómetros con paradas en varias ciudades para visitar a nuestros principales clientes.

Después de una noche reparadora, hizo unas visitas de clientes importantes en la ciudad de Maracaibo y sus zonas industriales. Todo un aperitivo antes de experimentar el día siguiente una posible prospección para exportar nuestros productos de ferretería hacia la vecina Colombia. No sé si es ir por curiosidad o por negocios. De tal forma que apenas media hora saliendo de Maracaibo, cruzando una aldea ya me he dado cuenta de la peligrosidad del viaje. Poco tráfico, unas camionetas y camiones yendo en ambos sentidos. El sol implacable ya está presente en estas horas tempraneras. Vi a tres individuos con pistolas cromadas esperando una presa. El brillo desde lejos como si un espejo se hubiera llamado mi atención. Aceleró para dar una muestra de reconocimiento. Es muy insólita la escena. La aduana venezolana fue nada más que un cordial saludo y adelante. La aduana colombiana situada a unos doce kilómetros de Maicao es otra sorpresa con un rápido control de identidad y nada más. Llegando al centro de Maicao, había una enorme cantidad de coches con matrícula venezolana circulando con total normalidad. Casi todos son 4x4, camionetas pick up de buena cilindrada, muy nuevas. Vehículos robados a todos los acomodados de las ciudades venezolanas circulando aquí sin pestañar, mezclados con los coches de la policía municipal.

El año pasado me habían robado un Chevrolet Tahoe en la ciudad de Maracaibo con el silencio de la noche en un aparcamiento privado de un hotel. La complicidad del personal del hotel es evidente. Maicao es un lugar de contrabandistas, asesinos y comerciantes sin escrúpulos. Una colmena de traficantes de todo tipo de mercancías. Todos van armados y hay que transformarse en el duro de la película para moverse en un entorno tan delicado. Parecía un escenario del lejano oeste americano. La corrupción gana por goleada a las leyes.

Todos los pringados ligados uno a los otros.

La policía, las aduanas, los políticos, los comerciantes, los inocentes... Unas horas de observación, un almuerzo y algunas visitas de ferreterías para entretenerme, disfrutando de este privilegio muy venenoso. Negociar con éxito en un entorno semejante necesita hacer otra asignatura universitaria. Ver esto de muy cerca no tiene precio.

El turista no suele experimentar este tipo de sitios. El pequeño aeropuerto más cercano es el de Riohacha a setenta ocho kilómetros. Los visitantes van acompañados hacia la costa norte. El Cabo de la Vela, lugares también muy remotos con muy poca infraestructura turística.

Comprobar yo mismo la realidad era importante para mí. Una multinacional no entra en estos juegos comerciales dudosos de forma directa. El regreso, unas horas más tarde no fue tampoco la mejor experiencia de que debía ser un corto viaje de un día.

Los venezolanos toman una revancha. Me pararon con un control exagerado del vehículo. Encontraron un fallo documental del seguro y me inmovilizaron el coche. Había que subsanar el asunto con el documento original, no una copia ya que no tenía suficiente efectivo para asentar nuestras diferencias. Cosa difícil de hacer un viernes a las tres de la tarde con un calor insoportable.

Además, me encerraron en el calabozo de la aduana, junto con tres jóvenes ladrones borrachos, sin dinero que dar para poder seguir sus caminos. Otro, un viejo barbudo muy flaco que debía estar aquí desde hace unas semanas.

Tampoco dormir era una escapatoria. Hasta el lunes a la tarde no pudo solucionar el tema. Hasta beber agua era un problema. Finalmente, el comercial nuestro de Maracaibo junto con un corredor del seguro liberó el asunto con una sonrisa y unos billetes de recompensa. Que grande. Estás historias son parte de la dura vida que lleva mucha gente en zonas remotas, sin fuentes de trabajo, abandonadas por el estado. Vivir honestamente es un esfuerzo mayor en estos territorios casi sin leyes. Un mundo lleno de violencia, atropellos de los derechos humanos. Sin embargo, nunca falta una sonrisa, una cerveza o un mecánico para arreglar cualquier cosa.

Los ni, ni, ni…, pueden ser personas sin trabajo, sin ganas, sin iniciativas pero que se quejan todo el tiempo, denunciando o insultando cualquier cosa en la redes sociales bien deberían hacer una vueltita a la realidad que se puede encontrar fuera de la democracia plena y del algodón europeo....

Viva la vida.


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Jean Pierre

A Jean Pierre Maire siempre le persiguió la curiosidad. El deseo de conocer el mundo desde la temprana edad. Le apasionaban los mapas, se forjó entonces un verdadero camino hacia la singularidad, la independencia y la libertad. Tratando de influenciar sus decisiones para satisfacer sus necesidades. Es de esos que creen que el destino se puede forjar. Seguir la mayoría nunca fue su objetivo.Tuvo que surfear sobre la ola, caerse en el agua de vez en cuando. Aceptar los modales de la sociedad done vivia cada vez más decadente moralmente y tambien corrompida. Meter sus manos profesionales en el sistema con una doble agenda. He sido un cobarde egoísta de no levantarme contra tantas injusticias. Astuto en aprovechar las oportunidades, creciendo en las heraquias, buscando el mejor rendimiento económico con mi trabajo. Pudimos en familia vivir experiencias extraordinarias con condiciones privilegiadas. Quedan ahora estas vibraciones, estas maravillosas sensaciones de que queda más por ver, entender, que nada está terminado. Ahora jubilado, primero no deja entrar a este viejo en su casa como justamente lo dice el actor Clint Eastwood. La experiencia es un grado. La andadura es un regalo. Tuvo suerte, trabajando en varios continentes con puestos de  gerencia general en el sector industrial. Multinacionales suizas, suecas, canadiense. Autónomo unos años en Madrid. Un amante de la vida, de la familia, los deportes, la naturaleza.Subiendo montes y altas montañas, andar en la bici de carretera, maratónes. Motociclista apasionado desde siempre. El "yo" egoísta es visible en el camino. No es una forma extravertida como aparentar con aires superiores. Son estas cosas que me llenan, me divierten, me emocionan. Cosas solitarias. Me gusta aprender siempre cosas nuevas. Jean Pierre Maire, nació en Suiza el 18/12/1954. Vivo en Torrente desde 2017.

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