Relato Aquello, o yo de la mente

Relato Aquello, o yo de la mente
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Pensamientos

©Bayardo Quinto Núñez©

  1. El éxtasis del acero y la ira es para los enemigos.

  2. Los muertos no sienten culpa, alivian su nueva vida con su ego con el doble de fuerza.

  3. La historia lo contará durante milenios, sólo hay que saber algo, te ganaste el derecho de sentarte a la mesa.

~Autor Bayardo Quinto Núñez~

Esto permite sopesar, pensar en las ciudades como un puñado de calles, hoteles, moteles, bares, restaurantes, cantinas, edificios de todo estilo, lo cual es más que importante pensarlo como el lugar que habitamos, trabajamos o vivimos y convivimos, como una manifestación viva de nuestra propia cultura idiosincrasia o falta de ello y por antonomasia del respeto que merecen nuestros ancestros y sus sabores, sin sabores, sus luchas y tribulaciones en todos las formas y estilos.

El descarado, descarada en su caso, hace tiempo, en el misterio de la separación de la hoja, hay que revisar la casa de la presunta víctima, aunque la verdadera víctima es la mente, sin menoscabo haya terminado el silencio en la inocencia. Esa tarde la mente viajaba con destino a la inmensidad, atravesando los muros, paredes, laberintos de la mente,  no sabía que atravesada todo: valles, caseríos, montañas, ciudades, hospitales, clínicas de salud. Sólo miraba, allá se observaban unas aves. Un cielo azul inmaculado acompañado de destellos de nubes blancas tirando a gris tenue. Mientras el ojo visor como flecha mordaz no se despistada de su dirección. Eran momentos espléndidos.

En el trayecto habían o se obtenía un sinfín de historias. Relatos susurrados, Pohesía, Artes a flor de labios, iluminadas por la claridad de una vela del día que no quería irse, fabricando voces, sentimientos, lágrimas, que hablaba de un lugar lejano, sin recuerdos, en un  mundo donde no se era capaz de llorar, vivían las personas con el alma vacía, en plena desnudez de sentimientos, emociones, escondiéndose al mundo, en su interminable soledad, en donde solamente ellos se sentían en su propia sombra, existían de todo, solitarios, pálidos y encorvado, y con ojos claros como el vidrio, capases de producir lágrimas no solamente lágrimas de cristal, sino lágrimas de acero al caer al piso y transformarse en un manantial.  

Esa vida, acudía a su casa eterna, y rogaban poder llorar, experimentar sentimientos, y se preguntaban y preguntan por qué las lágrimas tienen que ser producidas por un sentimiento, y no por una necesidad determinada, y no deberían ser  lágrimas donde se esconde lo compasivo del dolo, aunque quizá sea una vil ampliación íntima del alma, hace que el ser social se sienta humano,  era lo que la gente lloraba de rabia, dolor, angustia, desembocadas en pasiones lacerantes, inyectadas e infectaba en un presunto mundo puro. Esas, o unas personas tienen una apreciación de la vida como  esencia, podría ser en especialmente en Pohesía o las Artes…

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Jamás pensó escuchar aquellas palabras, esas señas en su vida, por un momento dudó si se había quedado dormida, dormido, o si estaba soñando, de nuevo. Empero, no era la voz de sus sueños. Era áspero y estruendoso tono de voz como acorralado en un laberinto, y  con  matiz de contrariedad. Aunque normalmente se responde con voz acorralada   con el labio superior fruncido.

Ese día,  apretó la pluma con sus dedos, y la mirada que lanzó hizo encoger de hombros al instante ¿acaso, te has vuelto sorda, sordo? ¿será ciega, ciego?¿insinúas sordera o ceguera? ¿o es  qué el aire te ha taquiado los oídos? aunque sé o lo niegues con los ojos desorbitados por lo fétido.

Mi mente, es mi segundo Bayardo, entendió. Vio y fue incapaz de asimilar que tuviera todo aquel espacio solo, aunque después lo comprendió todo escarbando en el fondo en forma lineal, no circular y un poco descolorido y estropeado, y lo ajusté en el centro del cojín del sofá, observando la almohada con ojos color almibarados. El rato pasó disponiendo de las pocas cosas que tenía, mientras se bajaba para echarle un vistazo a la puerta del aposento con esperanza de aquel olor que flotaba en el aire, que prontamente también impregnaría dentro de poco, miraba con cierta preocupación ese día aunque sea algo ligero, no dio las gracias, el camino es largo y el premio está al final.

En el camino, se hizo una parada en un comedor de comidería rápida, no parecía convencida (o) observó un instante y después alzó la vista, así es, repitió con prudencia, recitando su nombre tal como se escribía. Él y Ella asintieron con un meneo de cabeza, antes de rechazar su ofrecimiento, igual habría quizá hecho otro (s) Esta bien, convino, en cualquier caso, hay galletas y leche en la mesa. En fin, todo era imaginario aquello, o, yo de la mente.

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©Acerca de Bayardo Quinto Núñez, Escritor, Pintor, estudio siempre Música, Profesor de Educación Física en Instructor Deportivo Baloncesto, Artesano del Calzado, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Y Nicaragüense©


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