Según las organizaciones de derechos civiles, la etiqueta ‘extremistas’ que justifica en Rusia la proscripción de los Testigos de Jehová, se ha convertido en “fórmula de represión para silenciar a la disidencia”
“La ley anti-extremismo de Rusia, aprobada primero hace 19 años y que inicialmente estaba dirigida contra el terrorismo, ha sido enmendada varias veces para endurecerla y es conocida en el exterior sobre todo por la persecución de más de 250 miembros de los testigos de Jehová desde que fueron clasificados como extremistas en 2017” (eldiario.es, 10 de junio de 2021).
La decisión que tomó el Tribunal Supremo de la Federación de Rusia el 20 de abril de 2017 ha tenido graves consecuencias para los testigos de Jehová de todo el país. Las autoridades han violado los derechos fundamentales de los Testigos y ven la práctica de su religión como ilegal. Además, algunos ciudadanos rusos creen que esta decisión les da licencia para discriminar a los Testigos y hasta para cometer delitos de odio contra ellos, como se muestra en la imagen de uno de sus locales de culto reducido a cenizas.
En una conferencia celebrada en Ucrania el pasado 8 de abril para analizar los efectos perversos de ese tipo de modelos represivos, Viacheslav Horshkov, destacado especialista del Servicio Estatal de Ucrania para la Etnopolítica y la Libertad de Conciencia, comentó que es necesario concienciar a la sociedad civil para que hechos como estos no se conviertan en procedimientos normales y, por lo mismo, implícitamente aceptados sin más. Dijo:
“Defender públicamente el derecho a ejercer la libertar religiosa, contribuye a que se establezcan procedimientos que salvaguarden la dignidad de una persona, así como la de quienes le rodean”.
¿Será posible frenar esa escalada totalitaria?
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