Al Villarreal le toca resurgir en plena crisis de juego y de resultados, con la plantilla corta y a la espera de Gerard Moreno
Sexto en la liga y a sólo cuatro puntos de los puestos de Champions. Las coordenadas en las que resiste el Villarreal no son tan apocalípticas como en un principio se intuía después de acumular dos derrotas consecutivas, primero contra el Rayo Vallecano y la semana pasada contra el colista del torneo, el Elche. Si bien es cierto que el juego que ofreció el cuadro dirigido por Quique Setién en ese par de fechas fue bastante pobre, de casi tocar fondo ante dos conjuntos inferiores, la suerte parece haberse aliado con el técnico cántabro; los competidores directos del submarino amarillo también cosecharon malos resultados.
Con independencia de las carambolas a favor que pueda explotar el Villarreal, la dinámica futbolística que presenta el equipo a día de hoy no alcanza para sostener aspiraciones europeas. De entrada, llama la atención el derrumbe físico que acusa la plantilla en el comienzo de los segundos periodos, que han terminado siendo decisivos en la pérdida de puntos. Los de Setién afrontan los primeros cuarenta y cinco minutos contagiados de energía, sobrados de ímpetu y potencia hasta que llega la curva de la reanudación, donde casi siempre se desinflan, se apagan, desaparecen. Viene ocurriendo desde enero, ante rivales como el Celta, el Real Madrid, el Girona y el Rayo Vallecano.
A esta preocupante falta de dosificación se le suma la incapacidad de los groguets para situarse por delante en el marcador. En estos dos últimos encuentros el equipo ha estado yendo a remolque, buscando siempre la igualada después de que sus rivales tomasen la iniciativa de cara al gol. El resultado, dos naufragios seguidos: 0-1 contra el Rayo y 3-1 contra el Elche. Se trata de una constante que incluso se refleja en las mejores casas de apuestas, donde los pronósticos mayoritarios no pasan del empate cada vez que el Villarreal se mide a un conjunto peor clasificado. Sigue faltando gasolina.
Lo que tampoco contribuye a oxigenar esta segunda vuelta de la liga es el tamaño del plantel de jugadores que tiene ahora mismo disponible Quique Setién. El vacío que dejaron las salidas de Gero Rulli, Manu Morlanes y Arnaut Danjuma no se ha repuesto, y es que desde la directiva entendieron que el club no necesitaba hacer ningún fichaje durante el mercado de invierno. Aquí están las consecuencias: una plantilla corta que carece de un banquillo potente para desatascar y cerrar partidos.
A todo esto hay que añadir la ausencia de Gerard Moreno en la última sesión grupal de entrenamientos que los castellonenses han llevado a cabo esta semana para preparar el choque del domingo contra el Barcelona. Fruto de la cantidad de minutos que acumulan sus piernas, el siete groguet tiene unas molestias musculares que podrían dejarle fuera de la convocatoria. Si se confirmaesta baja, la línea ofensiva del Villarreal pasaría a estar en servicios mínimos, después de registrar tan sólo veintidós goles en una veintena de fechas.
Con este panorama, el único revulsivo que puede permitirse el Villarreal está en la cantera; Morales, Fer Niño y Collado están aportando algo más de pólvora en ataque, pero sigue siendo insuficiente. Por su parte, la situación en la medular no es desde luego idílica, teniendo en cuenta que Nico Jackson, Pedraza y Lo Celso siguen todavía lesionados y que un día flojo de Parejo suele traer una línea de creación prácticamente sin personalidad. Es evidente que no está encontrando el submarino su mejor versión en el centro del campo, dando muestras de dependencia, falto de circulación y desprovisto de transiciones rápidas. Un banquillo fuera de forma se ocupa del resto.
El presidente, Fernando Roig, fue bastante claro en torno a este asunto. En una de sus últimas comparecencias aseguró que el presupuesto del equipo se ha visto recortado porque la prioridad en estos momentos pasa por consolidarse en Primera División para luego jugar en Europa. Roig entiende que a la hora de obtener un balance económico saludable es preciso realizar cambios a corto plazo, sobre todo en la política de fichajes, intentando que esta no deteriore el nivel deportivo del equipo y apostando más que nunca por los canteranos. De hecho, el propio mandatario es el primero en asumir responsabilidades: “Nosotros ponemos a los jóvenes, y es posible que esto en ocasiones afecte negativamente a los resultados, pero es el riesgo que corremos”.
La cabeza ya está puesta en la próxima jornada de liga. La Cerámica recibe al líder, el Barcelona, que se encuentra en su particular fase de esplendor y con ganas de darle otro mordisco al campeonato, por lo que tal vez no sea esta la mejor ocasión que tengan los de Setién para cambiar la tendencia adversa por la que atraviesan. La buena noticia es que Filip Jörgensen y Pau Torres ya están completamente recuperados y a disposición del técnico cántabro para volver a pisar el césped. Tal vez ellos, ausentes en las dos últimas derrotas, sepan darle un aire de refresco a sus compañeros. Toca esperar.
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