Ayer fui de voluntario al parking de una gigantesca tienda de muebles donde es muy difícil hacerse el sueco.
Decenas de personas trabajaban como posesos por conseguir cargar, descargar, clasificar, ordenar la ayuda humanitaria.
Admiración profunda.
Ordenaban la anarquía de paquetes con un solo propósito:
-Llegar a la isla de Ítaca. Ese lugar donde la utopía es real.
Cientos de manos mueven productos de primera necesidad.
Nadie conoce raza, ni posición social, ni curriculum vitae, en esos metros cuadrados corazones palpitan a un mismo ritmo y se produce un milagro:
Mira Tambien: Estos Temas RelacionadosSOBRE LOS ENEMIGOS-Todos para uno y no para todos.
Una mujer septuagenaria pide comida para gatos, mientras le cargamos el carro de la compra sus ojos me dicen que ha perdido algo más que una casa, algo más que un coche, algo más que muebles, algo absolutamente irremplazable…
Duelo sobre duelo, esta gente tiene su memoria enterrada en el lodo. La carne de su carne pudriéndose entre el barro.
Un hombre pide linternas:
-No tengo luz en mi casa.
Se las damos
Mira Tambien: Estos Temas RelacionadosMeToo español. El perdónAl entregárselas me toma las manos y me dice. Gracias por darnos luz.
(no se que luz le estoy dando si la que funciona con pilas o la que funciona con algo etérico)
Un servicio de catering venido de Santa Pola hace paellas para un regimiento entero. Describir el sabor de esa paella no conoce vocabulario.
Cada voluntario deja atrás los problemas de su vida y circunstancias para darse a algo mayor, algo que tiene una trascendencia superior y que los eleva a una categoría espiritual sin precedentes.
Se produce “la catarsis”, las almas se purifican sin necesidad de purgatorio, es una ceremonia laica donde lo único que importa es salvar al prójimo para de paso salvarte a ti mismo.
Al comprobar esta grandeza voy a llorar entre montones de ropa y encuentro entre millones de prendas un traje de novia. Siento un escalofrío interno por aquellos que no podrán casarse porque el agua inundó sus sueños y tal vez sus cuerpos. Decido hacer mi propia ceremonia psicomágica poniéndome el traje y cortando apreturas por los costados para que me entre.
Mira Tambien: Estos Temas RelacionadosLa comunicación más directa y efectiva...Justo en ese momento piden un voluntario con coche para llevar al capitán de los bomberos al portal de mando de Paiporta. Me pongo encima del traje de novia una gabardina y nos encaminamos hacia el lugar.
Durante el trayecto siento la devastación en mis adentros.
El jefe bombero me dice que tardará una hora para que le den las consignas en la nueva búsqueda de cadáveres.
Un militar con megáfono da órdenes a palas excavadoras en un lado de la carretera.
Los operarios hacen un descanso para almorzar.
Alguien saca una botella de vino.
El militar renuncia a beber por ley, los obreros brindan por su trabajo.
Mira Tambien: Estos Temas RelacionadosA los Héroes de Valencia: Un Agradecimi...Movido por un resorte de oficio me quito la gabardina y agarro el megáfono para cantar
La vie en Rose de Edith Piaf delante de los que hoy brindan con el vino de Dionisio.
Durante unos instantes siento que nuestra materia corporal esta formada con un hilo invisible, un hálito que conforma nuestro anhelo de sentido vital. Me da la impresión que todos queremos que nuestra vida sirva para algo o para alguien.
En este territorio están pasando cosas muy bellas, tan bellas que la única manera de resistir es seguir creyendo que entre todos podemos seguir creando otra realidad que no conoce protocolos absurdos, burocracias anquilosadas, tramites que se retrasan.
Se está dando la vuelta a la tortilla. Nadie puede salvarnos del holocausto desde un despacho.
El camino se hace aquí y ahora con la voluntad puesta en el asador.
Mira Tambien: Estos Temas RelacionadosCuestionario Diario Alicante para Ihor K...Al acabar de cantar me han llevado al puesto de asistencia psicológica. Unos psicólogos clínicos me preguntan si estoy bien. No tengo palabras para responder a esta pregunta. Me dicen si necesito medicación. Les digo que solo necesito un abrazo. Uno de esos abrazos que me daba mi madre cuando tenía pesadillas por la noches. El capitán bombero se acerca a mi me besa, un beso de esos que solo sabe dar alguien que esta acostumbrado a sacar a personas de un coche en llamas.
Volvemos a la tienda sueca. Conduce el capitán. Me cuenta como se enamoró entre la lava que arrasó Gran Canaria y su propio corazón.
Entre la tierra, el agua, el fuego y el aire rezo un padre nuestro.
En la dana te donas. En la dana te donas. En la dana te donas….
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