PRÓLOGO
Recuerdo perfectamente el día 2 de agosto de 2013.
Era una tarde soleada, de pleno verano, mis hijos tenían 10 años y participaban en un campeonato de fútbol en La Herrería, San Lorenzo de El Escorial. Todo era bullicio, gritos, alegría, colores, niños de mejillas rojas, himnos, padres orgullosos de los futuros Cristianos Ronaldos…
Casi no pude oír el sonido de mi teléfono móvil. Llamada del Hospital, ¡qué pereza!. Lo primero que pensé fue: “pero si hoy estoy libre… paso de cogerlo! “ pero como siempre descolgué… y con voz desganada y un poco disgustado contesté: ¿qué ocuuurreeee?
Lo que sucedió desde el momento que entré en el Hospital y conocí a Pilar, a David… a Alma… lo recuerdo con dolor, silencioso, triste, … en blanco y negro.
Hace unos meses, cuando llegué a casa, después de un largo día en el quirófano, me encontré a mi mujer, Teresa, sentada en el sofá del salón, llorando. Me asusté y antes de que pudiera decirle nada, ella me miró a los ojos y me dijo: “tienes que leerlo, por favor, léelo” y me acercó el borrador de un libro que Pilar me había dado mucho tiempo atrás y que yo había dejado junto a otras tareas pendientes. Confieso que cuando Pilar me lo entregó me llenó de orgullo que compartiera conmigo sus sentimientos pero también sentí un poco de ansiedad al tener que revivir aquellas sensaciones, es algo claramente egoísta, pero no me apetecía leer páginas y páginas de duelo, resentimiento… “Tienes que leerlo, se lo debes”
Con miedo al principio y sobre todo con respeto, con mucho respeto hasta el final, me sumergí en la lectura… aunque quizás debería decir, me lancé de cabeza, pues desde la primera página sentí que me agarraba del pecho, me sacudía… mi mente iba a cien por hora de un renglón a un recuerdo, de una punzada a una sonrisa, de un dejarse llevar a un enfado por no haber entendido nada en este proceso…y es que éste no es el típico libro donde alguien expone su dolor, sino que además había esperanza, había reflexiones, no como reproches vacuos sino como puntos de inicio sobre los que trabajar… y hay tanto que trabajar en este aspecto…
Hace unos días, dentro de unas Jornadas de Calidad Percibida que organizamos en el Hospital El Escorial, donde intentamos aprender de nuestros pacientes puntos de mejora en la atención a la “persona” y no solo a la enfermedad, invité a Pilar para que nos contara lo que ella quisiera… Al igual que en el libro, Pilar nos atrapó con su forma de hablar, con su vehemencia, con su grito: MI HIJA SE LLAMA ALMA… ALMA BAELO LÓPEZ… y así, durante toda su intervención, un atestado auditorio permaneció en silencio, con miradas fijas, escuchando, sintiendo y llenándose de lágrimas, ¿de dolor compartido? quizás, no sé… pero lo que si sé es que cuando todo el auditorio se puso en pie aplaudiendo, eran lágrimas de respeto, de cariño, de orgullo por una familia que quiere evitar que se repitan los fallos que con ellos se cometieron…para que el momento más duro que los padres podemos tener en nuestra vida no dependa del azar y sea menos difícil, menos frío, más empático y sobre todo MÁS HUMANO.
Al terminar la Jornada, el Gerente del Hospital El Escorial se comprometió a iniciar una ronda de reuniones para intentar establecer un plan de actuación donde podamos incluir las observaciones que Pilar nos hizo llegar. Y hace una semana me llamó para comenzar.
David, Pilar, Alma, Lucas… tengo la sensación de que empezamos un camino para cambiar algo. Gracias a vosotros estoy seguro que lo lograremos y algún día podréis escribir en “el libro rojo”: Alma, HIJA, lo conseguimos.
Jesús A. Pelazas Hernández
Yo también miro a las estrellas…y se mueven
Descubre más desde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Descubre otras Noticias relacionadas a PRÓLOGO puedes visitar la categoría Noticias.
Deja una respuesta
Más INFORMACIÓN Relacionada: