Desde que la selección de fútbol femenina ganó el mundial, fue que quise escribir este artículo; pero los hechos ya sabidos por todos, eclipsaron la victoria de las jugadoras dando todos los minutos del mundo de los informativos al “beso de Rubiales”(que, por cierto, acaba de oficializar su dimisión). Tras el revuelo inicial, todos nos posicionamos de una manera u otra. Yo, y lo digo claro y como siempre, me pongo de parte del respeto. Una persona que nos representa a nivel mundial, no puede hacer las cosas que hizo.
Le desacredita para el puesto. A parte, que hay una lucha feminista que todavía ve claro que hay que seguir avanzando en ciertos aspectos y tienen razón. El de la libertad de elegir quién te besa y quién no es uno de los caballos de batalla de esta época. Que la gente que ostenta un poder crea que puede hacerlo para demostrar una confianza hacia su subordinado es un error en el que se cae fácil. Y ese error viene propiciado por el deseo de besar y autoponerse una excusa para hacerlo legítimo.
Si el jefe no besa a los chicos y sí a las chicas es que hay un componente sexual que quiere ocultarse a sí mismo. Y aquí, quedó en evidencia, aunque el presidente de la federación no quiera reconocerlo. Abrazo a la Reina de una manera que con el rey no se hubiera atrevido y besó a las chicas como no había besado a ningún futbolista.
Como no se quiso reconocer que, quizás, esa era la forma en los que los dirigentes trataban a las futbolistas hasta que estas se plantaron empezaron a mandar esos emails de renuncia a jugar con la selección. Fíjense que todavía no se sabe a ciencia cierta lo que pasó y lo que pedían.
Parecía una pataleta de “niñas tontas” y la federación así las trató. Y las 15 “amotinadas” lo que querían era denunciar este y otros tipos de trato. Les pidieron que se retractaran y no lo hicieron. Fueron valientes y no fueron al mundial. Se quedaron sin su premio y sin su título. Y fueron ellas las que consiguieron que España fuera a ese mundial. Eso que no se olvide.
Hoy quiero hacer, como quise desde el principio, hace un homenaje a estas valientes. De las 15, solo 3, tras retractarse, acabaron yendo al mundial: Ona Batlle, Mariona Caldentey y Aitana Bonmatí. De las otras doce, siete lo fueron por no claudicar (Mapi León, Patri Guijarro, Claudia Pina, Lola Gallardo, Ainhoa Moraza, Nerea Eizagirre y AmaiurSarriegi) y otras 5 por no ser elegidas por el seleccionador Vilda (Lucía García, Laia Aleixandri, Leila Ouahabi, Sandra Paños y Andrea Pereira) tras solicitar ser seleccionables. Desde aquí mi homenaje a todas. Creo que el gobierno español debería reconocerles también a ellas, la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo que concedió a las mundialistas a instancias del Consejo Superior de Deporte. Se lo merecen, de verdad.
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