La vida posee un valor absoluto, ya que solo tenemos una oportunidad para existir y debemos aprovecharla, con la máxima intensidad posible. Independientemente de las creencias es evidente que existen infinidad de formas de vida realizables, en función de los deseos de cada persona. La libertad individual se expresa de infinitos modos. No solo se trata de la vida física o material, sino también de la intelectiva y de la propia de la imaginación de cada sujeto. En mi opinión y en la de grandes pensadores la vida es una gran aventura, porque de no ser así, la vida se empequeñece y disminuye. Esto no significa que no sea necesario disponer de prudencia.Lo que sucede es que frente a la cobardía o el miedo debe prevalecer la valentía y el arrojo. No se trata de sobrevivir, es preciso apostar por una vida a lo grande, sin miedo al presente ni al futuro. Este último es previsible, con el transcurso del tiempo. La muerte es inexorable para todos. Por tanto, no hay nada que perder y sí mucho que ganar, si se vive con ganas, lucha, esfuerzo y coraje.
La experiencia de la vida, a mi juicio, no debe ser entendida como una resistencia pasiva al tiempo que transcurre, ya que no somos animales irracionales. Podemos hacer mucho más de lo que creemos. La clave está en la confianza en nosotros mismos y en la propia vida, a pesar de todo lo que pueda suceder. Hay que ser feliz, pase lo que pase, ya que nunca pasa nada que no tenga solución de múltiples formas. Esto lo señalan también los psicólogos.
Disponemos de millones de posibilidades para buscar nuevos caminos en la vida, aunque parezca imposible. La única condición es luchar duramente por lo que realmente queremos. Podemos sorprendernos de lo que lograremos.
Dejarse llevar por la corriente de la vida es fácil, pero no es lo mejor. La pereza y la dejadez no ayudan sino todo lo contrario a que las personas sean felices o, al menos, busquen como ser dichosos y lo consigan precisamente en esa búsqueda.
No se trata de vegetar sin ningún mínimo riesgo que se puede solucionar, ya que con esa mentalidad no se vive al máximo, sino que se desperdicia la vida y todo lo que ofrece. Indudablemente, las personas eligen libremente que tipo de vida escogen. El que no es ambicioso consigue menos que el que lo es. Esta es una lección de vida que es mejor aprender pronto, aunque nunca es tarde. No hay que tener miedo a la vida, ya que es lo peor que puede pasar a las personas. Porque se desaprovechan muchos aspectos de lo que nos ofrece la realidad en la que estamos inmersos. Es así de contundente y aparentemente radical. Aunque lo verdaderamente implacable es la muerte y no tanto la vida.
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